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OPINIÓN. Libro “40 años de la Guerra de Malvinas”

Para quienes nos dedicamos a escribir sobre libros siempre es un verdadero gusto hablar sobre una nueva obra y en este caso particular, presentar 40 años de la Guerra de Malvinas, la selección de cuentos y relatos de autoras y autores de Chubut, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego. También un honor por el significado que tiene Malvinas para la mayoría del pueblo argentino. A esto lo encuadro bajo la idea o concepción de soberanía y de patria.

Lo primero que quisiera destacar sobre esta obra publicada por el Ente Cultural Patagonia, es el valor que tienen las políticas públicas, las políticas de Estado, y más aún las que se hallan insertas e interpeladas, dentro de lo que se llama la batalla cultural, lugar donde —según propone el pensador Edward Said— se define la formación de las subjetividades, de la opinión pública, de los sentidos. Malvinas ha sido, es y será un territorio en disputa, como sucede con la Patria Grande, Abya Yala, o simplemente Latinoamérica. Por eso me parece interesante plantear desde ese lugar de disputa de significados, la lectura de Malvinas. En torno a la guerra de Malvinas es importante conocer todas las coordenadas posibles, porque hacen al clima de época, pero también a la resignificación constante que deben tener las políticas de Estado y la políticas públicas.

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Malvinas es un tema medular de nuestra historia, que se puede pensar, con todas sus vertientes y variantes, desde el campo intelectual, el simbólico o el político, pero tomando estos entrecruzamientos que hacen a lo personal y a lo comunitario. Es decir: estos textos, con sus respectivas autorías, también tienen su refracción en lo colectivo y en lo individual, más aún cuando intercede el Estado y lo convierte en un bien cultural; de ahí la responsabilidad de quienes administran la cosa pública. Por eso vale resaltar las políticas estatales que resignifican hechos tan profundos que identifican a argentinas y argentinos; y mucho más cuando implican al propio territorio, a la memoria, con lecturas posibles y diversas.

Batalla cultural

En lo que conlleva esa batalla cultural, no podemos soslayar los contextos e intereses, porque si no seríamos hipócritas en cuanto a lo que representa Malvinas; sobre todo pensando el lugar que ocuparon en la agenda política y estratégica para los gobiernos kirchneristas. Son ejemplos de ello el reconocimiento de los veteranos y veteranas, de los museos y lugares de memoria; pero también el evidenciar la desidia de quienes quisieron entregar las islas para pagar una deuda: hay una discusión y un debate de fondo, de que para cierto modelo de país las islas son un gasto y para otro, existe un significado histórico.

Walter Benjamin, en sus tesis de filosofía de la historia, plantea que el rol del historiador —aunque siempre he ampliado esa disposición a periodistas, escritores, investigadores, docentes, funcionarios—, es el de pasar el cepillo a contrapelo de la historia oficial. La historia de las élites, generalmente, que son las que construyen tanto como legitiman el sentido (los imaginarios) y la opinión pública.

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Tapa del libro en el que se incluye el relato "El casco de Beto", de la escritora piquense Nidia Tineo.

La profesora y poeta Carina Rita Medina resalta en las “palabras preliminares” que: “Hay hechos históricos, como el que conocemos como ‘Malvinas’, que oscilan entre la reivindicación y la elipsis; hechos que explican esa oscilación en gestos que impactan en la lengua que evoca su memoria. No es casual, por ejemplo, que ‘Malvinas’ se haya transformado en una metonimia que vale como sinónimo de lucha anti-imperial por la soberanía sobre el propio territorio, su gente (implantada por la potencia imperial), sus recursos naturales (petróleo, producción marítima) y su posición territorial estratégica para el comercio exterior, las comunicaciones y la defensa de la conexión al Pacífico. Decimos ‘Malvinas’, la ‘Gesta de Malvinas’, el ‘conflicto bélico de…’, elidiendo la malapalabra: ‘Guerra’”.

