Nuevo 1° de Octubre es una publicación mensual y gratuita de la CPE.
IRAK: DE ALIADO A ENEMIGO DEL MUNDO OCCIDENTAL

La Primera Guerra Mundial determinó, entre otras consecuencias, el desmembramiento del antiguo Imperio Turco. Irak, posesión del pasado imperio, fue paulatinamente controlado por el Imperio Británico, primero bajo la forma de un protectorado y luego en un territorio semi independiente aunque siempre bajo control inglés.

Publicada en marzo de 2003

Durante la Segunda Guerra Mundial crecieron las agitaciones antimperialistas en los territorios sometidos a Gran Bretaña, que aún poseía el mayor imperio mundial, entre las que figuró la rebelión de Rashid Ali en Irak quien ocupó el poder en la primavera de 1941, pero resultó rápidamente suprimido. Tras el fin de las hostilidades, Irak en 1945 se liberó completamente del dominio inglés y ganó autonomía política real.

Sin embargo, el intervencionismo occidental no cesó en la región. El surgimiento de la hegemonía mundial norteamericana y su correlato, la guerra fría, convirtieron al área en una zona geoestratégica clave por la existencia de grandes reservorios de petróleo. La tendencia dominante entre los gobiernos de la región fue la constitución de un bloque propio para seguir una vía que se adecuara a la idiosincrasia de los pueblos. En 1945 nació la Liga Árabe, una unidad más teórica que real.

La gran riqueza de la zona, el petróleo, constituyó un elemento que contribuyó a la tensión en este bloque, al dividir a los países en ricos y pobres, con la particularidad de que la existencia de riqueza en un lugar no supone una redistribución en el conjunto de su población. En 1960 se creaba la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que va más allá de los países árabes pero cuya presencia es indudablemente decisiva.

En 1958 un golpe militar derrumbó en Irak un régimen dependiente de Occidente. Apareció entonces, a partir de la intervención de un grupo de oficiales de menor rango -de inclinaciones radicales e izquierdistas- en los que la vida militar ofrecía buenas perspectivas profesionales a los jóvenes capaces e instruidos que dispusieran de influencias familiares y de una buena posición económica, un intento original de amalgamar elementos tan diversos como el nacionalismo, el populismo y el socialismo, engarzados en una óptica que buscaba conjugar modernidad y unidad panarabista.

El intervencionismo occidental no cesó en la región, el surgimiento de la hegemonía mundial norteamericana y su correlato, la guerra fría, convirtieron al área en una zona geoestratégica clave por la existencia de grandes reservorios de petróleo.

La política iraquí estuvo determinada, hasta la guerra del Golfo de 1991, por diversas alianzas de oficiales nacionalistas, comunistas y el partido Baas, todos ellos partidarios de la unidad árabe y del socialismo pero no comprometidos con la ley del Corán.

Conflicto Irán-Irak o la construcción del aliado occidental

La rivalidad existente entre las dos potencias occidentales del Golfo Pérsico, Irán e Irak, por la obtención de mejores posiciones en sus costas provocó la sangrienta guerra de ocho años (1980-1988). El líder iraquí, Saddam Hussein, en septiembre de 1980, aprovechó la conmoción interna iraní resultante de la destitución del Sha Reza Pahlevi y la instauración de la República Islámica bajo el liderazgo del ayatollah Jomeini, para atacar Irán. Se inició una guerra que no tendría claros vencedores o vencidos pero lo significativo fue el explícito apoyo de Estados Unidos a Hussein transformándolo en aliado de occidente frente a la revolución iraní.

Guerra del Golfo

El fin de la guerra fría, gracias al inesperado, imprevisto y definitivo hundimiento de la entonces Unión Soviética, dejó a los Estados Unidos como potencia global hegemónica. En este contexto internacional, la guerra del Golfo contra Irak en 1991 puede ser analizada como una tardía compensación por los terribles momentos de 1973 y 1979 (las crisis del petróleo), cuando la mayor potencia de la tierra no supo cómo responder a un consorcio de débiles países tercermundistas que amenazaban con asfixiar sus suministros de crudo.

Los reclamos de Irak por Kuwait –pequeño protectorado británico, también rico en petróleo- eran antiguos y constantes, pero no condujeron a la guerra hasta que el Golfo Pérsico dejó de ser un foco de tensión y de confrontación automática entre las dos superpotencias. Antes de 1989 es seguro que la URSS, el principal proveedor de armas de Irak, no hubiera legitimado una intervención militar en la zona.

La agresión a Kuwait el 2 de agosto de 1990 provocó, a instancias de los Estados Unidos convertidos en “guardián del orden internacional”, la reacción inmediata de la comunidad internacional. Como respuesta, Sadam Huseim, aliado occidental hasta ese momento y “supuesto” socialista laico, no dudó en utilizar los argumentos religiosos más tradicionales para ponerse el frente de una coalición árabe que demostrara el malestar existente en la región.

Sin embargo, la abrumadora superioridad técnica y económica se demostró concluyentemente en la guerra del Golfo; los Estados occidentales, como Israel y la coalición demostraron que en Irak, podían emprender ataques preventivos contra enemigos potenciales mientras eran todavía demasiado débiles como para resultar amenazadores. El conflicto quedó resuelto en un breve lapso y si bien ratificó el poderío bélico inamovible de Estados Unidos, Hussein se mantuvo en el poder pese a las grandes insurrecciones del norte y del sur del país y aún cuando se encontraba en un estado de debilidad militar.

* María José Billorou es profesora de Historia de la UNLPam.

Bibliografía
Nuñez Florencio, Rafael. (1993) Sociedad y política en el siglo XX. Viejos y nuevos movimientos sociales. Madrid, Síntesis.
Hobsbawm, Eric. (1995) Historia del siglo XX, 1914-1991. Barcelona, Crítica.