Por estos días estamos transitando los 40 años del nacimiento, en Santa Rosa, del quinteto instrumental y vocal Confluencia, formación artística que marcó una referencia visible y trascendente en el desarrollo de nuestro Cancionero Folklórico Pampeano.
En 1982 la cultura se abría paso en la sociedad pampeana; emergía desde el subsuelo ignominioso en que la había sumido la intolerancia del régimen represivo militar que asolaba el país desde 1976. En febrero de aquel año, La Pampa debió soportar la afrenta del tristemente célebre “asado del siglo”, en la centenaria Victorica, fasto pantagruélico con que comenzaba a tejerse la matra del ocultamiento del fracaso del régimen totalitario imperante, y de la impudicia —por oportunismo e improvisación— con que el genocida Leopoldo Galtieri iba a llevar al país al abismo de una guerra por nuestras irredentas Islas Malvinas.
El año avanzaba con luces y sombras en la historia; a veces, como el 2 de abril, la gente perdía el rumbo vitoreando en la Plaza de Mayo, y otras, como después del 14 de junio, lo recuperaba en el mismo sitio, con la muchedumbre pidiendo a gritos que el fracasado militarismo se fuera y devolviera el poder al pueblo.
En medio del forcejeo estaba la sociedad expectante y movilizada desde todos los flancos que ofrecía el régimen decadente. La cultura, y de ella lo artístico-musical, fue en el país todo la primera y principal protagonista en facilitar la recuperación de la libertad de expresión y pensamiento: los movimientos musicales juveniles en Buenos Aires así lo atestiguan. Su expresión en La Pampa fueron los movimientos colectivos “Cantares que van y vienen” y “Musicanto”, agrupamiento que, no obstante, para contribuir con el Fondo Patriótico destinado a la guerra, había generado hechos artísticos que se prolongaron hasta el final de la contienda.
Perdida la guerra, el país comenzó a desandar aceleradamente el camino de la democracia avasallada, y en ese transitar reapareció plena, mucho tiempo antes de las elecciones del 30 de octubre de 1983, la voz postergada y adormecida de la gente. Los poetas, compositores y cantantes recuperaron totalmente, también, su decir y hacer. Con ese fondo escenográfico hizo su aparición en el tablado musical la Agrupación Pampeana Confluencia, unión de cinco músicos y cantantes que, andando sus respectivos caminos, habían confluido en aquellos movimientos de resistencia cultural, y ahora volvían a coincidir en que debían y querían accionar artísticamente juntos, en común.
El principio
El 14 de febrero de 1982, el autor de estas líneas diseñó, escribió y ofreció a un grupo de músicos y cantores amigos dos de tres proyectos para que abordaran, en sucesivos trabajos, las obras musicalizadas de los poetas pampeanos Juan Carlos Bustriazo Ortiz (1929-2010), Julio Domínguez (1933-2007) y Edgar Morisoli (1930-2020). La propuesta preveía que se comenzara con el primero, que originalmente se llamó “Proyecto de trabajo en común, para músicos y cantores pampeanos: el cancionero de Bustriazo Ortiz”, y que proponía que, junto con el autor de la iniciativa, participaran Pedro “Guri” Jáquez (1948-2006), Sergio La Corte, Ernesto del Viso y Carlos Alberto Urquiza (1942-2019), con el aporte del percusionista “Chispa” López (1951-2020), todos músicos y cantantes que habían compartido escenarios durante las presentaciones de los movimientos colectivos ya mencionados.
