La gesta de las cooperativas y en particular del servicio de distribución de energía está repleta de “historias” personales: gente que resolvió situaciones de hecho con las pocas herramientas que tenían a mano y que antepusieron el interés de muchos por sobre el límite de sus propias responsabilidades. Don Clemente César Rodríguez tiene un espacio ganado, de esa forma, en el respeto y reconocimiento de los viejos vecinos de Ataliva Roca. Entre 1.962 y 1.971 fue el responsable del motor comunal que generaba y distribuía la energía entre los pocos pobladores del pueblo.
Publicada en agosto de 1999
Don Clemente recuerda los “viejos tiempos” con la claridad de quien vivió los hechos: “le decíamos la usina porque se había traído un equipo de 26 Kv con un motor de un tractor SOMECA de 45 caballos que funcionaba a gasoil, y le daba luz a todo el pueblo”. Detalla que “estaba instalada cerca de lo que hoy es la sala velatoria de la CPE; era el año 62” y agrega que “al principio alimentaba a todo el pueblo, pero a los tres años ya resultó chico. Se hizo reparar el motor, y lo repararon mal, después el excitador que alimentaba al alternador se quemaba seguido”.
“Día del usinero”
Un dato que lo entusiasma: “yo principié a trabajar el día del usinero, el 13 de julio de 1962”. Su experiencia laboral era práctica: “estaba sólo en la usina, y había aprendido todo en la de Doblas con el viejito Kheler” recuerda.
La energía llegaba “bien”, pero las complicaciones aparecían cuando algún vecino sobreestimaba la capacidad y conectaba una “soldadora eléctrica y hacía apagones en el pueblo, porque la usina no daba para tanto” rememora don Clemente. Los inconvenientes se sumaban también por cuestiones económicas. “En el pueblo había un proveedor de gasoil, pero muchas veces no teníamos porque no le pagaban y yo tenía que ir a buscar gasoil al campo en una catanguita Chevrolet que tenía, pagándome yo la nafta”.
En ese momento el intendente era Domingo Orienti y los empleados municipales eran “el que llevaba los libros, el casero y yo”.
Don Clemente no se fue más de Ataliva, pero nació en la Colonia Roca, cerca de Cachirulo, el 23 de noviembre de 1.918. Parte de una familia de ocho hermanos, llegó al pueblo en el año 59 y puso un taller, “que es el más viejo que hay y me dediqué a la electricidad cuando pusieron la usina” señala con un toque de orgullo.
Antes de esto el pueblo no tenía luz, años atrás apenas se ponía un farol en la plaza. Los recuerdos se transforman en frases simples: “el tendido de los cables lo hizo la Casa Pastor de General Pico, que trajo las palmeras, el alambre de cobre y el personal para hacer el edificio y todo, pero la instalación eléctrica en las casas la hacía yo, igual que el mantenimiento”.
En 1.971, mediante un convenio entre la CPE y la provincia, se construyó la línea de 13,2 KV que abastece a Ataliva y desde 1.972 la entidad santarroseña empezó a brindar el servicio eléctrico, y con él una amplia gama de servicios solidarios que hoy incluyen la sala velatoria y una enfermería.