Nadie ignora hoy que en la Argentina la mayoría de los jóvenes no avizoran proyectos ni futuro, que han perdido la fe en las utopías al compás del crecimiento de la corrupción, de la pobreza y del desempleo y, como escribe Mario Margulis: “gran parte de la juventud parece desentenderse del futuro, se retira del espacio público, resignando en los hechos y en los sueños la construcción del mundo”.[1]
La investigadora Claudia Salomón Tarquini se refirió a la situación de las comunidades aborígenes en Argentina y otras regiones. Abogó por una “sociedad inclusiva y pluricultural”.
Las mujeres también fueron protagonistas de la guerra de Malvinas. Participaron del conflicto como instrumentistas quirúrgicas y enfermeras, como personal de aviones, oficiales o tripulantes de buques mercantes, entre otras tareas logísticas. Cumplieron un rol importante en la atención de los heridos, no sólo curando los cuerpos, sino, además, sanando el alma de los soldados, la mayoría de tan solo 18 y 19 años.
La de Textiles Pigüé es una de las tantas historias de empresas recuperadas por sus trabajadores luego de la quiebra de sus dueños originales y, en la mayoría de los casos, el intento de vaciamiento de las plantas. El mismo derrotero de ocupación de las fábricas, desalojos policiales, funcionarios que prefieren escuchar a nuevos empresarios antes que a los obreros, y meses y meses de luchas políticas y judiciales hasta que, en algunos casos, finalmente lograron el reconocimiento del derecho a que la industria pase a manos de quienes la trabajan. Organizados como cooperativa, hoy funciona al 100 % de su capacidad y da empleo casi a la misma cantidad de personas que cuando cerró en 2003.
Diciembre y enero mostraron las debilidades del sistema eléctrico aunque -vale recordarlo- en la ciudad de Buenos Aires en particular. Atento a esta condición, no obstante sirve no esquivar el debate y la posibilidad de generar propuestas superadoras.
En su libro “Bolivia, el Che y una historia no contada” (Editorial Marat, 2022), la investigadora rosarina Leda Berlusconi propone no sólo la relectura de los imaginarios instalados, sino también la profundización de la historia de aquel país bajo el espectro del Che, así como la de dos cuadros del PRT[1]—Luis Mattini[2]y Rubén Sánchez Valdivia[3]—, abriendo aristas, recorridos a un relato consabido y repetido. La escritora fue entrevistada por el periodista Sergio De Matteo, para su programa radial El Estado de las Cosas, sobre la investigación que plasmó en este libro y que relata en el siguiente artículo.
El problema universitario se ha tornado, para el Estado, en problema de policía. No interviene para solucionarlo el ministro de Instrucción Pública, sino el de Interior (...) Jueces, policías y banqueros señorean la universidad plutócrata de 1936, cuya penuria docente sigue siendo la misma de 1918. Acaso ahora más ‘tóxica’ que antes”. (Deodoro Roca, 1936)
Cuando todavía tramitamos el impacto en los sentidos que genera la obra “Lápices, un musical con memoria”, encontramos importante volver a enfocar las razones por las cuales dos instituciones importantes, la Universidad Nacional de La Pampa y la Cooperativa Popular de Electricidad acompañados por la Comisión de Asociados del Credicoop, convocamos a compartir esta creación cien por ciento pampeana, con un hilo conductor: recordar, para muchos —los más jóvenes—, conocer y reflexionar sobre historias que forman parte de nuestra historia.
Entre el 9 y el 11 de septiembre se llevó a cabo la Segunda Feria de Autoras y Autores de la Patagonia en Río Gallegos, Santa Cruz, en la que tuvo un espacio preponderante el homenaje a los héroes y heroínas de la guerra de Malvinas, a 40 años del conflicto. En ese marco, una de las actividades fue la presentación de un libro de relatos sobre aquel episodio, en el que se incluyó el cuento “El casco de Beto” de la escritora piquense Nidia Cristina Tineo, en el que la autora logró convertir en literatura una noticia que hace pocos años reflejó un hecho real con repercusión internacional. A continuación se reproduce el texto completo.
En 1974 la Cooperativa Popular de Electricidad vivió uno de los embates más fuertes del poder político para hacerse de la conducción. El sindicalismo peronista intentó desplazar a los dirigentes cooperativistas, que impidieron con sus votos el desmantelamiento de la entidad solidaria, según recuerda Norberto Asquini en su libro "Crónicas del fuego".
