Nuevo 1° de Octubre es una publicación mensual y gratuita de la CPE.

Historia Argentina

  • En 1877 el ministro de Guerra Julio Argentino Roca solicitó al Congreso dos años para finiquitar el problema del indio: uno para prepararse y otro para ejecutar el plan. Se lo llamó Conquista del Desierto.

  • Estamos construyendo un significado nuevo de memoria. No es sólo ni principalmente un recuerdo melancólico de algún episodio concluido para siempre. No es un adorno de la muerte, que al mismo tiempo la edulcora y la confirma.

  • ¿Qué estaba pensando Urondo[1] a inicios del ’70 respecto de la función del arte, la poesía, la cultura, la revolución, la vida y la muerte? Para buscar respuestas vamos a mirar algunos textos significativos: la novela Los pasos previos, escrita en el ’71 y publicada en el ‘73; Trelew. La Patria Fusilada, reportaje publicado por Crisis en el mismo año y que Urondo ha realizado a los tres sobrevivientes de la masacre perpetrada el 22 de agosto de 1972, un día antes de la liberación de todos los presos políticos[2] que se concreta en el inicio del gobierno de Cámpora; y un artículo referido a la vanguardia y los intelectuales en la revolución, que publica en septiembre del ‘74 junto a algunas poesías que pertenecen al libro Cuentos de Batalla[3].

  • Es necesario, para recuperar la memoria histórica, hablar, conocer, recordar qué pensaban, qué debatían, quiénes eran, dónde militaban, a quiénes amaban, a quiénes se oponían. Es necesario analizarlo en toda su magnitud, con sus interferencias, sus interrelaciones; romper los carriles paralelos desde los cuales se pretende analizar lo propiamente literario de lo no literario, lo propiamente histórico, lo político separado de lo que se considera periodístico, que es la marca que tienen los estudios académicos en general, desde hace bastante tiempo: esta segmentación de la realidad con la excusa de que se hace ciencia.

  • La vida de la pampa territoriana es analizada por la investigadora Andrea Lluch en tres grandes etapas. La primera, desarrollada entre 1881 y 1900, refiere a la ocupación, puesta en producción e inicio de la vida institucional; la siguiente se corresponde con los 30 años siguientes e incluye la expansión agrícola, las migraciones y la complejización de la vida social y política. Finalmente, se dará la etapa que va entre 1931 y 1951: se estudian la crisis de los años 30, el proceso de despoblamiento y la provincialización.

  • Los ecos de la semana en que ocurrió el Cordobazo en 1969 llegaron amortiguados a La Pampa. Sin embargo, alumnos universitarios y secundarios, docentes y militantes se movilizaron por las calles céntricas de Santa Rosa demostrando que había una juventud que despertaba a los aires de los comprometidos años '70.

  • En 1878, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda, se inició la denominada "Campaña al Desierto", bajo el mando del entonces ministro de Guerra Julio A. Roca. El Estado Argentino iniciaba la extensión de las fronteras, con el avance sobre los territorios de pueblos indígenas, apropiándose de ellos y provocando la desarticulación y desmembramiento de aquel mundo cultural. La condición necesaria para el plan era la apropiación, efectiva y definitiva, de la tierra que daba sustento a las primeras naciones desde el fondo milenario de la historia americana. 

  • Las Comisiones de Familiares de Caídos en Malvinas y de Veteranos de Guerra, trabajan arduamente para que se realicen estos viajes llamados humanitarios, que se hacen sólo una vez al mes, porque los isleños no admiten el ingreso de aviones argentinos y se llega a la Islas con la compañía de aviación Lan Chile, que viaja sólo el segundo sábado de cada mes desde Río Gallegos.

  • El viaje a Darwin dura alrededor de una hora y media en ómnibus, por cuidado camino de tierra, pero en total soledad, con sólo campo y cerros a nuestro alrededor. Durante el trayecto pudimos observar lo que nos habían anticipado en el aeropuerto: los campos cercados con alambre y marcados con abundantes cartelitos de chapa roja con una calavera impresa en blanco advirtiendo la presencia de minas.

  • “Yo estoy un poco resignada, por la edad viste, me queda muy poco tiempo, pero… qué felicidad sería encontrar a ese nieto!”. Nélida Decristófano de Orzaocoa tiene 92 años. Sus ojitos claros brillan y una sonrisa cargada de ternura y nostalgia se dibuja en su rostro cuando repite la emotiva frase. Espera con el corazón abierto que la aparición de su nieto o nieta la ilumine, y sentir ese encuentro de amor.

