El jueves 9 de junio, un camión de la Cooperativa Reciclando Trabajo y Dignidad (RTD), se llevó de la ex planta láctea de la CPE nueve toneladas de equipos eléctricos y electrónicos almacenados a lo largo de varios años en el lugar, tras su descarte por obsoletos o por roturas. Fue la primera vez que se llevó a cabo un procedimiento de estas características y sentó un precedente para el tratamiento de este tipo de residuos potencialmente contaminantes.
La entrega del material fue el resultado de la interacción de las dos cooperativas y la Municipalidad de Santa Rosa, a través de su Dirección de Economía Popular. Federico Ignaszewski, titular de esa dependencia municipal, ante la inquitud planteada por la CPE, facilitó el contacto entre las dos instituciones solidarias, que se plasmó en un convenio de colaboración mediante el cual la cooperativa santarroseña donó más de 15 toneladas de residuos eléctricos y electrónicos —conocidos como RAEE— y la Cooperativa RTD, sin costo alguno, los retiró para luego procesarlos de acuerdo con los cuidados medioambientales exigidos por las normativas vigentes. El del 9 de junio fue el primero de los envíos, que se completará con otras seis toneladas en un segundo viaje.
Trabajadores del EMSHU y de la CPE trabajaron en la carga del camión con residuos electrónicos para su reciclado.
El material recolectado se econtraba almacenado principalmente en las instalaciones de la ex Planta Láctea de la CPE que, mediante un convenio firmado recientemente, fueron cedidas en comodato a la Municipalidad por 10 años, para la instalación y funcionamiento de un mercado concentrador municipal de alimentos. Como parte de ese acuerdo, y en el marco del trabajo conjunto que vienen llevando a cabo municipio y CPE, surgió la necesidad de encontrarles un destino apropiado a esos residuos tecnológicos para liberar esas instalaciones.
En gran parte se trata de equipos que fueron utilizados por el área de Telecomunicaciones desde sus inicios, hace más de dos décadas, ya sea en su central o en los domicilios: cablemódems, dispositivos MTA, decodificadores rotos u obsoletos, controles remotos, pero también cables de todo tipo, que requirieron un intenso trabajo administrativo para ser inventariados y luego dados de baja del stock de la cooperativa. No obstante, como la CPE es responsable del destino de material potencialmente dañino para el medio ambiente si no se lo trata de manera adecuada, resultaba indispensable que esos residuos fueran procesados por una organización debidamente habilitada ante los organismos nacionales competentes.
Fundada en 2008 por un grupo de recicladores urbanos en el barrio de Villa Soldatti de Buenos Aires, la Cooperativa de Trabajo RTD es una de las entidades habilitadas por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación para este tipo de actividad, luego de años de especialización en el procesamiento de RAEE. Una vez que recolecta estos residuos, emite los certificados de Trazabilidad y los de Disposición Final correspondientes, que garantizan el tratamiento y destino apropiados de los mismos.
Con la intermediación del área de Economía Popular del municipio y priorizando el vínculo con instituciones del sector solidario por sobre otras de carácter privado —que además implicaban un costo adicional—, la CPE firmó el convenio de donación de los residuos que, además de los de Telecomunicaciones, incluyeron equipos informáticos de todo tipo que que habían dejado de ser usados por diferentes sectores de la empresa. La cantidad superó la capacidad del camión enviado, por lo que se acordó un segundo viaje, en ambos casos sin costo alguno para la cooperativa de Santa Rosa. En la carga participó personal del Ente Municipal de Saneamiento e Higiene Urbana (Emshu).
Reciclando Trabajo y Dignidad
Como gran parte de las cooperativas de trabajo, la RTD nació en la adversidad y por la necesidad de organizarse de un grupo de personas que encontraron en los desperdicios de la misma sociedad que no les daba cabida, una fuente para su subsistencia. Señalados como “los cartoneros”, empezaron cada uno por su cuenta con el reciclado de cartones y otros materiales arrojados a la basura, hasta que comprendieron que juntos podían alcanzar otros objetivos más allá de la subsistencia.
La Cooperativa RTD tiene convenios con varios organismos y empresas a nivel nacional para el tratamiento de sus residuos electrónicos.
Organizados como cooperativa, en la actualidad la RTD da trabajo formal a 54 personas (24 de ellas mujeres) que, además del reciclado tradicional de materiales sólidos urbanos, se especializaron en el tratamiento de residuos tecnológicos y completaron todos los trámites y certificaciones para obtener la habilitación correspondiente para el tratamiento de este tipo de basura. Su trabajo consiste en convertir en un recurso con valor, lo que de otro modo es solo un desperdicio que, además, por sus componentes, resulta perjudicial para el ambiente arrojado en los basureros o rellenos sanitarios sin el procesamiento adecuado.
En su vasta experiencia, la Cooperativa RTD ha concretado convenios similares con YPF, Correo Argentino y Anses, entre otros, y desde 2016, cuando resultó adjudicataria de la licitación de la Agencia de Protección Ambiental de CABA, tiene a su cargo el reciclado de todos los residuos electrónicos del Gobierno de la Ciudad y los que se colectan en campañas especiales y en 90 “Puntos Verdes” ubicados en distintas plazas.
Los operarios de la Cooperativa RTD separan y reciclan los componentes de los equipos para convertirlos en nuevos insumos para la industria.
Más allá de su aporte para que estos RAEE no resulten contaminantes, el trabajo de RTD es fundamental en lo que se conoce como “economía circular” en la que el modelo lineal de extracción-producción-consumo-desperdicio aún imperante, no termine en este último eslabón sino que los residuos de éste se transformen nuevamente en insumos para el uso industrial y reduzca el impacto sobre la naturaleza del primer eslabón de esa cadena.
La cooperativa de trabajo da empleo formal a 24 mujeres y 30 varones.
El proceso de reciclaje comienza con el retiro de los materiales y la entrega del correspondiente certificado de trazabilidad, en el que se indica la cantidad, tipo de material y destino de la chatarra recolectada. Sigue con la separación de las partes: las carcasas metálicas, por ejemplo, van a fundición; los componentes plásticos se destinan a su reciclado como baldes de construcción, perchas o rampas para personas con discapacidad; y los cables pasan por un porceso que separa su aislamiento del metal, en ambos casos reutilizables.
De esta manera, la cooperativa entrega un Certificado de Disposición Final, que garantiza que los residuos generados, en este caso por la CPE, tuvieron el tratamiento adecuado, acorde con el compromiso institucional de reducir en todo lo posible su impacto ambiental.