Cuántos nombres se vuelven rutina cuando indican una calle de la ciudad o sobreviven en una placa olvidada de una plaza. Algunos tuvieron su circunstancial momento de fama, otros reivindican un pedazo de historia. Este es el caso de Alfonso Corona Martínez: de allí la relevancia que adquiere la tarea de rescate, conservación y estudio de sus archivos que la Universidad y la CPE desarrollan en un proyecto de extensión.
La Cooperativa Argentina de Gas Ltda. (CADEGAS) participó del acto de homenaje a Antonio Skara. Lo hizo enviando un documento donde ratifica la alta estima y reconocimientos del conjunto de las cooperativas vinculadas con el gas, al compromiso institucional y personal asumido con el sector, su participación en la fundación de Cadegas y en la creación de Ley 26020 de GLP, sancionada en 2005. Antonio es considerado presidente vitalicio de Cadegas.
Eran prometedoras y templadas aquellas mañanas de finales de setiembre del treinta y cinco. La temperatura de los ánimos marchaba acorde con el clima y la tensión se cortaba con cuchillo. O no se cortaba, como aquel apretado cerco que agentes penitenciarios y policías concretaban alrededor del taller de Juan Savioli. Rostros fieros y la mirada dura, los uniformados cumplían a rajatabla la consigna de no dejar pasar a nadie.
Actas que dan luz a hechos que hoy son memoria, pero que hace exactamente 50 años significaban todo o casi todo para la Cooperativa Popular de Electricidad. El período que atravesó los años 1951 y 1952 fue crítico en cuanto al suministro de energía, lo que obligó a mantener las restricciones del consumo domiciliario. Sin embargo, la expectativa pasó por adquirir, traer e instalar un nuevo grupo generador que ayudara a paliar la crisis.
En mayo de 2019 se cumplen 20 años de la primera edición de la revista “Nuevo 1º de Octubre”. Luego de doscientos cuarenta ediciones mensuales, la revista institucional de la Cooperativa Popular de Electricidad ocupa hoy un lugar destacado en el ámbito de las publicaciones pampeanas.
Probablemente no sea la oficina de mayor repercusión mediática pero su tarea silenciosa viene atesorando la enorme historia de la CPE que, en poco tiempo, alcanzará los 90 años desde su fundación. El Archivo Histórico de la Cooperativa inició sus actividades el 8 de marzo de 1996, día en el que también se habilitaron las ampliaciones de la Biblioteca Popular “Domingo Gentili”.
“El zumbido en los oídos permaneció en el tiempo para muchos trabajadores, en algunos casos para siempre; pero de golpe todo fue silencio, un silencio total, medio que no se podía creer, la Usina estaba muda después de muchos años”. Un trabajador de la CPE, hoy jubilado, recordó las sensaciones que dejó para ellos el momento tan real como final de la etapa de la generación eléctrica.
Cuarenta y dos localidades de La Pampa y de provincias limítrofes podrían conectarse a Internet a través del Nodo Local Cooperativo que fue lanzado oficialmente el pasado sábado 19 de febrero en Winifreda, y que permitirá a casi 179.500 habitantes de la región ingresar a la "red de redes" al costo de una llamada local.
El 6 de julio de 1930, un grupo de cuatro vecinos santarroseños empieza a darle forma al sueño de una usina popular, que pusiera fin al monopolio abusivo de la Compañía Sudamericana (SUDAM), encargada de la generación y distribución de energía eléctrica en la pequeña ciudad capital del Territorio.
El ejercicio económico y social correspondiente a 1951 tuvo una característica distintiva: la población crecía y la incorporación de nuevos asociados (más de 400 entre Santa Rosa y Toay) a la CPE producía el lógico aumento en la demanda de energía. Lejos de retroceder, la adversidad renovaba los desafíos para la entidad y fueron diversas las medidas para incorporar un nuevo generador, más medidores de energía y obviamente el tendido de líneas de conexión.
Durante el verano de 1991, tres años antes de su fallecimiento, el fundador de La Arena y cofundador de la CPE realizó más de 20 horas de entrevistas narrando en primera persona su vida. Fueron decenas de anécdotas que hoy, publicadas por Editorial Voces, llegan en forma de un gran libro autobiográfico. Es la historia de La Pampa como nunca fue narrada.
Avanza el siglo y don Tomás Mason sigue en campaña. A casi dos décadas de su fundación, Santa Rosa aún no ha resuelto satisfactoriamente la demanda de iluminación pública. Los emprendimientos ejecutados hasta la fecha, en consultas con proveedores metropolitanos, no han dado mucho resultado.
Cuando la voz sonó al otro lado del teléfono, 70 años de historia se estamparon ante una multitud en un apellido que conectó los orígenes con un presente en el que se siembran las semillas del futuro de la CPE. Alfonso Corona Martínez, el hijo de uno de los protagonistas de aquella gesta fundacional, desde Buenos Aires, aguardaba un llamado desde la tierra en que su padre, siete décadas antes, había bregado por un emprendimiento solidario que transformaría la realidad de la ciudad, para marcar un nuevo hito en la historia de la cooperativa y de Santa Rosa: la inauguración del servicio de telefonía CPEtel.
Promedia la década del treinta y la atención de la opinión pública del territorio y de encumbrados círculos del país se vuelca hacia la prometedora aldea que es Santa Rosa. Hay razones para ello. La Argentina es víctima del auge de la trampa y la avaricia, elementos que contribuyeron a la calificación del período como “la década infame”. Por ende, cualquier elemento que contradijera esa tendencia provoca recelo y debe ser objeto de consideración.
La historia de la CPE puede resumirse en una búsqueda permanente del bienestar de sus asociados y usuarios. La autogestión, es decir la forma propia de organizarse de una comunidad, es una herramienta vital para hacer frente a las necesidades que van apareciendo y las posibilidades de solución que alguien puede concebir, y después –si se dan las condiciones- realizar. En este sentido la fábrica de hielo de la CPE fue un recurso concreto que durante más de 30 años benefició a cientos de familias.
Algunos hitos sociales representan verdaderas vueltas de página de la historia. Santa Rosa los tiene. Y la CPE, como construcción social es un símbolo y una realidad de esos hitos. Seguramente quienes en su momento los protagonizaron, los vivieron como un desafío de gran envergadura ante la circunstancia, ante la necesidad, pero probablemente sin tener conciencia plena de la trascendencia histórica que podía llegar a tener.
Fue por unanimidad que una asamblea extraordinaria convocada por la Cooperativa resolvió, en febrero de 1973, incursionar en la prestación de un servicio funerario, con el fin de aliviar los altos costos a los que una familia debía someterse ante el fallecimiento de un ser querido.
Una etapa de fuerte expansión del movimiento cooperativista en La Pampa se puede observar durante el primer período de gobierno del general Perón, un lapso aún no estudiado en profundidad que comenzó a partir de 1943 con un régimen de intervencionismo estatal en la economía nacional.
Desde sus inicios como comisión en pro de la rebaja de las tarifas eléctricas ante la Sudam, hasta que se constituyó como cooperativa y obtuvo la concesión municipal para brindar el servicio a partir de octubre de 1935, las actividades se concentraron en organizar de la nada y desde la absoluta inexperiencia, una usina eléctrica capaz de dotar luz de "buena calidad" a una población de 10.326 habitantes.
Santa Rosa es apenas una aldea de poco más de ochocientos habitantes a fines del siglo XIX. Pugna afanosamente por dejar de ostentar esta condición para convertirse en una dama promisoria en la escena nacional.
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