No es una moda. No es boom. Las mujeres siempre jugaron al fútbol, pero en los últimos años al fin empezaron a pisar fuerte las canchas. Y ahora que sí las vemos, las reglas empiezan a cambiar. Este año, por primera vez en La Pampa, la Liga Cultural lanzó un torneo federado de fútbol femenino, cuya primera final comenzaron a jugar el domingo 5 de diciembre All Boys y Carro Quemado. Aún falta mucho camino por andar, pero cada gesto de reconocimiento, cada derecho ganado para las jugadoras, se grita fuerte como un gol.
“Como siempre Loza… mirala ahí a Lourdes Lozaaaaaaaaa….”, grita la relatora que transmite un partido de Deportivo Español contra Lanús. Y Lourdes corre con la camiseta blanca, es la número 9, se acerca al área, ya está detrás de la pelota, patea y “GOOOOOOOOL”. Lourdes atraviesa la cancha con un trote más lento, el puño derecho se cierra, hace ese gesto de la victoria, de las cosas que cuestan, pero al fin se consiguen. Las compañeras la abrazan.
Lourdes tiene 19 años, es de Anguil, ama el fútbol desde que era una pibita y los vecinos del barrio pasaban a buscarla para ir al potrero. Ellos, dice, le enseñaron a jugar. Más que eso: la hicieron enamorarse del deporte. En el club del pueblo la recibieron para que se sume a la escuelita. La mayoría eran varones, pero ella encontró su lugar ahí. Cuando cumplió los 12 y sus compañeros de equipo entraban en las categorías inferiores habilitadas para participar de torneos, se quedó afuera. El fútbol era masculino. Tendría que ver los partidos del otro lado del tejido. Sí, le dolió. No, no se dio por vencida. Al tiempo la invitaron a un torneo femenino en Villa Carlos Paz y cuando llegó y se encontró con tantas mujeres de todo el país ansiosas por entrar a la cancha, pensó:
—No estoy sola.
En 2019, siendo estudiante secundaria, fue convocada a integrar el equipo que representaría a La Pampa en los Juegos de la Araucanía. Esta competencia deportiva que reúne jóvenes de la Patagonia chilena y argentina tuvo su primera edición en 1992. Aunque fue recién el año que jugó Lourdes cuando se incorporó como deporte el fútbol femenino. Hoy, Luli, como le dicen sus amigas, es una jugadora de la primera división de AFA.
En nuestra provincia son cada vez más las niñas que van de la mano de sus padres o de sus madres, de sus tíos o sus abuelas, y entran a un club a jugar al fútbol. Y este año, al campeonato femenino organizado por el Ministerio de Desarrollo Social se le sumó otro hecho histórico: la Liga Cultural organizó el Torneo Desarrollo para equipos de once jugadoras.
Guillermo Rechimont, el presidente de la Liga Cultural, cuenta que hace años que intentaban implementar el fútbol femenino en forma federada. Que muchas jugadoras se acercaban a charlar, con proyectos concretos y que ahora el Torneo es todo un éxito. Por el momento, de los 47 que integran la Liga, son diez clubes que participan: Carro Quemado, All Boys, Centro Oeste, Mac Allister, Sarmiento, Guardia del Monte, General Belgrano, Atlético Santa Rosa, El Elyon y Pampa Fútbol. Pero Rechimont está convencido de que éste es sólo el comienzo.
Mauro Masollo, quien coordina el torneo, dice que “las chicas lo necesitaban: lo habían luchado por mucho tiempo, era su deseo jugar en las canchas oficiales y se venían preparando”. A tres meses del comienzo de esta experiencia siente que el juego se complejizó más, que ellas ganan en táctica y en formación física. Y que empiezan a tener reconocimiento: las radios transmiten los partidos en vivo, los clubes actualizan sus páginas, los diarios escriben sobre ellas. Claro que aún falta: “el próximo paso será formar el Departamento de Fútbol Femenino integrado por mujeres, con la mirada que corresponde y los espacios que se merecen las dirigentes”, dice.
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Antonella Chicco tiene 35 años y es la capitana de All Boys Santa Rosa. Su abuelo materno era jugador de fútbol y ella siguió el legado. Era adolescente cuando un día cruzó frente al Estadio Municipal y vio mujeres corriendo detrás de una pelota. Frenó en seco, quería formar parte del equipo. Así arrancó. Algunas de ellas después se integraron al Club Sportivo de General San Martín que formaba parte de la Liga del Sur y eso les daba acceso a algunos torneos o les permitía participar de encuentros relámpagos organizados con clubes de otras provincias.
—El boom llegó en el 2015 con el estallido de los movimientos feministas.
Esa marea también dejó las marcas de sus huellas en el césped de las canchas. Las chicas se subieron bien las medias, se ajustaron los botines, se alisaron las camisetas. Dijeron: ahora que sí nos ven.
