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POÉTICA Y MILITANCIA REVOLUCIONARIA EN EL AMADO PERÚ

Hace tiempo que para hablar de la realidad latinoamericana se alude al apotegma “América en  disputa”, apreciación que encaja en la política, las ciencias sociales, la cultura o el periodismo. Sirven ejemplos recientes: el golpe de Estado de Bolivia y la recuperación de la democracia por el voto popular; la constituyente chilena para superar el modelo pinochetista; o el triunfo del maestro Pedro Castillo en Perú, y el furibundo ataque neoliberal para boicotear su investidura presidencial.

Y la poesía es
un relámpago maravilloso,
una lluvia de palabras silenciosas,
un bosque de latidos y esperanzas
el canto de los pueblos oprimidos,
el nuevo canto de los pueblos liberados”.

“Arte Poética”, Rodrigo Machado / Javier Heraud.

La historia y la estrategia geopolítica nos interpelan pero además, en el caso puntual del Perú, nos permitimos sumar una lectura desde el campo literario, específicamente, del poético. Nuevas producciones (libros, grabaciones y películas) nos devuelven y revelan al gran poeta peruano Javier Heraud (1942-1963). Urge hablar de él y descubrir los vasos comunicantes con sus coterráneos José Carlos Mariátegui (1894-1930) y César Vallejo (1892-1938).

En todo revisionismo sobrevuelan los ejemplos de sacrificio: uno de ellos es el del poeta Mariano Melgar (1790-1815) quien a sus 24 años fue fusilado por los realistas. Cuando segundos antes le ofrecieron una venda, Melgar les respondió: “Pongánsela ustedes que son los engañados, porque América será libre antes de diez años”. Esa libertad llegó en 1824 con las batallas de Junín y Ayacucho. La hora esperanzadora de grandes cambios integra los pensamientos, acciones, militancia y escritura de los nombrados.

Arriesgamos esta genealogía con la evidencia de las cartas entre Mariátegui y Vallejo, donde se refleja el aprecio mutuo y su intercambio de ideas y bibliografía. La revista Amauta es una prueba convincente. Nos sirve como andamiaje el libro de Luis Humberto Delgado, César Vallejo y Javier Heraud, (1969, Latino-América-Editores), donde hallamos: “Pero escogió el camino de los dioses y se dio joven a la muerte, no precisamente como ‘César Vallejo a los 46 años en una cama de París’, sino ‘con un fusil en la mano a los 20 años en la montaña de Perú’ según Javier Valle Riestra” (p. 53).

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Javier Heraud junto a otros becarios en su breve paso por La Habana, Cuba, en 1962.  Fuente: Diario Correo de Perú.

Aproximaciones a Heraud

Chabuca Granda, Juan Gelman entre muchos escritores, músicos, cineastas y estudiosos, se conmovieron por la temprana muerte del poeta, ultimado en la canoa que navegaba el río Madre de Dios, frente al Puerto Maldonado, y lo plasmaron en sus obras. En La Pampa Edgar Morisoli recordó a Heraud en el texto “Retrato de un poeta”, del libro Al sur crece tu nombre, donde destaca su compromiso con la poesía, la naturaleza y la lucha armada:

Javier Heraud, poeta
muerto al cruzar el río Madre de Dios, baleado
por turbios mayorales de ceniza,
cantor que fuiste de aguas y de
pájaros, libre
guerrillero cuzqueño, combatiente guitarra
de América insurrecta,
compañero.

Y lo inscribe en la linaje de César Vallejo:

Javier, hijo del cholo
que enfermó de universo pero sigue
peruanamente vivo para toda la muerte.

