Avanza el siglo y don Tomás Mason sigue en campaña. A casi dos décadas de su fundación, Santa Rosa aún no ha resuelto satisfactoriamente la demanda de iluminación pública. Los emprendimientos ejecutados hasta la fecha, en consultas con proveedores metropolitanos, no han dado mucho resultado.
Publicada en agosto de 2001
Lo cierto es que el hombre fuerte de la población presiente las debilidades de su jefatura. Hay razones para ello: las referencias de los avances de la modernidad en Buenos Aires son cotidianas y consecuentemente las comparaciones odiosas. Y otra: la administración municipal es apetecida por otros prohombres lugareños de prestigio ascendente que pueden hacer sombra, y mucha, al fundador.
El primer convenio de concesión
Pero don Tomás es pragmático. Y nada pusilánime. De manera que al llegar la primavera de 1908 propone al Concejo Municipal la convocatoria a licitación para la provisión del alumbrado público. El objetivo es simple: obtener localmente un generador que garantice la prestación. Y lo más importante, que ese generador sea eficiente y confiable.
Nueve meses más tarde la comuna cree haber encontrado a los empresarios dispuestos al desafío. Sin mayores titubeos se acuerda con la sociedad integrada por los señores Bancalari y Alfredo Forchieri la provisión del fluido.
¡Albricias!
¿Quiénes son Bancalari y Forchieri? Pues... precisamente los propietarios del molino harinero local, que proveerán de la fuerza motriz para el suministro eléctrico por el término de 15 años.
A nadie se le escapa, en la ascendente aldea, que la comuna ha dado un paso de singular importancia. Los empresarios harineros acreditan sobrada solvencia para negociar con la intendencia: el molino La Pampa ha declarado un capital societario de 100.000 pesos y el negocio de la harina es clave en un país que pretende convertirse en la panadería del mundo.
Nadie sospecha, ni aún los más imaginativos, que junio de 1909 se inscribirá en la historia lugareña como un hito en materia de abastecimiento eléctrico. No es para menos, por un lado, se firma el primer contrato de concesión. Por otro, la intendencia se compromete a la construcción de la red eléctrica.
El 27 de octubre de 1909 se escritura la primera estipulación de concesión ante el escribano Ricardo Lencinas Ortiz.
Don Tomás está satisfecho. Tanto, que al inaugurar el período de sesiones ordinarias de 1910 arranca aplausos al expresar su satisfacción por la circunstancia de que Santa Rosa es la primera población pampeana en contar con fluido eléctrico.
Entre los que lo aplauden se encuentra el que habrá de ser integrante del primer partido político organizado de Santa Rosa, el Comité de Comercio, y asimismo concejal durante las gestiones de Tomás Mason.
Su nombre: Alfredo Forchieri.