  • Las fuentes escritas durante el siglo XIX por militares, viajeros, cautivos[1] sobre las sociedades indígenas de la región pampeana y nordpatagónica han privilegiado la descripción de los guerreros -varones adultos en condiciones de tomar las armas- y han minimizado el rol de la chusma -todos aquellos individuos desarmados y sin poder: principalmente mujeres, niños y viejos-. Esta actitud no ha sido casual en un período de alta conflictividad inter-étnica -enfrentamiento entre indígenas y blancos- donde el objetivo perseguido por la sociedad blanca fue la eliminación de aquellos que consideraban "salvajes" y que representaban un obstáculo al "progreso" de las Provincias Unidas del Río de La Plata. La política oficial apuntó entonces a mermar la base población de los grupos indígenas matando a los guerreros en los enfrentamientos, pero también buscó paralelamente disminuir esta densidad demográfica eliminando físicamente niños, jóvenes y mujeres en edad de procrear o también tomando niños/as y jóvenes para entregarlos como sirvientes a funcionarios y oficiales que actuaban en la frontera.

  • La imposición del nombre o güi ocurría aproximadamente a los cuatro años, una vez que los niños habían aprendido bien a caminar solos.  En este momento tenía lugar un rito de iniciación que algunos autores denominan ceremonia de horadación de las orejas de niños y niñas, con un punzón de hueso. Este rito marcaría el paso a la segunda etapa: la de adiestramiento.

  • Uno de los ejemplos más altos de dignidad nacional, el que encarnan Abuelas de Plaza de Mayo, enriqueció las conciencias ciudadanas con su presencia. Fue en el marco de la semana de la memoria organizada por el Honorable Concejo Deliberante de Santa Rosa.

  • Un aspecto importante de la cultura de los pueblos americanos es el pensamiento religioso, incluyendo las concepciones cosmogónicas, lo mítico, lo mágico y todo aquello que los maravillara o aterrara por inexplicable, extraordinario o incomprensible. Tal universo metafísico estará siempre presente en sus expresiones y tiene un rol tan decisivo que, en lo artístico, siempre irá sujeto a estos parámetros. El postulado se cumple a rajatabla en cuanto a la denominada “platería pampa”. Esta cosmovisión se expresa en lo formalmente estético —la confección de joyas, abalorios y adornos— y en lo funcional, como la confección de elementos de uso concreto y cotidiano, fundamentalmente en objetos relacionados al uso ecuestre, de indudable influencia hispano-morisca.

  • En 1921, como parte de los esfuerzos del Estado nacional para “argentinizar” a una sociedad con una gran presencia de inmigrantes, se realizó la Encuesta de Folklore, un relevamiento de expresiones culturales y saberes populares en todo el país. Ahora, un grupo de docentes, no docentes y estudiantes de la Universidad Nacional de La Pampa, junto con personal del Archivo Histórico Provincial, está llevando adelante una Acción de Extensión Universitaria para la digitalización, sistematización y difusión de los documentos que contienen lo relevado en nuestra provincia.

  • Crónicas del fuego es una investigación periodística pampeana. Un libro que habla sobre los tiempos más agitados y conflictivos del pasado reciente de la provincia: los años ‘70; y de aquellos militantes revolucionarios víctimas de la dictadura militar. Secretos y enfrentamientos de una época que parecían haberse perdido y que por momentos se nos ocurren muy lejanos o muy presentes cuando los comparamos con nuestra realidad.

  • El 24 de marzo de 1976 comenzó en nuestro país un proceso histórico que marcaría nuestra historia. El Golpe de Estado encabezado por el Teniente Coronel Jorge Rafael Videla tuvo como objetivo primordial “ordenar” a la sociedad argentina, por ello este momento histórico fue denominado “Proceso de Reorganización Nacional”. Según las Fuerzas Armadas, Argentina estaba en desorden, reinaba el caos porque existía un supuesto “enemigo” al que se debía combatir, ese enemigo era la subversión. Y “subversivo” era todo aquel que se oponía al orden esperable del país, que no cumplía con los valores de la moral cristiana y del “ser nacional”.

