En La Usina, todos los martes, durante una hora y media, un grupo de adolescentes despliega su creatividad en el taller de teatro destinado especialmente a gente de su edad. En una charla con su profesora, Astrid Urban, nos cuenta cómo trabajan y su visión de este arte.
El Taller de Teatro para Adolescentes forma parte del programa que la CPE propone cada año a sus asociados y asociadas para que, con una mínima cuota mensual, puedan acceder a distintos espacios con el fin de aprender oficios, instruirse o simplemente entretenerse haciendo nuevas amistades. Está a cargo de Astrid Urban y se dicta los martes de 20:00 a 21:30 hs, para una franja etaria especial: sus participantes tienen entre 12 y 17 años.
Entrenamiento corporal, improvisación y armado de escena
Astrid destaca que “el propósito del taller es acercarles a los y las adolescentes la actuación desde un lugar lúdico y a la vez relevante”, intentando que el grupo pueda incursionar desde el disfrute en la actuación.
Las clases tienen una dinámica propia: primero se toman un tiempo para la preparación física, con entrenamiento, mucha danza y mucho contacto con el propio cuerpo. “Esto implica reconocer y ver otros cuerpos, componer juntos, hacer un entramado entre los cuerpos para tomar conciencia de nuestro propio instrumento. Siempre sostengo, como docente, que nuestro instrumento es el cuerpo”.
Después se adentran en otras facetas de la actuación, como técnicas de improvisación y técnica actoral específicamente. Finalmente, se llega al armado de escenas.
“Para armar las puestas en escenas de las clases generalmente les doy un disparador que puede ser un lugar, un conflicto o personajes específicos. También usamos otros tipos de disparadores, como una canción, una poesía o un cuento”, menciona Astrid. En algunas clases han trabajado con escenas de películas que les interesaban a los alumnos y las alumnas. O elegían personajes de alguna escena para amar y recrear una escena propia a partir de esas figuras. “Siempre estamos trabajando con disparadores y no solamente teatrales. Me gusta servirme de todas las artes para componer”. Y reflexiona: “la clase dura una hora y media y se pasa muy rápido. Eso quiere decir que la pasamos muy bien”.
Astrid destaca del taller la posibilidad de ofrecer a los asociados y asociadas de la cooperativa un ámbito de capacitación artística. En el caso del de teatro, se puede acceder a través de una cuota social voluntaria, con la opción de no pagar si no se puede.
El juego que se convirtió en pasión y profesión
Astrid Urban es profesora y licenciada en arte dramático y estudió en la Universidad del Salvador. Su pasión por el teatro comenzó a los 12 años cuando le comentó a su papá que deseaba ser actriz y quería aprender actuación. “Todo comenzó como un juego”, dice Astrid. “Mi papá empezó a darme clases de teatro en el garaje de mi casa. Yo construía personajes a partir de consignas que él me dada y actuaba sola para él”.
Astrid Urban, responsable del Taller de Teatro para Adolescentes.
A los 12 años comenzó a tomar clases de teatro en la ciudad de Santa Rosa y no paró hasta los dieciséis. A los 18 decidió ir a estudiar teatro de una manera más profesional en Buenos Aires. A partir de ese momento, comenzó su formación con distintos docentes hasta que conoció a su “maestra de la vida”, Ana Frenkel. “Me encanta porque sus clases están llenas de filosofía y a mí me brindó muchas herramientas para el teatro”, recordó Astrid.
El valor de la actuación
Según la profesora, la actuación —y especialmente el teatro— es sinónimo de encuentro, unión, de lo colectivo, lo cual incluye el hacerse cargo de la ficción que se quiere contar. “Me parece —dice Astrid— que creamos ficciones para darle lugar a la imaginación, para criticar a la sociedad en algunos sentidos y para poder poner en escena todo aquello que está por afuera de lo cotidiano y que nos interesa mostrar como humanidad”.
*Silvina Llames es Licenciada en Comunicación Social
Imágenes: Astrid Urban