Hijo del cholo César; nieto remoto, chozno
del inca solitario…

Para filiarlo a la estirpe ancestral de los pueblos originarios y los próceres:

Javier: desde el caliente
surco continental de la esperanza
Luis de la Puente Uceda te agavilla los sueños,
Hugo Blanco recoge
tu errante yaraví por las quebradas,
y en la llaga solar de los ponientes
una sombra sin paz, el destrozado
Condorcanqui
Gabriel,
besa
tu frente, ciñe
tu casi adolescente
desventura
con el viejo estandarte comunero,
y marcha junto a ti, junto a los dioses
padres y madres de tu tierra…

Don Edgar cruza y yuxtapone los nombres y las luchas. Resulta ineludible citar coincidencias y contradicciones en el proceso de liberación, como las que representa el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) de Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979) y el APRA Rebelde de Luis de la Puente Uceda (1926-1965), fundador del MIR, que fuera asesinado el 23 de octubre de 1965 por el ejército del gobierno de Fernando Belaúnde Terry. Resignifican al legendario Hugo Blanco Galdós (1934), dirigente histórico de la resistencia campesina y símbolo vivo de las luchas revolucionarias latinoamericanas. El “errante yaraví” trae a la memoria al poeta y patriota Mariano Melgar que, por su relación con los trabajadores agrícolas conoce las variantes mestizas del antiguo harawi o canto quechua, adoptándolo para componer sus populares yaravíes.


Heraud, entre Mariátegui, Vallejo y Castillo

El fantasma de Javier Heraud ha retornado en
el Perú luego de varios años (con un documental,
con una película, con una exposición en la Casa de la
Literatura Peruana) para saldar algunas deudas
en estos tiempos de degradación política
y de capitalismo salvaje”
.

Víctor Vich[1]

Con sus Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928), el escritor, combatiente y militante del proletariado, Mariátegui, brinda un marco valioso de referencias para vislumbrar el cuadro y espíritu de época de Perú, proyecciones que se discuten en los círculos intelectuales y en las propias bases obreras y masas oprimidas. También ayudan a comprender la actualidad donde un maestro fue electo presidente.

Antes, en 1927, Mariátegui escribe “La Nueva Cruzada pro-indígena”, donde infiere: “El Grupo Resurgimiento […] Este movimiento anuncia y prepara una profunda transformación nacional. Quienes lo consideran una artificial corriente literaria, que se agotará en una declaración pasajera, no perciben lo hondo de sus raíces ni lo universal de su savia. La literatura y la ideología, el arte y el pensamiento nuevos, tienen en el Perú, dentro de la natural y conveniente variedad de temperamentos y personalidades, el mismo íntimo acento sentimental. Se cumple un complejo fenómeno espiritual, que expresan distinta pero coherentemente la pintura de Sabogal y la poesía de Vallejo, la interpretación histórica de Valcárcel y la especulación filosófica de Orrego, en todos los cuales se advierte un espíritu purgado de colonialismo intelectual y estético [...] (en ellos) circula la misma sangre”.[2]

Acá volvemos a reunir a Melgar, Vallejo y Mariátegui. Cuando a éste, en una entrevista de 1926, le preguntan: “¿Y quiénes son los que tradujeron el verdadero sentimiento indígena?”; responde: “Melgar es uno de ellos, pero en nuestra época hay ese sentimiento en ese admirable poeta que tanto amamos todos los hombres de la misma sensibilidad y de la misma la época: César Vallejo”.

Herencias

Es posible trazar una trama desde Mariátegui hasta Pedro Castillo, con postas en Vallejo y Heraud, porque por ellos “circula la misma sangre”, es decir: la ideología, la conciencia de clase, la militancia y la comprensión de que la única forma de transformación del país es por medio de la lucha política. Así lo reflejó el historiador brasileño Gilberto Calil en su artículo Mariátegui y la elección de Pedro Castillo en Perú[3]: “la división regional, sociológica y étnica de Perú que se expresó en los resultados de la elección […] subraya la actualidad de la reflexión de José Carlos Mariátegui […] el revolucionario peruano indicaba, hace casi un siglo, que el Perú era un país fracturado por divisiones producidas por su clase dominante […] En su análisis, la élite limeña despreciaba profundamente la identidad indígena, en lo que era acompañada por sectores medios urbanos” (T. del E.). Pese a ello, como resalta el copete del mismo artículo, “el desprecio de la elite limeña por los indígenas no pudo evitar la victoria de un candidato pobre, campesino y postulado por un partido mariateguista”.

