Segundo quinquenio del siglo XX. Un recién formado trío de muchachos veinteañeros y "orejeros" de la música del puerto se adentró en las pampas, luego de recorrer algunas localidades boanerenses, según su propio decir, "corridos por la miseria, el hambre y la vigente falta de trabajo" en sus lugares de procedencia.
Encabezaba el grupo un oriental crecido en Buenos Aires llamado Francisco Canaro que, después de probar guitarra y mandolín, optó por apretar el violín contra su pera y hacerlo su instrumento. La precariedad económica no le permitía adquirir uno, aunque fuese usado. Apareció un amigo que le fabricó un "muleto": una lata de aceite, elaborados detalles de terminación, un palo bien pulido y lustrado, que puso en manos del futuro artista.
En 1906, en la localidad de Ranchos, Buenos Aires, se unió al guitarrista Rodolfo Duclós y a Martín Arrivillaga que rascaba el mandolín. Previo debut en el prostíbulo del pueblo se largaron a la aventura: Trenque Lauquen, Guaminí y Salliqueló. El salto posterior los depositó en General Acha, por entonces en el temible y casi misterioso corazón de la Pampa Central.
Roberto Grela
Actuaban en boliches, bares, bailes populares, en tugurios que significaban trabajo. La recaudación era la más práctica que se estilaba: un platillo o una gorra donde juntaban las deseadas y muchas veces escasas rupias de la concurrencia. De la histórica gira, Duclós (después contrabajista de la orquesta de Juan D`Arienzo, en la que introdujo el "pizzicatto" del ritmo) compuso dos temas: el tango "Salliqueló" y el vals "Recuerdos de La Pampa", con gran repercusión popular.
Ya en la década del 30, en General Pico, hubo otras notables figuras del tango que dejaron lo suyo. En principio, la mención es para el eximio y recordado guitarrista porteño del barrio de San Telmo, Roberto Grela, dedicado a acompañar a grandes cantores. Por ese entonces, estaba de gira presentando a Fernando Díaz, nativo de Río Cuarto, Córdoba. Sus antecedentes lo remitían a sus actuaciones en las principales emisoras porteñas y a haber participado y grabado con la orquesta de Francisco Lomuto.
Froilán Gorrindo
Eran finales de 1936. Un poeta nacido en Quilmes, Froilán Francisco Gorrindo, ubica en Pico a Grela y le remite una letra para que le agregue una melodía. El guitarrista lo leyó, le agradó y esa misma noche, junto a Díaz, lo estrenó en un bar donde los aplausos le dieron la bienvenida. Los porteños recién lo conocieron al año siguiente cuando Azucena Maizani, "la ñata gaucha", lo puso en circulación, transformándolo en el emblemático tango "Las cuarenta".
Pero Fernando Díaz con Grela y el acompañamiento de Antonio Barraza y Raúl Cuello Rodríguez en guitarras, había dado la primicia absoluta a los piquenses cuando el cantor entonó los versos:
"… vieja calle de mi barrio
donde he dado el primer paso
vuelvo a vos, gastado el mazo
en inútil barajar,
con una llaga en el pecho,
con mi sueño hecho pedazos,
que se rompió en un abrazo
que me diera la verdad…”