    Durante este período, las instituciones educativas debían ser ordenadas, vigiladas y disciplinadas. Algunos autores, como Eduardo Duhalde, Carolina Kaufamnn, Romina De Luca, Pablo Pineau, entre otros/as, afirman que durante este período, fueron comunes las prácticas represivas tales como la desaparición forzada de estudiantes, docentes, investigadores y parte del personal no docente, encarcelación por motivos ideológicos, despidos, cesantías, cierre de instituciones y de carreras, prohibiciones de autores, libros, textos, teorías, y otras formas de censura.

    Parte de lo que sucedía en las grandes urbes, se replicaba en nuestra provincia. Las ideas de que en la Pampa “no se sintió el proceso represivo” durante la última dictadura o que nuestra provincia fue “una isla”, lejos están de seguir sosteniéndose como afirmativa. Al respecto, hay varios trabajos de investigación —como “El Informe 14: La represión ilegal en La Pampa” de Norberto Asquini y Juan Carlos Pumilla—,  que nos muestran los efectos del Terrorismo de Estado en La Pampa. Aquí, hablaremos sobre cómo se desplegaron estas prácticas represivas en las instituciones educativas, en particular el Colegio Nacional República de El Salvador, Sección Comercial Anexa, de la localidad de General Pico.

    A inicios de la década del `40 General Pico contaba con 12 mil habitantes; una localidad que progresivamente registró un importante crecimiento y que se convirtió en el sueño de muchos. La educación pasó a ser una demanda, una posibilidad de crecimiento para los jóvenes de la ciudad. Había cuatro escuelas de nivel primario pero no existía ninguna institución secundaria. Padres, abuelos, pero también la juventud, deseaban un lugar donde hacer crecer sus sueños, instruyéndose. Fue así como a finales de 1942 y por iniciativa de la comunidad piquense, se comenzó a idear y a trabajar en un instituto de enseñanza superior al ciclo básico de la enseñanza para que todo aquel joven que terminaba sexto grado pudiera adquirir conocimientos superiores. Un 25 de abril de 1943 se labró el acta constitutiva y el 22 de mayo se inauguró el Instituto de Enseñanza Secundaria, de entidad privada:

    Un lustro después, un 30 de mayo de 1948, el instituto pasó a depender del Consejo Nacional de Educación y comenzó así la historia del Colegio Nacional “República de El Salvador”. Sin embargo, y a causa de interés y necesidad poblacional y de inquietudes de una amplia zona aledaña, el 17 de mayo de 1958 se inauguró la Sección Comercial Anexa al Colegio Nacional.

    Una mirada al colegio

    Para comprender las prácticas represivas que circularon en el colegio Nacional durante entre 1975 y 1984, retomamos a Carolina Kaufmann (2007) quien afirma que en Argentina se dieron dos tipos de prácticas pedagógicas: por un lado las pedagogías autoritarias, es decir, las que tuvieron lugar antes del Terrorismo de Estado, y por el otro, un conjunto de prácticas pedagógicas procesistas, características de la última dictadura militar. Es decir, que para poder entender cómo funcionó el sistema represivo en el Nacional durante la última dictadura militar, debemos echar la mirada unas décadas hacia atrás, y atender a qué tipo de prácticas ya venían siendo visibles.

    A partir del análisis de documentos escritos como Hojas de conceptos, medidas disciplinarias, circulares, normativas y testimonios, pudimos hacer un breve recorrido y examinar básicamente las características del sistema educativo del Nacional durante las décadas del 60 e inicios de la del `70. Ya desde los primeros años de la década del `70 fueron comunes los llamados de atención a estudiantes por cuestiones conductuales, como utilización de vestimenta inapropiada, faltas de respeto a las autoridades o incumplimiento de las normas de convivencia establecidas en la institución. Estos llamados de atención derivaban en amonestaciones como medida disciplinaria. El control y el disciplinamiento fueron moneda corriente tanto en los pasillos como en las aulas.

