En las últimas dos décadas los pueblos originarios irrumpieron en la escena política de los países latinoamericanos, como sujetos de derecho y actores políticos con reivindicaciones legítimas. En ese marco, los estados nacionales comenzaron a legislar y producir políticas sobre la cuestión indígena, al tiempo que los propios movimientos indígenas interpelaron sobre el modo de integración al orden social vigente y las posibilidades de hacer efectivos sus reclamos. A su vez, las demandas hicieron que las comunidades buscasen nuevas formas de identificación a través de la cual reivindicarse como indio.
Publicada en diciembre de 2017
En Argentina, la cuestión indígena comenzó a hacerse visible a mediados de la década de 1980, luego de la última dictadura militar y en el marco de un importante movimiento por la defensa de los derechos humanos. En este contexto, se consiguieron una serie de reconocimientos jurídicos para los Pueblos Indígenas, cuyo hito fundamental fue la reforma constitucional de 1994, en la que se reconoce la preexistencia étnica y cultural de los Pueblos Indígenas (art. 75 inc. 16). También hubo reformas constitucionales en otros países de Latinoamérica como Guatemala, Nicaragua, Brasil, Colombia, México, Ecuador, Perú, Chile y Venezuela, que reconocen el carácter multicultural de las naciones conformadas por una multiplicidad de ciudadanos.
En los últimos veinte años, la mayoría de las reemergencias aborígenes en la Argentina basaron sus reclamos en la situación de postración cultural, pérdida territorial y disminución demográfica en las que se encontraban sometidos.
En 1992 la campaña contra los festejos por el quinto centenario del “descubrimiento de América”, creó debates públicos que incrementaron la visibilidad de los pueblos originarios y de sus demandas. En la reforma constitucional de 1994, se pudo observar un notable nivel de militancia indígena y la reemergencia de grupos que se consideraban desaparecidos. Tal es el caso de los ranqueles en La Pampa, quienes comenzaron a organizarse como actores políticos hacia fines de la década de 1980.
Los ranqueles
Como se demostró en diversos trabajos, los ranqueles, pueblo originario de la región que hoy comprende las provincias de La Pampa y parte de San Luis, Córdoba y Buenos Aires, fueron víctimas de una política nacionalista que los llevó al borde de la desaparición física. Pero luego de más de medio siglo de silencio, la identidad ranquel volvió a emerger en La Pampa, en ocasiones rebautizados como rankülches. Actualmente este movimiento se vehiculiza a través de sus referentes indígenas, pero también en espacios vinculados con la academia y la política cultural del gobierno provincial. Y se caracteriza, entre otras cosas, por la organización de familias en comunidades, la reconstrucción y práctica de ceremonias tradicionales, gestiones por la restitución de tierras, intervención en la gestión del patrimonio arqueológico, reconstrucción y enseñanza de la lengua y la participación en eventos académicos.
Aunque es difícil hablar de una cifra exacta, dado que están en un proceso de organización constante, actualmente en La Pampa hay alrededor de 32 comunidades rankülche y una mapuche. En el resurgimiento y crecimiento de la militancia entre los rankülche, la restitución de los restos de Mariano Rosas, en 2001, marcó un antes y un después. Sin embargo, ya décadas antes, la movilización indígena en Argentina, y en La Pampa en particular, se venía haciendo sentir. German Canuhé —líder y referente de los ranqueles— sostiene que a partir de 1983 se produjo el retorno ranquel y en 1989 con 30 seguidores lograron que el Estado provincial reconociera la primera entidad indígena: la “Organización Aborigen Mariano Rosas”.
Actualmente, la mayor parte del pueblo rankülche vive en las provincias de La Pampa, San Luis y Córdoba, pero muchas familias y personas residen en la ciudad y provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza, Mar del Plata, Bahía Blanca y Tucumán. Los rankülches habitan tanto en zonas rurales como urbanas.
Población rural
En La Pampa, la población rural se concentra en la región noroeste de la provincia, en pueblos como Santa Isabel y Telén, en la Colonia Emilio Mitre, Algarrobo del Águila, Victorica y en las zonas aledañas. En el sur de San Luis, se ha instalado un asentamiento rural planificado llamado “Pueblo Nación Ranquel”. Los rankülches que aún viven en el campo habitan en “puestos” (espacio que reúne las casas, los corrales y los molinos) ubicados en chacras propias o de un patrón, y la mayor parte de la vida diaria transcurre fuera de la casa, en un área semicubierta que suele llamarse “enramada”. Se dedican a las faenas de campo (alambradores, molineros, hacheros y cuidadores de caballos). En menor medida hay quienes poseen tierra y animales propios (chivos y vacas) para el consumo personal y la venta. En algunos casos el ingreso familiar suele completarse enviando un integrante a las cosechas de frutas, como la uva, a las provincias vecinas como Mendoza.
En cuanto a la población rankülche urbana de La Pampa, la mayoría se encuentra distribuida en las ciudades del norte (Parera, Realicó y General Pico), del centro (Santa Rosa y Toay), y en algunas del sur y el este (General Acha y Miguel Riglos). En Santa Rosa, los indígenas provenientes del campo se fueron instalando en zonas específicas, dando lugar a barrios que actualmente concentran a la gran mayoría de los descendientes y/o pertenecientes a distintos pueblos de los históricos ranqueles.
Así, la organización de comunidades y diversos espacios vinculados con la reemergencia ranquel, como la participación en espacios académicos o la publicación propia de textos, la exposición y venta de artesanías y el deseo y acciones tendientes a la reconstrucción de una espiritualidad, cultura e identidad propia, son prácticas que vienen no solo visibilizándolos, sino aportando al marco de contención afectiva, social y política para muchas personas. De esta forma, el movimiento indígena sigue creciendo en nuestra provincia y en el resto del país y el continente.
Paula Chiuffo, Ignacio Roca y Claudia Salomón Tarquini