Promedia la década del treinta y la atención de la opinión pública del territorio y de encumbrados círculos del país se vuelca hacia la prometedora aldea que es Santa Rosa. Hay razones para ello. La Argentina es víctima del auge de la trampa y la avaricia, elementos que contribuyeron a la calificación del período como “la década infame”. Por ende, cualquier elemento que contradijera esa tendencia provoca recelo y debe ser objeto de consideración.
Publicada en mayo de 1999
Un grupo de vecinos osados se ha atrevido a desafiar a los poderes públicos y al más importante monopolio energético de la región. Bajo la equívoca denominación de Compañía Sudamericana (SUDAM) se esconde una empresa de capitales norteamericanos que tiene instalado medio centenar de grupos generadores en el país. Su gerente local, Alan Campbell Towers, ha edificado una sólida relación con el poder del territorio al influjo de lo que representa un términos políticos y económicos.
La insolencia de los vecinos se manifiesta a través de una organización económica y social novedosa para el país y el medio, que propugna la solidaridad y abaratar costos de la hasta ahora abusiva tarifa de energía. Ha nacido la Cooperativa Popular de Electricidad.
Su gestación tiene dos apoyos sustanciales: el de la municipalidad de Santa Rosa, que no vacila en reconocer su legitimidad, primero, y adjudicarle la concesión del servicio de provisión de electricidad luego, y el vecindario que desde el primer momento se adhiere a la causa de la “usina popular” protagonizando luego, en su defensa, las más importantes puebladas que reconozca la primera mitad del siglo.
El surgimiento de la CPE y el desafío de generar electricidad a precios accesibles es el eje sobre el que giran otros elementos de vital trascendencia.
Buena parte del futuro de esta ciudad y de la anhelada provincia comienza a decidirse aquella noche del 30 de setiembre de 1935 en que vence la concesión de la SUDAM al tiempo que la CPE debe asumir a concesión del servicio.
Si los cooperativistas hubieran fracasado en su propósito, se hubiera fortalecido el monopolio y derrotado para siempre o por un largo período, la idea de un movimiento social sustentado en la igualdad y la solidaridad.
También se hubiera debilitado el corpus ideológico de los pioneros y de las autoridades municipales, cuyo audaz y ejemplar apoyo constituía un virtual alzamiento en contra de los capitostes de la gobernación.
Por si fuera poco, buena parte de los cooperativistas abogaban por la conquista de la independencia del territorio en el afán de dirigir sus propios destinos. Su fracaso hubiera implicado también un duro revés a su espíritu de lucha y hubiera desbalanceado la relación de fuerzas imperantes hasta ese momento.
De manera que no es casual que la atención pública se volcara a estos confines. Tampoco los es la circunstancia de que aún hoy, a más de seis décadas de aquella gesta, la “Usina de las Trilladoras” siga siendo una referencia de la lucha y el heroísmo, y un ejemplo que prevalece y se proyecta a otros ámbitos.
Conocer los hechos de aquel tiempo y comprenderlos es, pues, un bueno comienzo en el camino de edificar nuevos horizontes.
Cronología:
1903: (junio) Con a presidencia del Concejo Municipal a cargo del señor Gabriel Anza y ante el fracaso de provisión de luz mediante lámparas de alcohol, se decide consultar a empresas de Buenos Aires para proveer alumbrado municipal al radio urbano de Santa Rosa.
1906: Se produce un ensayo de luz a gas acetileno por el término de un mes en la plaza central.
1908: (setiembre) La municipalidad convoca a licitación publica para el suministro de energía eléctrica.
1909: (junio) La municipalidad acuerda con la sociedad Bancalari-Forchieri, propietaria del molino harinero local, la concesión para el suministro eléctrico y la fuerza motriz para su generación, por el término de 15 años. En uno de los artículos se estipula que la municipalidad construirá la red de alumbrado público a partir de la usina. El establecimiento lleva el nombre de “La Pampa” y ha declarado un capital de 100 mil pesos. Es presidente del Concejo Municipal el señor Tomás Mason.
1909: (27 de octubre) Se escritura el primer contrato de concesión ante el escribano Ricardo Lencinas Ortiz.
1910: (2 de mayo) El acta municipal número 178 deja establecido que as primeras redes, tanto públicas como privadas, sonde propiedad del municipio. Años más tarde, al disputarse la tenencia de las redes, este dato tendrá relevancia por cuanto los cooperativistas y el vecindario entienden que han abonado 18.800 pesos a la Sudamericana por las redes. Esta cifra surge del pago de 10 pesos que cada vecino ha efectuado en concepto de derecho de conexión, tomando como referencia el total de abonados al momento de producirse el traspaso del servicio.