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Fragmento mecanografiado del poema "El río" de Javier Heraud.  Fuente: Repositorio Institucional de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).

Vallejo descansa en el cementerio parisino de Montrouge. Hasta allí viajó a saludarlo Heraud, acto que el poeta y combatiente, muerto por una bala, con tan sólo 21 años, cumplió con devoción: “Habíamos quedado en visitar la tumba de Vallejo” dice en su poema “En Montrouge”. Del mismo modo que murió José Martí luchando por la independencia de Cuba en Dos Ríos, a Heraud lo halló la muerte peleando contra el imperialismo, por la liberación de la servidumbre de su patria.

Mariátegui, Vallejo y Heraud encarnados en Castillo, un referente que deberá pasar el cepillo a contrapelo de la historia, reivindicando a los vencidos y vencidas, para poder reconstruir Perú, y así asir a los desplazados y desplazadas en la dignidad de la existencia. Ese es el trabajo de resignificación y de gestión que desafía a Castillo, transido por la palabra de Mariátegui, Vallejo y Heraud, y escuchar aquella oralidad ancestral, una sabiduría que el coloniaje pretendió subordinar y estigmatizó por siglos hasta conseguir que amplios sectores de la población vivieran con vergüenza su identidad.

Todos esos nombres conforman una tradición identificada con las luchas de la Patria Grande, nuestra América, al decir de Martí; voces tutelares que deben retumbar fuerte en el proyecto colectivo de Castillo y ojalá también en Chile. De suceder, sería el mejor homenaje a Javier Heraud quien, en su poema “Explicación” –fechado en La Paz, Bolivia, en 1963, bajo el seudónimo de Rodrigo Machado– proclamaba:

(ellos)

 ¿Dónde quedarán los traidores
a sueldo, los vendidos, los pobre
diablos?
¿A dónde irá la bazofia del país,
ellos que hablaron de “libertad”,
de “justicia”, de “igualdad”,
cuando miles morían en los campos,
(comuneros, campesinos, indios
desarmados) bajo las balas
del petróleo, de los latifundios,
de los explotadores?
Dejemos nomás que escuchen
los primeros tiros.
Dejemos nomás que vean al
primer campesino armado.
Dirán “es fácil”. Y mandarán
sus oficiales de plomo y de huiski.
Morirán éstos. Mandarán otros.
Y casi, casi al final
se irán arrojando abajo
de las camas.
Se irán a las embajadas.
No importa. Los sacaremos de
sus inmundos huecos,
a todos juntos los juzgará
el pueblo.
Nadie podrá pedir clemencia para
ellos,
pues están solos.
Morirán ante el tribunal
del pueblo.
Nadie los llorará.
Pronto serán olvidados.


2021 03 08 Nota De Matteo Susy Delgado 6
* Sergio De Matteo
es escritor y
presidente de la Asociación Pampeana de Escritores (APE)


Notas:
[1]     Víctor Vich, “Javier Heraud: el reto a la melancolía”, en Kathia Hanza y Luis Fernando Chueca (Ed.), Retorno con la dicha en la garganta. Javier Heraud: archivo y bibliografía. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2020, p. 17.
[2]     Publicado en “El Proceso del Gamonalismo”. Boletín de Defensa Indígena de Amauta, Nº 5, Lima, Enero de 1927.
[3]     Gilberto Calil, “Mariátegui e a eleição de Pedro Castillo no Peru”, en Esquerda online, 7 de junio de 2021.  Reproducido en rebelión.org.