La idea fue llevada a la práctica enseguida. En el inicio se acordó que se emplearían sólo guitarras, guitarrón y un moderado apoyo percusivo para el acompañamiento instrumental, y se consideró e hizo especial hincapié en la condición de solistas de los integrantes, a los fines de que la labor de éstos se alternara con interpretaciones grupales, para ofrecer propuestas interpretativas diversas y variadas. Los arreglos vocales y guitarrísticos iban a estar a cargo de Carlos Urquiza, apoyado en los arreglos instrumentales por Sergio La Corte y en parte por Ernesto del Viso, y en la práctica todos iban a tener protagonismo de mayor o menor cuantía tocando instrumentos o cantando: una experiencia de verdadera diversidad y a la vez complementación mutua y recíproca, poco frecuente en grupos folklóricos. Los ensayos comenzaron en marzo, tarea en que los encontró el anuncio de la recuperación de las Islas Malvinas, la madrugada del 2 de abril.
En la céntrica confitería “New Star” de Santa Rosa, el viernes 27 de agosto de 1982, Jáquez, Urquiza, Arenas, La Corte y del Viso anunciaron en rueda de prensa la constitución formal del nuevo conjunto artístico: la Agrupación Pampeana Confluencia. Nacía con el propósito de tratar la obra poética musicalizada de Bustriazo Ortiz, para ponerla en valor desde la canción, exaltarla, difundirla y, a la vez, divulgar la figura del poeta al que el grupo consideraba creador genuino por excelencia en materia de poesía pampeana vinculada con nuestro Cancionero Folklórico Contemporáneo.
Se contemplaban recitales públicos y la grabación de un disco, aspecto especialmente destacado al anunciar una suscripción pública y una serie de pedidos de aportes a diversas instituciones para poder concretarlo, porque, para decirlo con palabras de la escritora Dora Delia Battistón, una grabación era “(…) la única manera de hacer trascender este homenaje a Bustriazo Ortiz en el tiempo y lograr simultáneamente la expansión —difusión— de una obra considerada altamente representativa para la cultura de la provincia.” La dirección artística del disco estaría a cargo del músico, guitarrista y arreglador rosarino Alfredo Rey, ex primera guitarra de Horacio Guaraní (1926-2017) y de la cantante y compositora de música para niños María Teresa Corral, quien, además, iba a intervenir instrumentalmente en dos títulos de la grabación: Tu vino rubio escancias y ¿Adónde vas poeta nochernícola? —músicas de Jáquez y Arenas respectivamente—, las únicas obras de estructuras musicales no folklóricas del futuro disco.
Poco después del anuncio, se llevó a cabo la grabación en el estudio “Netto” de Buenos Aires, con un técnico de sonido que ya conocía la música pampeana: Alejandro Torres, quien, en 1974, había hecho esa tarea para el Dúo Sombrarena en el estudio “Ion” y, en 1980, para Cacho Arenas (solista) en el sello “Trova”, en la misma sala a la que llegaba ahora Confluencia, como la gente comenzó a nombrar al quinteto.
La vuelta de la impronta pampeanista
El regreso de la democracia fue un período extraordinariamente pródigo en manifestaciones regionales, con la aparición de numerosos grupos y la incorporación de nombres nuevos a la actividad artística, tiempos en los que apareció una ponderable cantidad de nuevo material poético y musical que había fermentado en los años de silencio impuestos por la dictadura.
El grupo cumplió un rol movilizador en el medio artístico afín y fue principal afluente del movimiento musical y poético regional que se recompuso en esos años de emoción colectiva por la vuelta de las libertades. En muy poco tiempo, el universo folklórico local se pobló de solistas y agrupaciones que marcharon en una misma dirección pampeanista, cada uno con sus propios rasgos distintivos. En Santa Rosa fueron Cantizal, Epú Antú, Alpatacal, Los Montesinos y un poco más adelante el dúo Epuyén; en Guatraché, fue el grupo Cultrum. La percepción era que se trataba de un momento de evolución y madurez en los intérpretes en torno a la canción regional.
