Desde la teoría o crítica literaria se intenta comprender cómo funciona una obra de arte, tanto en obra en sí como en relación con otras producciones y, además, de la interacción con el contexto, de su tracción respecto a la realidad. En ese sentido, así como hay una biblioteca de libros de diferentes autores y autoras, también hay otra serie de textos con las interpretaciones. Esta vinculación entre composición poética y actividad reflexiva la abona Gottfried Benn en Problemas de la lírica (1951) cuando plantea: “Una poesía nueva significa para el autor, cada vez, domar a un león y para el crítico mirar en los ojos a un león”.
Muchas veces sucede que existen textos o canciones que refractan un momento determinado de la historia, denotan el clima de época, cargándose, por ello, de significados, pero una vez cumplida dicha actuación se desechan y caen el olvido; aún así quedan en el reservorio de la memoria. No obstante, “todo sentido tendrá su fiesta de resurrección” (Bajtín, 1982), es decir, las obras como sus autoras/es pueden ser resignificados tiempo después de la creación. Incluso se abre otra opción, no sólo la posibilidad de que una obra de arte sea valorada luego de un periodo prudencial, sino que también esa obra por determinadas cuestiones —como sugiere Alain Badiou en su trabajo El siglo (2005)—, se adelanta a su propia era. De acuerdo a esa concepción, artistas y obras han manifestado las cosas por venir, es decir, se han anticipado en los hechos a la propia historia.
En ese doble juego de la antelación pero también de la representación de la actualidad, o sea, de la misma realidad, se gestan bienes culturales que, con sus significantes, marcan etapas, saberes, territorios e ideologías. Ese capital simbólico tiene incidencia en la formación de las ciudadanas y ciudadanos, porque interpreta la idiosincrasia de un pueblo, trama un relato que sustenta los acontecimientos históricos y un sentido común, de pertenencia. Una comunidad imaginada que, en definitiva, deriva en la misma construcción política y sociocultural.
En la provincia de La Pampa, quizás el género más emblemático en cuanto a la cantidad de obras y, también, a la solidez de las mismas, sea la lírica, sustentándose en la fuerte vinculación entre poesía y canción, acompañada, además, por un trabajo mancomunado entre poetas y músicos que se han convertido en referencia de la región. En consecuencia, es posible contar con un valioso y amplio cancionero pampeano, donde se destaca, por sobre todo, el Cancionero de los ríos (1985), que incluye la denuncia de la problemática hídrica, la reivindicación de la lucha por los ríos y también la concepción de canciones de singular belleza. Sin embargo, es ineludible resaltar a los poetas faros que han sido constantemente musicalizados, como Juan Carlos Bustriazo Ortiz, que ya supera el centenar y medio de poemas, Edgar Morisoli, con otro centenar de poesías, Ricardo Nervi, Julio Domínguez o Roberto Yacomuzzi, y, entre las mujeres, podría citarse a Olga Orozco, Teresa Pérez, Ana María Lassalle, Margarita Monges o Celina Mauro.
Así como se resaltó el diálogo y la cooperación entre canción/poesía, con la consiguiente fundación de una identidad, también hay que resaltar, dentro de los géneros literarios con mayor productividad en nuestra provincia, el cuento y el relato; que son la base de una rica tradición narrativa lugareña.
En este breve artículo que hace pie, justamente, en categorías que explican la anticipación o la connotación de la época a través de la producción de una obra, nos pareció interesante realizar el ejercicio de resignificar tres textos de autoras/es de la región que, de alguna manera, están atados a profundos significados de nuestra cultura. Son parte del estar-situados kuschqueano y concebidos con elementos emergentes de la raigambre popular, donde se debate la exclusión/inclusión social occidental y la subjetividad de América Latina.
Textos que, inclusive, situándolos en un tiempo-ahora, indagan los hechos que han tenido un protagonismo importante en estas semanas de disputa política en el continente, como fueron las elecciones en Bolivia, que venía de un golpe de Estado planificado (con OEA y todo) contra Evo Morales, o el plebiscito en Chile, con el triunfo del mandato de revocar la constitución pinochetista, para alumbrar una nueva desde y para la democracia.
Estas obras responden, otra vez, a un clima de época y se cargan con sentido simbólico de la Patria Grande, con su pasado pleno de opresiones (genocidio) y de luchas por la liberación, donde los dioses, la flora y la fauna, los hombres y mujeres de esa América profunda no sólo hablan desde sus culturas originarias sino que, incluso, son en estos días turbulentos un ejemplo del respeto por la tierra, la naturaleza.
En ese sentido, las creaciones temporales que se presentan, trastocan los tiempos y fondean los dictados hegemónicos, también ponen en evidencia a este planeta roto por el mercado capitalista, la producción transgénica y el extractivismo, ahora acuciado por la pandemia Covid-19.