El trabajo que hace cada autora y autor en este volumen, a través de diferentes géneros o prácticas discursivas, es recuperar y resignificar a aquellas mujeres y hombres que fueron vencidos, a aquellas y aquellos que quedaron invisibilizados. Sabemos que con Malvinas pasó eso después de la guerra. Después del auge cuando se recuperaron, vino el olvido de cada soldado y soldada que participaron.

En consecuencia, resulta trascendente considerar a toda la escritura que ha habido, hay y habrá sobre Malvinas. Algunos textos del libro se remontan a antes del conflicto de 1982, por lo cual también debemos ejercitar la memoria, por el significado que tuvo Malvinas para María Sáez de Vernet, Luis Vernet, Antonio Rivero (el “Gaucho”) o el Operativo Cóndor, que realizó un grupo de militantes liderado por Dardo Cabo.

Tampoco olvidar la violencia estatal, la práctica del Terrorismo de Estado, donde están insertas, incrustadas nuestras Malvinas. La historia nos marca, deja sus huellas y sus relatos oficiales; ahí yacen en el pasado, pero perduran en la biblioteca, el exterminio de los pueblos originarios, el fusilamiento de Dorrego, la Semana Trágica, los fusilamientos de los obreros en la Patagonia, el bombardeo a Plaza de Mayo, los fusilamientos de José León Suárez y de Trelew, los 30.000 desaparecidos y desaparecidas. Cada uno de esos mojones tiene que ver, justamente, con el contexto de una política de exterminio y de persecución, cuyo grado más alto —según el sociólogo Daniel Feirstein— es el genocidio.

Ni los muertos estarán seguros

Malvinas cobra un nuevo sentido cada vez que la nombramos. Lo indago bajo otro planteo que hace Benjamin, cuando dice: “Ni los muertos estarán seguros ante el enemigo si éste vence. Y es ese enemigo que no ha cesado de vencer”. Lo examino desde la diáspora de los gobiernos con distintas orientaciones ideológicas y en la implementación de sus políticas públicas, de sus políticas de Estado; en las diferencias que existen en los modelos para pensar un país y lo que significan, en cada una de esas formaciones orgánicas, aquellos ciudadanos y ciudadanas que dieron su vida por la Patria.

En consecuencia, en ese archivo clave y esencial son tan importantes los monumentos, los museos, los libros, las manifestaciones y acciones que involucran a la cosa pública, como dispositivos o herramientas para contener a la memoria, a la que conjeturo profundamente vinculada con el territorio. Victoria Torres, profesora de la Universidad de La Plata, en la charla “Literatura y Malvinas” brindada en el Museo de Malvinas e Islas del Atlántico Sur, propone relacionar un territorio a la letra, al texto, para poner en palabras un territorio, posibilidad que se asemeja mucho a la idea del crítico literario y lingüista suizo Paul Zumthor, cuando dice que “el territorio se hace relato”.

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Sergio De Matteo (primero a la izquierda), durante el panel de expositores en la Feria de Autoras y Autores Patagónicos.

Podríamos pensar en el territorio, en el paisaje, en la imagen de Malvinas, pero no se termina ahí, porque en Malvinas están los cuerpos de nuestros soldados y eso, de alguna manera, se encarna con nuestras propias vidas, con nuestra historia, más allá de la función que cumplamos como investigadores, poetas, escritores o funcionarios. Se sale y se participa en la arena pública con el peso de los muertos sobre las espaldas. Por eso no podemos olvidarnos, tenemos ese compromiso y esa obligación, tal cual lo señala Benjamin, de recuperar el significado de esos hombres y mujeres que participaron en Malvinas.