La aparición de Confluencia constituyó principalmente la restauración y dignificación de la canción folklórica pampeana, uno de los más importantes rasgos identitarios de nuestra cultura. Y esa acción reparadora estuvo acompañada por una renovada forma de abordaje del cancionero, con una estética sencilla, accesible, original y no exenta de belleza en lo sonoro y expresivo, tanto vocal como instrumental, atributos interpretativos que refrescaron el espíritu del oyente. Era el sonido pampeano de cinco guitarras criollas y guitarrón, en una amalgama virtuosa con voces decidoras, configuración cálida y agradable, que llegaba a lo más hondo en la percepción de la gente.
Debut y edición de casete
En octubre del 82, Confluencia debutó informalmente en el Aula Magna de la UNLPam. Pocos días después, el 5 de noviembre, en el Teatro Español de Santa Rosa pone en escena, por primera vez oficialmente, el espectáculo "Agrupación Pampeana Confluencia interpreta a Juan Carlos Bustriazo Ortiz", título con que se editaría el trabajo fonográfico. El concierto se repitió el 30 de diciembre, cuando salió a la luz la grabación en casete. La edición del vinilo se postergó indefinidamente y no iba a poder concretarse por factores económicos.
En la puesta en escena del recital participaron la escritora Dora Battistón como guionista; Luis Cuelle en la selección y proyección de imágenes; Ana María Rolfi (1945-2017) y Walter Cucco en las voces en off; Tachi Gaich y Grupo MAG, alternativamente ocupándose del sonido; mientras que la iluminación estuvo a cargo del personal del teatro. El espectáculo fue una realización de la ya constituida Asociación Civil Artística Musicanto.
El casete editado incluía doce de las diecisiete obras de Bustriazo musicalizadas por compositores diversos: De la calandria (Mareque-Sombra); Coplas para Diego el solitario (Guri Jáquez); Agüita del médano (Oscar García); Quetralón (Cacho Arenas); De la creciente y Tu vino rubio escancias (Jáquez); Huellita achense (Arenas); Se va la tarde Morita (Jáquez); De Guatraché (Humberto Urquiza); Gato yesca (Arenas); Alpatacal (José G. Molina); y ¿Adónde vas poeta nochernícola? (Arenas). El espectáculo además comprendía otros cinco títulos: Del solito (Jáquez); Salió buscando las cabras (Arenas); Soy de los ranchos (G. Mareque); De la nostalgia (Lalo Molina); y Canción del poncho siete colores (Jáquez).
Repercusiones
La aparición en la escena musical generó mucho interés en variados ámbitos, no sólo de la capital pampeana sino también del interior provincial y de pampeanos residentes en Buenos Aires. Allí, el poeta oriundo de Eduardo Castex, Néstor Villegas (1937-1990), la periodista realiquense Gladys Sago (1952-2022), el arquitecto castense Miguel García, la cantante Suma Paz (1939-2009), y los y las periodistas Blanca Rébori, Alejandro Tarruella, Susana Kumel, Horacio Alberto Agnese (fallecido en 2020) y Jorge Marziali (1947-2017), entre otros, alentaban a la agrupación en el difícil y empeñoso trabajo de difundir poesías y músicas desconocidas por el público porteño, con una propuesta musical y vocal nueva y original en el ámbito folklórico, llegada desde La Pampa, provincia musicalmente ignorada y con escasa presencia artística profesional.
Fue así como, desde los primeros meses del año 83, el espectáculo de Confluencia, con todos los elementos de la puesta original, iba a recorrer numerosos escenarios de nuestra provincia y también de Neuquén, Río Negro y Buenos Aires, con el singular aditamento de la presencia del poeta en la mayoría de las presentaciones, lo que suscitaba un alto interés entre el público de cada lugar, que se acercaba a conocer y dialogar con el vate.
Medios gráficos de La Pampa, Buenos Aires, Neuquén y Río Negro comentaron positivamente su valoración artística, resaltando los aspectos salientes de su contribución al desarrollo y difusión del poco conocido cancionero de La Pampa y sus cultores. En su artículo del 9 de enero en La Arena, Walter Cazenave comenta: “El resultado ha sido espléndido. Visible o no, para nosotros marca un hito: el de la simbiosis entre compositor-poeta y cantores, símbolo de la maduración del canto. No de otra forma se puede señalar la profunda correspondencia entre ciertas letras, sus músicas y las interpretaciones”.
