“Aquí anda dando vueltas el ángel de Edgar”. El músico Ernesto del Viso, en el instante previo a interpretar dos canciones con su guitarra, puso palabras justas al generalizado sentimiento que compartieron el numeroso público, las y los artistas invitados, y el panel que el pasado lunes 18 de septiembre, en la siempre hermosa sala del Teatro Español, presentó la flamante obra de Rubén Cacho Evangelista: “Edgar Morisoli. Poeta y militante del cancionero pampeano”.
Se cumplen 50 años del debut artístico del Dúo Sombrarena, al que dimos vida Délfor Sombra y yo. Una experiencia irrepetible, vivida con singular entusiasmo en los lejanos y luminosos días de nuestra juventud. En principio deseo aludir a dos aspectos que considero interesantes: el origen de la formación del dúo, iniciativa de un amigo en común; y la compleja y riesgosa situación política del país de la que estuvo impregnada la breve existencia artística del dueto. También he de aludir al único disco que editamos, un testimonio que atesoramos especialmente, porque somos conscientes de que es un documento sonoro que no sólo va a trascendernos a nosotros, sino también —y por extensión— a un momento sobresaliente de la cultura pampeana y todos sus protagonistas.
“Los Cantores de La Pampa” fue un conjunto folklórico nacido en Santa Rosa que, con algunos intervalos de inactividad, estuvo vigente entre 1961 y 1969. Cacho Arenas, músico, investigador e integrante del grupo, repasa el camino recorrido durante aquella década en la que todos los sueños parecían al alcance de la mano.
La mujer pampeana debió librar una lucha personal cuando decidió expresarse con libertad como cantante de canciones folklóricas, al hacerse visible y expandirse esa actividad artística en los años ’50 y ’60 del siglo XX en nuestra provincia y particularmente en Santa Rosa. La interpretación vocal parecía entonces estar reservada para los varones, en línea con la misma premisa que regía de hecho la constitución de conjuntos orquestales y grupales de música y canto popular en todas sus variantes. Esa condición implícitamente discriminatoria no estaba en la consideración de nadie, ni siquiera de la propia mujer, quizás porque era una realidad a la que la sociedad estaba habituada como si se tratara de algo preestablecido en el ambiente de la música y el canto, regido casi totalmente por hombres desde los albores del siglo anterior en nuestro ámbito folklórico local.
El domingo 26 de noviembre se presentó en el Teatro Español el espectáculo Poemario del Monte, con interpretaciones musicales en la voz de la artista Vero Be, en base a textos de Eduardo Aguirre. En este artículo, el escritor Sergio De Matteo reflexiona sobre el encuentro artístico de los dos géneros y el espíritu de las obras.
El 17 de julio de 2001 falleció el gran músico, guitarrista y compositor Guillermo Jesús Mareque. A veinte años, estas líneas tienen el propósito de recordar y homenajear una figura cuya obra musical es ejemplo y símbolo de pampeanidad y que sigue latente en la memoria de la gente que apreció sin mengua su desbordante talento artístico.
El músico Juan Falú estuvo en Santa Rosa y dió un concierto con más espíritu de fogón íntimo que de actuación en un festival como “Guitarras del Mundo”, del que es creador y director artístico y en el marco del cual se presentaba. Esa misma tarde, otro músico al que lo une una amistad de más de tres décadas, Ernesto del Viso, lo entrevistó en una suerte de charla-repaso de una vida signada por la música, el compromiso, el exilio y un entrañable afecto por La Pampa.
Segundo quinquenio del siglo XX. Un recién formado trío de muchachos veinteañeros y "orejeros" de la música del puerto se adentró en las pampas, luego de recorrer algunas localidades boanerenses, según su propio decir, "corridos por la miseria, el hambre y la vigente falta de trabajo" en sus lugares de procedencia.
Han transcurrido cincuenta años desde que la histórica Peña Cultural “Temple del Diablo” abriera sus puertas en Santa Rosa. El espacio permaneció activo apenas veinte meses, desde el lunes 26 de junio de 1972 hasta el domingo 24 de febrero de 1974, pero protagonizó un intenso y palpitante trajín cultural, marcando un hito en el álgido devenir social y político de la comunidad local y provincial.