Me atrevo a situar la idea de memoria en la línea de las investigaciones de Feierstein en su libro El genocidio como práctica social, donde refiere que: “Sin una fuerte transformación de nuestros procesos de construcción identitaria, sin una reformulación de los límites de nuestra responsabilidad ante el otro, sin entender que somos parte inescindible de las prácticas sociales que se desarrollan en las sociedades en las que habitamos y, por lo tanto, responsables morales por sus efectos, no será viable la posibilidad de desterrar al genocidio”. En Memorias y representaciones, propone un trabajo interdisciplinar para superar las disputas entre diferentes áreas de conocimiento que producen un parcelamiento de la realidad y obstaculizan un diálogo acerca de ella. El trabajo parcializado de historiadores, poetas, escritores, investigadores, debe relacionarse, fusionarse, para sopesar los dos planos en que se manifiesta Malvinas, tanto lo territorial como la materialidad humana. Hay que conjugar todos esos saberes para potenciar estos símbolos que nos identifican y nos unen.

La memoria

La memoria forma parte de ese entramado, un espacio que está conformado, como dice el historiador ruso Mijaíl Bajtín, por los sistemas modelizantes secundarios o complejos; donde comulgan tanto los trabajos científicos (antropólogicos, sociológicos, filosóficos, jurídicos, económicos, históricos, etc.), como los simbólicos, es decir, los del sistema literario, que incluye cuento, relato, novela, crónica, poesía, teatro y la canción.

La panorámica desplegada en esos materiales o bienes culturales, nos sujeta y da anclaje en la temática malvinense. La memoria sostiene el recuerdo y, a su vez, la trascendencia de esas vidas que defendieron la patria. Lo pienso también en este sentido de buscar los elementos materiales que permitan mirar ese pasado, verlos contemporáneamente y trabajar hacia el futuro, para que sigan presentes.

Otros dos detalles para destacar. Las ficcionalizaciones de los que no participaron de la guerra, y la escritura surgida de quienes fueron protagonistas de la gesta, que escribieron con su propia memoria y experiencia, con su propia sangre. Algunos ejemplos: Gustavo Caso Rosendi y su obra Soldados; Martín Raninqueo y sus Haikus de guerra; o Alicia Mabel Reynoso, y sus Crónicas de un olvido. Mujeres enfermeras en la Guerra de Malvinas.

Deben destacarse los innumerables trabajos científicos dedicados a Malvinas, la enorme cantidad de libros desde diferentes ópticas, discusiones, los múltiples protagonistas, siempre con el mismo objetivo de resignificar la gesta y a cada hombre y mujer comprometidas para defender el suelo patrio. Como última cita apelo a un haiku de Martín Raninqueo que dice: “Tras la bruma/ los niños que fuimos/ nos están gritando: adiós”.

En cada uno de los textos que integran 40 años de la Guerra de Malvinas, se encuentran cada uno de esos 649 hombres fallecidos en la guerra, cada uno de aquellos soldados que después del conflicto se fueron suicidando y también los veteranos y veteranas sobrevivientes de Malvinas.


Una feria de trascendencia nacional

La 2° Feria de Autoras y Autores de la Patagonia, desarrollada entre el 9 y 11 de septiembre en Río Gallegos, en el Complejo Cultural Santa Cruz, fue el lugar de presentación del libro 40 años de la Guerra de Malvinas, una selección de cuentos y relatos del 1° Certamen del Ente Cultural Patagonia 2022. La escritora piquense Nidia Tineo figura entre las premiadas. 2022 11 10 Nota De Matteo 40 años de Malvinas 5

Fueron sesenta propuestas, con una preselección realizada por el equipo técnico evaluador que integran los Fondos Editoriales del Ente Patagónico de Cultura: Florencia Lobo (Tierra del Fuego); Gabriela Luque (Santa Cruz); Carolina Wheeler (Chubut); Eliana Navarro (Río Negro); Carina Rita Medina (Neuquén); y Luis Talone (La Pampa). Participó como séptimo jurado el historiador y escritor argentino, Federico Lorenz, especializado en historia argentina y en la Guerra de Malvinas. 


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* Sergio De Matteo
es escritor y
presidente de la Asociación Pampeana de Escritores (APE)