En Río Negro, Carlos Herrera (Revista del domingo del diario Río Negro, 10 de julio de 1983) se refiere al espectáculo como “Cinco voces, cinco guitarras que nos prodigan sus quetrales, sus lagunas de sonrisa salina, las alas nativas, el alpataco, la zampa y el venerable caldén y sobre todo el habitante de la tierra entristecida del oeste provincial, que a nosotros también nos duele en el costado. El mensaje es de certera magia; brilla en él esa tan pampeana capacidad de pulsar una sola cuerda con inagotable novedad; ejecuciones de ingénita austeridad que no opaca la albricia en los hallazgos de acordes hondamente líricos.”
“Enorme tarea de recuperación la de la Agrupación Pampeana Confluencia —señalaba Blanca Rébori en el diario La Razón el 30 de mayo de 1985—; por lo demás, un intento de mayor envergadura al exceder lo musical. Cierto: es un encuentro que ha movilizado a mucha gente inquieta de Santa Rosa. Y a otros, que tal vez no lo eran y hoy reconocen el incentivo de hacer cosas desde y para su lugar. Porque hay otro criterio, una nueva metodología: la gente de Confluencia graba o actúa en Buenos Aires, y vuelve a La Pampa. Eso se aprecia.”
Últimas etapas del grupo
Confluencia tuvo otras dos formaciones antes de cesar en 1989. De la primera se alejaron Sergio La Corte y Ernesto del Viso para fundar el dúo Cantiga, momento en que ingresó el tenor Carlos Alberto Evangelista —ex Sur 4—, con quien quedó integrada la primera versión como cuarteto. Más adelante, cuando se retira Guri Jáquez, se sumó la cantante Claudia Lupardo.
En 1985, la primera formación, con cuatro integrantes, editó el segundo disco del grupo, titulado "Cantamento". Con arreglos de Carlos Urquiza y Alfredo Rey. El repertorio incluyó: La confinera (Morisoli-Sombra); El poncho siete colores (Bustriazo-Jáquez); El regreso del río (Rodrigo-Arenas); El Bautista de La Rinconada y Triunfo del chañar en flor (Morisoli-Molina); Canción para la niebla Puelche (Bustriazo-Mareque); Huella de ida y vuelta (Yacomuzzi-Molina); De la nostalgia (Bustriazo-Molina); Calandria del monte chico (Julio Domínguez) y Canción del amor perdido (Bustriazo-Mareque).
De la última formación quedaron grabadas solo tres obras —arregladas por Alfredo Rey—, que integraron, años más tarde (1998-1999), una edición en casete llamada "Documental", en la que se sumaron otros seis registros dispersos y en algunos casos inéditos, de distintas etapas de la agrupación. Esta pieza incluyó: Ranquelina (Bustriazo-H. Urquiza); Niña del Curacó (Bustriazo-Jáquez) y Faustino Guzmán (Arenas); más las obras Triunfo del chañar en flor (Morisoli-Molina); Dalmiro del monte (Arenas); Alpatacal (Bustriazo-Molina); Canción del caminante solitario (Agüero-Sombra); De Guatraché (Bustriazo-H. Urquiza) y Salió buscando las cabras (Bustriazo-Arenas).
Siete años de vigencia alcanzaron para que la Agrupación Pampeana Confluencia dejara una marca importante en el desarrollo de nuestro Cancionero Folklórico Contemporáneo. Cuatro décadas más tarde, no son pocos los que recuerdan y exaltan esa circunstancia, con lo cual honran la memoria de este grupo que llenó de música y voces propias un momento singular de la cultura y la historia regional.
*por Rubén Cacho Evangelista, músico, cantautor e investigador de la música pampeana.