Y quizá ese espíritu de ir por todo continuó floreciendo cuatro años después cuando el Seleccionado Argentino de fútbol femenino clasificó al Mundial de Francia 2019. Entonces, Mónica Santino, ex jugadora de All Boys y fundadora y directora de la escuela La Nuestra, escribió en Télam: “…existe, un movimiento social nunca antes visto en relación al deporte más popular. Calificarlo de moda o boom pasajero suena casi a una falta de respeto para las miles de pibas y mujeres que se atreven a calzarse botines y entrar a la cancha, las que alientan a sus clubes en las tribunas, las que ejercen periodismo deportivo, las que juegan con sus hijas en las plazas, las que participan en torneos, ligas y distintas competencias en todo el país. Son las que se animaron, son las que ya no escuchan los chistes y los desprecios. Son todas las que de la cancha no salen nunca más”.
Antonella hace veinte años que juega y este 2021 por primera vez forma parte de un club. Desde adentro, las charlas con los dirigentes son permanentes, falta mucho por estar cerca de las condiciones del fútbol masculino, pero ella sabe que es parte de un proceso, que han avanzado un montón, que sería un sueño que todos los clubes tengan su equipo femenino de primera división.
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Las chicas siempre jugaron al fútbol. Ayelén Pujol autora del libro Barriletas Cósmicas dijo en una entrevista que “el primer partido entre mujeres del que hay registros es uno que se jugó el 5 de octubre de 1913, en Rosario, y eso se supo después de que yo publicara ¡Qué jugadora! Este es un rompecabezas que todavía tiene piezas que faltan porque durante muchísimos años las instituciones le cerraron las puertas al fútbol femenino. La AFA y la FIFA organizaban las competencias sólo para varones. Y eso se hace evidente cuando ves que el primer partido de la selección argentina masculina fue en 1901 y el primer partido de la selección femenina, bajo el paraguas de la AFA, en 1993. Son 92 años de diferencia. Y si bien en 1971 hubo un Mundial femenino, no estuvo organizado por los entes que regulan el fútbol”.
Aún persisten signos de invisibilización. A comienzos de este año nuestra selección nacional participó de un torneo amistoso en Estados Unidos y Megan Rapinoe, la ganadora del Balón de Oro como mejor futbolista, le reclamó a la AFA que las camisetas de las jugadoras argentinas tuvieran impresos sus nombres.
También aparecen otros gestos que sí dan esperanzas. Hace dos años, el Senado de la Nación decretó oficialmente el Día Nacional de Las Futbolistas. Se eligió como fecha el 21 de agosto porque fue cuando la Selección Argentina femenina jugó en el Mundial de México en el 71, y goleó 4-1 a Inglaterra en el estadio Azteca. Allí nacieron Las Pioneras.
En La Pampa también tenemos una pionera: Mari Acevedo fue la primera Directora Técnica del país. Se recibió en 1998. Hoy tiene 67 años, ya está jubilada y más que al fútbol está jugando al newcom, pero dice:
—Si me invitan a un partido, acepto.
Ella, con otras compañeras, fue de las que acercaron proyectos concretos a la Liga Cultural para crear el Departamento Femenino. Hoy, el Torneo Desarrollo es una alegría. Mari se reconoce ahí: en los puntapiés iniciales. Y si bien aún recuerda “todas las estupideces” que les gritaban a ellas cuando las veían jugar, elige mirar hacia adelante: sueña con la creación de categorías menores, de instancias formativas en todos los clubes, de ver crecer a las jugadoras, de que se sigan ganando derechos.
Lourdes Loza se siente orgullosa de haber llegado tan lejos, aunque falta mucho todavía para que los festejos sean plenos. En el último partido que jugó este año en la Bombonera, antes de arrancar, su equipo se tomó una foto donde todas mostraban en las palmas de sus manos un signo más pintado de negro. Un “+” que reclamaba que sus voces sean escuchadas, que se respeten sus contratos, que las pensiones donde viven estén en condiciones dignas, que puedan entrenar con personal capacitado, que los dirigentes cuiden la integridad de las futbolistas. Este pedido, además, se enmarcó en el contexto de que Deportivo Español se había quedado sin técnico, ya que éste había sido detenido por la Justicia en el marco de la investigación por el presunto abuso a una jugadora de fútbol de las inferiores del club.
Niñas, adolescentes, jóvenes, pioneras saben que si siguen juntas solo pueden escalar en la tabla.
—Para nosotras cada partido es un logro— dice Antonella.
Cuando dice partido, sin embargo, dice algo más: no habla solo de noventa minutos de juego. Habla de que salir a la cancha ya es ganar. Y que si a veces un gol las emociona hasta el llanto, es porque muchas aún no pueden creer este mundo nuevo que de a poco se abre para ellas.
* por Ángeles Alemandi, periodista.