Hace 25 años, un 8 de enero de 1999, se inauguraba la primera oficina de atención al público de CPEnet, el recién nacido servicio de internet de la Cooperativa Popular de Electricidad. Era la inauguración formal de un desafío que se había iniciado apenas unas semanas antes, cuando se había habilitado el acceso a Internet a los abonados santarroseños, quienes desde sus computadoras llamaban (módem mediante) a una línea telefónica especial para ser conectados a la “Red de redes” del mundo.
Los módems se encargaban de discar un largo número telefónico que comenzaba con “0610”; luego del característico ruido de conexión que emitían esos artefactos, se podían disfrutar en los monitores de tubo de rayos catódicos de las computadoras, algunos pocos contenidos en la web, chatear con amigos de otras regiones y consultar o enviar correos electrónicos. No existían Youtube, ni Netflix, ni Whatsapp, ni Instagram. De hecho, si hubieran existido, mirar un video de dos o tres minutos, hubiera requerido estar conectados, descargándolo, unas cuantas horas. Así de limitadas eran las conexiones, no sólo en Santa Rosa, sino en todo el mundo.
Aquellos primeros pasos de CPEnet iban a reconfigurar la fisonomía de la Cooperativa, hasta entonces claramente delineada por el servicio eléctrico, principal razón de su existencia y motor de su desarrollo histórico.
Desde unos meses antes, el entonces presidente de la entidad, Oscar Nocetti, venía insistiendo en la necesidad de incursionar en el servicio de internet, no solo para brindar esa posibilidad a los asociados; no solo para continuar con un mandato histórico que ubicaba a la entidad santarroseña como pionera en la incorporación de nuevos servicios; sino también para dejar de estar cautivos de un servicio, el eléctrico, que había sufrido los golpes neoliberales de la década del 90. Los consejeros de la CPE advertían en los diarios que “el servicio eléctrico pasaría a ser como el cigarrillo en los kioscos”: en un contexto de crisis social y económica generalizada —que decantaría en la explosión de 2001—, pocos serían los excedentes que permitirían subsistir a las distribuidoras cooperativas. Había que diversificar la inversión.
Tres personas
Fabián Denda y Pablo Regúnaga, quienes ya eran empleados de la cooperativa, fueron destinados a desarrollar el servicio. Y el 1º de diciembre de 1998, antes de arrancar, se incorpora Marina Micheli —hija de un operario de la CPE fallecido en esa época—, quien debería encargarse de gestionar los abonos.
“La gente —recuerda Nocetti en un homenaje realizado este lunes 8 en el Consejo de Administración a aquellos primeros trabajadores— no reclamaba un servicio de internet, pocos sabían que eso existía”. Sin embargo, la CPE recurrió a sus ahorros en dólares y decidió comprar los equipos y convertir a la entidad en la primera cooperativa eléctrica en prestar el servicio de internet.
La respuesta de la comunidad fue, como ante cada paso histórico que ha dado la cooperativa, el acompañamiento fiel. La cooperativa ofrecía internet por 25 pesos, una suma claramente inferior a lo cobrado en otras regiones del país, pero aun así eso le permitía a la entidad recuperar la inversión y proyectar el crecimiento del nuevo servicio.
“No se podrían haber concebido los servicios de telefonía básica (CPEtel), televisión por cable (CPEtv) o internet por banda ancha, sin la creación de aquel CPEnet por acceso telefónico”, recordó Fabián Denda, quien fue primer gerente de Telecomunicaciones.
El crecimiento de CPEnet permitió el tendido, en 2002, de la primera red física para los nuevos servicios, encabezados por la telefonía fija. Una combinación de cable coaxil y fibra óptica concebida para albergar, en un futuro, a la televisión, lo que sucedió siete años más tarde. Justamente en este verano de 2024, esa red está en pleno proceso de modernización, siendo completamente sustituida por otra de fibra óptica, con capacidades de transmisión de datos inimaginables hace 25 años.
El 8 de enero de 1999 se habilitaba una oficina en el hall de la sede de Raúl B. Díaz. Poco iba a permanecer allí. El exponencial interés de los asociados fue obligando a la CPE, más temprano que tarde, a buscar nuevas locaciones e incorporar mucho más personal, hasta llegar a ocupar todo un edificio, sobre la calle 1º de Mayo, donde hoy se alberga una moderna central y trabajan más de 100 personas, brindando servicios de telecomunicaciones para Santa Rosa, Toay, Anguil y Catriló.