    Pero también lo percibimos en las Hojas de Concepto que se le daba a fin de año a cada docente, donde se evaluaba su desempeño pedagógico. Tras la lectura, pudimos registrar que desde la década del `60 se realizaban apreciaciones a docentes basadas en la construcción de un tipo de docente ideal que respondía a una pedagogía autoritaria. El concepto de “control” aparece fuertemente marcado en varias devoluciones a docentes. En una Hoja de Concepto de 1959 una profesora recibió una felicitación puesto que “en sus clases impone disciplina”. También en 1960 la vicedirectora de la institución recibió en su apreciación anual lo siguiente: “su experiencia y sus inquietudes intelectuales le han conferido amplia cultura e idoneidad para su cargo. Revela condiciones directivas. Es eficaz en la orientación de la enseñanza y en el control general.” En 1962 recibe una valoración similar: “controla con habilidad y constancia el normal desarrollo de la autoridad escolar.” En otras hojas de conceptos, también de la década de 1960, aparecen ideas y valoraciones como por ejemplo: “se destacan sus condiciones para el control disciplinario.”, “maneja la clase con habilidad y pericia”, “digno de destacar su voluntad para cubrir horas libres y trabajar fuera de horario”, “muy buena puntualidad”, “ha trabajado con la misma dedicación a pesar de haber soportado problemas de salud”, etc. Queda claro el seguimiento estricto que se le hacía al cuerpo docente, detallando todo, desde la “capacidad” del docente, su “dedicación” y “compromiso” con la institución y las actividades escolares, su trabajo áulico, sus conocimientos, llegadas tarde e inasistencias por enfermedad.

    Las voces de los protagonistas

    Podemos decir entonces que el Colegio Nacional República de El Salvador Sección Comercial Anexa fue protagonista de un conjunto de prácticas educativas con un tinte autoritario, basadas en el control, la disciplina, el orden y el respeto, desde las décadas previas al tiempo estudiado. Estas características autoritarias se sostuvieron en el tiempo y la sociedad llegó a “normalizarlas”;  pero se agudizaron a partir del inicio del régimen dictatorial, sumando otras particularidades típicas del proceso.

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    Solicitud de Aplicación de Medidas Disciplinarias. Fuente: Colegio República de El Salvador.

    Al disciplinamiento, el control y el orden típicos de las décadas previas ya mencionadas, se le sumaban la severidad, el miedo, el silencio y la figura del detenido-desaparecido, entre otras.

    Traemos a colación a modo de justificar esta idea, las voces de algunos/as entrevistados/as, como ex docentes y ex estudiantes de la institución. De esos testimonios surgieron ideas como: “entonces uno tenía miedo y se cuidaba, eran los límites y ahí los límites estaban totalmente claros y establecidos”, “como el miedo no es tonto, nosotros cumplíamos al pie de la letra;” “era tanto el miedo que nos auto-controlábamos”; “y bueno, teníamos que callarnos”; “Acá si no tenías un vínculo directo con alguien que le había pasado algo, no te dabas mucho cuenta porque al ser una provincia pequeña, por lo menos en las familias nuestras, como que era que no se hablaba o no había tanto medio de comunicación, no sé, vivíamos un poquito en la ignorancia.”; “Una época difícil. También estábamos un poco, (…) como si ahora en este momento llegan los militares. Mucha gente que no sabía. Esa gente que no sabía, los padres de nuestros alumnos, no había la cultura de ahora, no había los medios de comunicación de ahora.”

    A esa frase “vivíamos un poquito en la ignorancia” o a la idea de falta de cultura, podríamos pensarla desde la existencia de un miedo latente, ya que decir que “no se hablaba” no es lo mismo que ignorar lo que sucedía.

    Podríamos afirmar entonces que parte de la sociedad naturalizó el autoritarismo, sostenido por un miedo oculto a la ley y quizá un poco de desconocimiento, pero también de desinterés para analizar la realidad. Un desinterés que podemos relacionar directamente con una sociedad aterrada. El miedo definió el accionar de distintos actores sociales. Un miedo basado en ciertas prácticas intimidantes, modeladoras e imperativas que eran generadoras de un silencio social, quizás como dijimos recién, por elección o por desconocimiento.

    Es decir, ante el miedo existente y la incertidumbre del contexto, se correspondía el silencio y, por ende, la falta de acción; de ahí la pasividad de los agentes sociales, particularmente en el sistema educativo. No hacía falta que la represión sea explicita, que hubiera violencia física, que se estacionara fuera del colegio un auto Falcon verde, símbolo de la desaparición forzada, porque sí existía todo este entramado pedagógico-social que venimos mencionado.