1913: (6 de febrero) La municipalidad concede en forma gratuita el uso de la red de alumbrado público y particular a la concesionaria Bancalari-Forchieri. Se la faculta para que exija a los usuarios la instalación de medidores. A cambio de este beneficio la empresa debe suministrar el servicio de alumbrado a partir del 1º de abril hasta el 1º de agosto hasta la hora 5:00 y el resto del año hasta la hora 3:00. Además, se compromete a suministrar, gratuita y permanentemente, electricidad a todas as necesidades de la municipalidad y a las entidades de beneficencia por lo menos dos veces al año conforme éstas lo soliciten.
1913: 25 de julio) El contrato es ampliado por otros 22 años en escritura que rubrica el escribano José M. de la Cámara. Por lo tanto este último documento establece el vencimiento el 1º de octubre de 1935.
Antecedentes
En 1894 ,al asumir el primer Concejo Municipal su titular, Tomás Mason, ubica a la iluminación pública con lámparas de aceite entre los objetivos centrales de la gestión.
Fue consecuente con esta formulación. Un año más tarde, en la ordenanza número 8, se deja establecido el valor de varios servicios entre los que figura el alumbrado.
Queda clara la vocación recaudadora del fundador de Santa Rosa. En la norma legal se fijan los siguientes valores de los impuestos para los rubros que se detallan: alumbrado en almacenes, tiendas, hoteles, cafés y confiterías 3 pesos por mes; industrias 2,00 pesos; bodegones 1,50 y casas de familia 0,50. Según el censo nacional de ese año el poblado contaba con ochocientos veinte habitantes que se distribuían en poco menos de un centenar de hogares.
Con estos antecedentes no resulta casual la firmeza con que Gabriel Anza decide la compra de veinte lámparas de alcohol para realizar una prueba de iluminación en la plaza Mitre (hoy San Martín),expediente que luego prosigue el siguiente presidente del Concejo, Pedro Médici, y que culminaría en fracaso1.
Precisamente con este intento frustrado concluíamos nuestra anterior entrega. Antecedentes que se ofrecen a los lectores con la intención de estimular nuevas aportaciones de datos que enriquezcan esta cronología de la evolución de la iluminación en esta capital.
Afortunadamente las primeras administraciones municipales prodigaron una fuerte atención al tema y no se arredraron ante los inconvenientes. Es que para esos momentos, primeras décadas del siglo, las ideas matrices de la inmigración venían impulsadas por un apotegma que luego signaría buena parte de los emprendimientos ciudadanos: la derrota, sostenían, es la madre de la victoria.
Cronología
1915: El suministro de energía avanza con cierta firmeza. A lo largo de la década se producen avances significativos en materia de tendidos de redes públicas y domiciliarias. La empresa prestataria Bancalari y Forchieri atraviesa por un buen momento y las crónicas de estos años descubren a uno de sus propietarios, Francisco Forhieri, integrando agrupaciones cívicas y desarrollando actividades en el concejo Municipal.
1925 (junio) Tras un elocuente triunfo electoral los socialistas asumen la conducción municipal. Sus políticas entran en colisión con algunas prácticas comerciales existentes. Es así que las relaciones entre la intendencia y la empresa prestataria de energía se resienten. El presidente del Concejo, Victor Lordi, ha encabezado una demanda a los propietarios de panaderías y del molino harinero para que se rebaje el precio del pan. Debido a la cerrada negativa la comuna inicia un juicio por maniobras propias de un trust y decide crear su propia fábrica de pan. La población de Santa Rosa supera los 6.000 habitantes.
1926 (4 de julio) Vecinos de Punta Alta reunidos en una numerosa asamblea realizada en la Sociedad de Fomento constituyen la primera cooperativa eléctrica del país. La iniciativa será el germen de un modelo de organización semejante en Santa Rosa, cuatro años más tarde.
1928 (27 de diciembre) Fallece el fundador de la ciudad, Tomás Mason. Su deceso motiva múltiples homenajes, entre ellos la recordación de que bajo su gestión al frente de la Municipalidad se le otorgó un gran impulso al objetivo de dotar de iluminación adecuada a la ciudad.
- Como dato ilustrativo consignemos que en marzo de 1931 el intendente de Buenos Aires, José Guerrico, apaga el último farol de alcohol. Aunque había alumbrado eléctrico desde 1896, persistían faroles a gas y otros combustibles instalados en 1853, reemplazando a los de vela y grasa de potro del virrey Vértiz.
*Juan Carlos "Pinky" Pumilla es escritor. Publicó esta y otras notas sobre la historia cooperativa cuando era responsable del Archivo Histórico de la CPE.
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Historia de la CPE