En su visita a Santa Rosa, la conductora del programa cultural “Los Siete Locos” evaluó los alcances de la normativa y sostuvo que es necesario jerarquizar la profesión periodística. Asimismo, opinó que es necesaria la implementación de políticas públicas en pos de la difusión cultural.
Un atardecer impactó a una niña tímida, introvertida, de tercer grado de la Escuela Nacional de Salliqueló. Cuando la señorita Mabel leyó para toda la clase lo que había escrito aquella niña, dijo: “acá tenemos una pequeña escritora”. Hace mucho tiempo, muchos versos ya de aquél día; la niña es ahora una mujer que publica “Ojos mutantes”, su segundo poemario, esta vez editado por Editorial Voces de la CPE. Josefina Bravo ya no es aquella a la que le daba vergüenza hasta decir “presente” en clase, pero algo del espíritu lúdico de su infancia se preserva en su poesía.
Cuando allá por febrero de 2020 la plataforma “Netflix” anunció la realización de una serie basada en “El Eternauta”, la noticia se recibió con los brazos abiertos y una sonrisa en el rostro, sobre todo en la audiencia argentina; también hay que decirlo, generó cierta feliz ansiedad por ver ya concretado ese esperado proyecto. Como frutilla del postre, confirmaron en el rol protagónico la participación del reconocido y multipremiado actor Ricardo Darín.
El parnaso argentino está poblado, gracias a su larga y nutrida historia, de numerosas y diversas figuras; dentro de ese abanico variopinto, y más allá de que, obviamente, las preferencias sobre escritores y estilos varían para cada persona, una voz supo destacar con luz propia a través de la particularidad de su expresión. Este brillo sui generis no le correspondió a otro que a aquel escritor que se identificó a sí mismo como “Almafuerte”. Con el solo hecho de nombrarlo ya incurrimos en una anticipación sobre la persona que hay detrás de la pluma; estamos realizando, en cierta manera, una declaración de su esencia.
Conceptos y teorías permiten realizar diferentes lecturas y análisis de una producción literaria. Una obra poética que admite y desafía esa exégesis es la de Juan Carlos Bustriazo Ortiz. A la par que se van publicando tomos del Canto Quetral se abre el juego a nuevas indagaciones e interpretaciones. Sergio De Matteo, escritor y estudioso del gran vate pampeano, expone en este artículo otras miradas.
¿Qué estaba pensando Urondo[1] a inicios del ’70 respecto de la función del arte, la poesía, la cultura, la revolución, la vida y la muerte? Para buscar respuestas vamos a mirar algunos textos significativos: la novela Los pasos previos, escrita en el ’71 y publicada en el ‘73; Trelew. La Patria Fusilada, reportaje publicado por Crisis en el mismo año y que Urondo ha realizado a los tres sobrevivientes de la masacre perpetrada el 22 de agosto de 1972, un día antes de la liberación de todos los presos políticos[2] que se concreta en el inicio del gobierno de Cámpora; y un artículo referido a la vanguardia y los intelectuales en la revolución, que publica en septiembre del ‘74 junto a algunas poesías que pertenecen al libro Cuentos de Batalla[3].
Es necesario, para recuperar la memoria histórica, hablar, conocer, recordar qué pensaban, qué debatían, quiénes eran, dónde militaban, a quiénes amaban, a quiénes se oponían. Es necesario analizarlo en toda su magnitud, con sus interferencias, sus interrelaciones; romper los carriles paralelos desde los cuales se pretende analizar lo propiamente literario de lo no literario, lo propiamente histórico, lo político separado de lo que se considera periodístico, que es la marca que tienen los estudios académicos en general, desde hace bastante tiempo: esta segmentación de la realidad con la excusa de que se hace ciencia.
“Esa seducción empezó tal vez ante su lenguaje de riqueza apabullante, que se despliega con una cadencia de surgente inagotable, que pide y crea versos largos, de insospechados pliegues que asoman bajo su estructura compleja, y luego se amplió al desgranar los temas y enfoques al servicio de los cuales juega esta verdadera orquesta formal”.
El sábado 5 de octubre, en la sala "Enrique Tubán" de "Los Pioneros", la Biblioteca Pública Popular "Edgar Morisoli" organizó un acto de recordación y homenaje al poeta Miguel Ángel Gómez, como parte del ciclo "De poetas y poesía".
Es muy posible que a alguno de los asistentes, y muy especialmente de los no asistentes, se le haya ocurrido preguntar para qué puede servir una charla sobre los personajes de la poesía de Manuel Castilla; mal que me pese, es una pregunta valedera. Para ella no tengo una respuesta definitiva pero puede ayudar una anécdota.
Cada edición de la Feria Provincial del Libro renueva el aire pampeano desde lo artístico y cultural; cada encuentro tiene sus particularidades, se puebla de diversas voces, circulan las letras por las salas; la palabra, incesante, inaugura nuevos mundos. Vuelve a convocarnos ese objeto mágico del hombre: el libro.
Al comenzar a hablar tanto de la vida como de la obra de este singular personaje conocido bajo el seudónimo de Fray Mocho, es necesario antes situarlas en el contexto en que estas se encuentran enclavadas. Contemporáneo de dos grandes figuras de nuestra historia, como lo fueron el por entonces presidente Bartolomé Mitre y el gran educador Domingo Faustino Sarmiento, en dicha época se vivía en el país la Unificación Argentina, con la poderosa Buenos Aires integrándose al resto de las provincias. La importancia y relación de este marco histórico en la vida artística y profesional de Fray Mocho, es que sienta las bases de un fuerte sentimiento “nacional” durante esos años, sentimiento del que este hombre luego se haría eco, a través de la riqueza de su arte y de su vocación periodística.
“Nora Glickman transita misterios que solemos olvidar o que ignoramos. Sus mundos oscilan entre morbosos fantasmas de la infancia y el cálido recuerdo de la vida en las colonias judías en la Argentina, y con un estilo claro y profundo nos lleva a compartir sus emociones.” Luisa Valenzuela