Cuando allá por febrero de 2020 la plataforma “Netflix” anunció la realización de una serie basada en “El Eternauta”, la noticia se recibió con los brazos abiertos y una sonrisa en el rostro, sobre todo en la audiencia argentina; también hay que decirlo, generó cierta feliz ansiedad por ver ya concretado ese esperado proyecto. Como frutilla del postre, confirmaron en el rol protagónico la participación del reconocido y multipremiado actor Ricardo Darín.
Hace varias semanas, y en el marco de las luchas mapuches y la desaparición forzada de Santiago Maldonado, se ha visto y escuchado en varios medios de comunicación la reiteración de una afirmación antigua y que se da por cierta: que los mapuches (o araucanos, como también suelen decirle aún) no pueden reclamar territorios en Argentina porque sus antecesores son invasores de Chile.
El parnaso argentino está poblado, gracias a su larga y nutrida historia, de numerosas y diversas figuras; dentro de ese abanico variopinto, y más allá de que, obviamente, las preferencias sobre escritores y estilos varían para cada persona, una voz supo destacar con luz propia a través de la particularidad de su expresión. Este brillo sui generis no le correspondió a otro que a aquel escritor que se identificó a sí mismo como “Almafuerte”. Con el solo hecho de nombrarlo ya incurrimos en una anticipación sobre la persona que hay detrás de la pluma; estamos realizando, en cierta manera, una declaración de su esencia.
En las últimas dos décadas los pueblos originarios irrumpieron en la escena política de los países latinoamericanos, como sujetos de derecho y actores políticos con reivindicaciones legítimas. En ese marco, los estados nacionales comenzaron a legislar y producir políticas sobre la cuestión indígena, al tiempo que los propios movimientos indígenas interpelaron sobre el modo de integración al orden social vigente y las posibilidades de hacer efectivos sus reclamos. A su vez, las demandas hicieron que las comunidades buscasen nuevas formas de identificación a través de la cual reivindicarse como indio.
Como muchas otras poblaciones de La Pampa, exceptuando las de origen puramente militar como Victorica y General Acha, Santa Rosa nació de una iniciativa privada. No obstante bien puede decirse que también fue de entraña militar. Ninguno de sus gestores —por nombrar de algún modo a quienes estuvieron ligados a la génesis— era o había sido totalmente ajeno a la actividad de las armas. Por múltiples factores y por encima de los conflictos y reyertas puertas adentro en el estamento político y dirigencial, aquel momento histórico era favorable a este tipo de emprendimientos.
Se torna imperioso e ineludible que el Estado, el nacional y el provincial, responda por sus perjuicios y los haga visibles. Existen razones políticas, ideológicas y éticas para que lo haga. Acaso como una manera de reparación y prevención hacia el futuro, pero al mismo tiempo para redimir las prácticas genocidas que el mismo Estado argentino protagonizó o consintió a lo largo de su historia desde los albores de la organización nacional en que la dialéctica de civilización o barbarie ganó el escenario de América.
Los genocidios llevados a cabo en nombre de la causa "civilizadora" durante el siglo XIX y a los que se hizo referencia en la primera entrega, tuvieron su correlato más tarde en las "éticas" y en el discurso que los artífices del terrorismo de Estado de la última dictadura militar (1976-1983) han esgrimido a lo largo de los procesos judiciales desarrollados en el último lustro con la pretensión de justificar su accionar. Argumentos que, singularmente, se apoyan en anteriores elaboraciones justificativas sobre la puesta en práctica y necesidad de implementar la industria de la muerte.
En La Pampa un esfuerzo colectivo está dando vida a los tesoros culturales de la provincia. El interés es trabajar en el resguardo de nuestra historia a través de una red de archivos que, después de tres encuentros fundamentales, se ha consolidado como un faro cultural. La CPE forma parte de la Red por los Archivos de La Pampa (RedALP) a partir de la tarea que se desarrolla, desde hace décadas, en la Biblioteca Popular “Domingo Gentili” y su Archivo Histórico.
En 1877 el ministro de Guerra Julio Argentino Roca solicitó al Congreso dos años para finiquitar el problema del indio: uno para prepararse y otro para ejecutar el plan. Se lo llamó Conquista del Desierto.
Estamos construyendo un significado nuevo de memoria. No es sólo ni principalmente un recuerdo melancólico de algún episodio concluido para siempre. No es un adorno de la muerte, que al mismo tiempo la edulcora y la confirma.
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