    En otras provincias tal vez la dictadura tuvo su cara visible en la cotidianeidad, como por ejemplo en la militarización de las calles e instituciones. Esto no se vio en los colegios secundarios de General Pico, pero sí podemos afirmar que tras analizar los cambios y continuidades dentro del sistema educativo, podemos entender de qué manera los sujetos educativos, y quizá parte de la sociedad piquense, fueron víctimas de este sistema de facto.

    La contracara de este repertorio coercitivo basado en las prácticas pedagógicas autoritarias procesistas, fue la salida democrática, momento en el cual en algunas subjetividades el miedo siguió latente; pero en otras, se logró una liberación muy notoria que daba cuenta de un sistema represivo previo. Una entrevistada nos contaba “En el 83 estábamos ya, yo termine en el 81 la secundaria; en el 83 viene Alfonsín con la Democracia y ahí si ya se flexibilizaron los uniformes. (…) Después hubo como una explosión de libertad. Ello llevó a exceder los límites de los alumnos.  (…) Me acuerdo que por ejemplo pintaban los baños, era como que viva la libertad, entonces ahí aparece la sociedad que no sé, no sé qué nos pasa… como que sacaron el bozal entonces sí, rompe todo.”

    Queda claro que tras el retorno democrático se vivió rápidamente un aire de emancipación, donde la libertad de expresión y la participación estudiantil comenzaron a ser moneda corriente. Esto puede ser motivo para comprender cómo los años previos respondieron a una lógica educativa procesista; si los agentes educativos no hubiesen vivenciado su práctica escolar bajo el autoritarismo, el orden, la disciplina, el respeto y claramente, bajo la sumisión, el miedo y el silencio, no hubiese sido tan efervescente, inquieta y liberada la etapa posterior. 

     

    *Victoria San Martínes profesora y Licenciada en Historia.
    Instituto de Estudios-Socio-Históricos, Facultad de Ciencias Humanas.
    Universidad Nacional de La Pampa.


    Bibliografía

    ASQUINI, Norberto y PUMILLA, Juan Carlos (2008) El Informe 14: La represión ilegal en La Pampa, 1975-1983. Santa Rosa, La Pampa. Ed: LyM.
    DUHALDE, Eduardo Luis (1999) “El Estado terrorista argentino: quince años después, una mirada crítica” en Catálogo colectivo de la Universidad de Buenos Aires,  Bs.As. Ed: Eudeba.
    Métodos cualitativos II. La práctica de la investigación”. Centro Editor de América Latina.
    DE LUCA, Romina (2013) “La educación argentina en épocas de la última dictadura militar: regionalización y descentralización del nivel primario de educación (1976-1983)” en Contextos Educativo, s, N° 16 (2013).
    KAUFMANN, Carolina (2007) “El discurso autoritario en el dispositivo pedagógico. La unicidad pedagógica. Argentina 1976-1983” URI, recuperado de  http://hdl.handle.net/2133/4347
    KAUFMANN, Carolina (2007) “El discurso autoritario en el dispositivo pedagógico. La unicidad pedagógica” en Kaufmann y Doval, Paternalismos Pedagógicos. Las políticas educativas y los libros durante la Dictadura, Buenos Aires, ed: Laborde.

     

  • Para quienes nos dedicamos a escribir sobre libros siempre es un verdadero gusto hablar sobre una nueva obra y en este caso particular, presentar 40 años de la Guerra de Malvinas, la selección de cuentos y relatos de autoras y autores de Chubut, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego. También un honor por el significado que tiene Malvinas para la mayoría del pueblo argentino. A esto lo encuadro bajo la idea o concepción de soberanía y de patria.

  • Laureano Barrera, autor de “La casa de la calle 30. Una historia de Chicha Mariani”, estará en Santa Rosa participando de una serie de actividades organizadas por la Fundación del Periodismo Patagónico. El viernes 3 de junio presentará este libro necesario, luminoso aún en el dolor; y el sábado 4 dará un taller de Periodismo Narrativo y DDHH.

  • La guerra impedía la llegada del carbón a los ferrocarriles ingleses. Corría el año 1917. Se decidió, entonces, que el combustible se obtuviera en los montes de caldén que cubrían buena parte de La Pampa. Fortunato Anzoátegui(1) -propietario, entre otras extensiones que poseía en La Pampa, del establecimiento “Los Surgentes”, de 50 mil hectáreas, en el bajo “Mará”, en cercanías de Guatraché- había vendido diez mil hectáreas de leña al ferrocarril.