Roberto Yacomuzzi
Solamente poemas y canciones (Nueva era, Santa Rosa, 1993).
“Piel América”
Encuentro un pueblo más acá del pueblo
a la luz de la sombra que lo iguala
quetzal y puma, interrumpido cielo
memoria del maíz y la obsidiana.
Junto al hambre, la fiebre, las cadenas
al dolor en el alma y en la herida
vive un claro designio de los hombres:
la causa de la sangre redimida.
Un río de marfil y otro de cobre
van juntando sus aguas y el oleaje
funda el cauce final que se levanta
para lavar de América el ultraje.
Un tramo de razón nos pertenece
el que va del origen al destino
quien elige la ruta es el marino
aunque el viento por momentos crece
José Gervasio Artigas se amanece
para fijar un rumbo estremecido.
Encontraré de nuevo ese pueblo
cuando el pueblo
uno mismo en la paz, uno en la tierra
cierre las llagas de Cuautemoc
y guarde el fuego
dentro del corazón, en las guitarras.
...Cuando el Alto Sol Americano
para siempre de pie, como aquel día
ande a mi lado.
...Cuando seamos todos
cuando seamos uno
cuando seamos.
Vamos mi pueblo que más abajo
no queda espacio para lo humano
no estés llorando lo que has perdido
no te avergüences de lo pasado.
Cuando el camino nos de un respiro
haremos fuego, seremos canto
y volveremos la vista al tiempo
ya sin olvido, ya sin espanto.
Música: Gerardo “Lalo” Molina y Delfor Sombra.
Guillermo Herzel
Historias personales (Editorial Voces, Santa Rosa, 2012).
“Ese rostro”
Ese rostro que cruza la multitud lleva todos los vientos y los exilios del espanto.
Tiene formas de madera y destino celeste de araucaria. Sobre él han trabajado los años y las heridas de los abuelos que vuelven. El paso es firme y la voluntad del reclamo pone su nombre sobre la pancarta.
Ese rostro que cruza la multitud me mira desde los ojos originarios de América. Me mira desde un mundo incendiado. Lleva en la mirada coraje de cinco siglos, y su reproche suena como las armas.
Ese rostro tiene el color de la arcilla que día tras día sus manos amasan. Es el momento preciso en que un médico me golpea con su palabra para recordarme -para recordarle a la multitud- que los tambores no suenan en vano.
Una vieja mapuche ha cruzado la calle. Su rostro y su pancarta llevan todos los vientos y los exilios del espanto.
Los tambores, no suenan en vano...
Neuquén. Movilización de los trabajadores de la salud.
Último viernes de abril de 2005.
Águeda Franco
Raspando los días (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2017).
“del machu picchu”
I
acá en la ciudadela
tengo los ojos verdes
la luz hace esos pases
me alumbra hacia adentro
con un verde soleado
II
golondrinas
oscuras y pequeñas
vuelan en las terrazas
ágiles
van y vienen en el tiempo
os siglos juegan aquí
su baile de disfraces
ayer no pasó nunca
la piedra sigue piedra
pulida o tosca
eterna
III
vi mariposas negras
las vi esquivando visitantes
entrando a las casas sin techo
al observatorio de belleza curva
las vi bajar en picada
a beber en una flor silvestre
hacer volutas en el aire
y diluirse ante mis ojos
incrédulos
doradamente verdes
IV
caminé por el valle sagrado
cargando tu osamenta
cómo pesaban tus huesitos
al subir escalones de piedra
labrados sin apuro
tu respirar cansado
se entremezclaba
con mi falta de aire
con mi boca reseca
a ratos
el peso de mi espalda me aplastaba
me aplastaba el silencio
a ratos
revivía en el agua
que salmodia entre piedras
un murmullo de quinientos años
el valle
sagradamente te tomó de los hombros
te hizo un hueco en la montaña
arriba
donde el cóndor pasará a buscarte
y te retornará por fin
a las estrellas
V
íbamos calle abajo
un estruendo nos volvió la cabeza
sobre las casas empinadas
el cielo de cusco se llenó de estrellas
de colores mojados
estallaban a intervalos mágicos
formaban otras y otras más
contra el fondo negro
se abrían como rosas en círculos concéntricos
chispas anaranjadas rojísimas violetas
se extinguían y recomenzaban
esas rondas de luz
se nos metían en el alma
seguimos calle abajo
cada tanto florecían las luces
y nos dábamos vuelta
una vez y otra
llegamos al hotel
nadie supo decirnos
de qué fiesta eran los fuegos de artificio
entonces quedó claro
eran para nosotras
cusco nos despedía
con u cielo irisado
mudamente
le juramos volver
*Sergio De Matteo es escritor. Presidente de la Asociación Pampeana de Escritores (APE)