¿A qué se denomina “cerámica ranquel”? ¿Desde cuándo se pueden constatar vestigios en nuestro actual territorio provincial? Apenas algunas preguntas disparadoras para conversar extensamente con Cristina Fiorucci, una ceramista pampeana con reconocimiento internacional, que se sumerge en lo que denomina “memoria ancestral”, un espacio cargado de historia y belleza, para contarnos algo de lo que ha estado produciendo, investigando y estudiando durante décadas.
Su taller de trabajo cotidiano, su espacio íntimo y natural, es el mejor lugar para encontrarnos. Cristina estudió en el Instituto Provincial de Bellas Artes donde, en 1980, recibió el título de Profesora de Artesanía. Hizo experiencias cerámicas en talleres privados porque —dice— “cuando empecé, no había en Santa Rosa instituciones formadoras de ceramistas, así que en realidad, después de eso, mi formación en la cerámica fue más bien ecléctica, si es que el término aplica aquí. Tuve referentes muy importantes de la cerámica del país y de Santa Rosa, aunque elegí el camino largo, el del trabajo de campo de investigar, viajar, de abrir senderos. Sabía que no sería comercial, pero lo viví con mucha convicción y apoyo familiar.
Destaca que hubo un momento clave, como una especie de click en su propia historia, cuando participó en febrero de 1997, en el Encuentro Nacional de Ceramistas (ENACER) en Concordia (Entre Ríos): “fue una experiencia que me impactó. Desde ahí, toda mi vida, desde que me levanto hasta que me acuesto, tiene que ver con la cerámica”. “Cuando regresé del ENaCer no paré de asistir a todo acontecimiento de arte cerámico que se cruzara: bienales, simposios, seminarios, y muchas capacitaciones; así fui aprendiendo las técnicas de la cerámica tradicional que luego me ayudaron a investigar la cerámica ranquel y el arte cerámico en general”.
Ese derrotero por la historia de la cerámica en La Pampa la depositó en las huellas de la cerámica ranquel. Una cosa la llevó a la otra y simultáneamente se puso a investigar sobre las arcillas pampeanas, las de Santa Isabel, de Naicó, Cuchillo Có, Carro Quemado, y también ver qué había en el Archivo Histórico Provincial o en el Archivo Municipal de Santa Rosa.
Salón Pampeano
Desde 1998 participó del Salón Pampeano de Cerámica en el que obtuvo algunos premios con obras construidas con arcillas pampeanas y técnicas tradicionales; pero en el de 2003 presentó dos obras de grandes dimensiones realizadas con ese material y cocidas en horno a leña. El jurado las distinguió con el Gran Premio de Honor. “A partir de ese hecho me animé a plantearle a Germán Canuhé —lonko ranquel fallecido en octubre de 2011, de quien era familiar— la ausencia de la cerámica en el Mercado Artesanal”. Cristina integra la comunidad Willi Antü, cuya lonko es María Inés Canuhé, que también incursiona en el oficio cerámico y es portadora de un apellido que denota la historia y presencia de la cerámica ranquel (“Canuhé” significa el lugar donde hay arcilla, donde se hace alfarería).
Juntos gestionaron ante funcionarios gubernamentales la inclusión de este tipo de creaciones en el Mercado Artesanal de La Pampa. En septiembre de 2004, por primera vez, el Mercado compró a talleres de Santa Isabel y La Humada cerámica con una marcada identidad regional, realizada con barros pampeanos y horneadas tradicionales. Esa práctica continuó con talleres y artesanos de Eduardo Castex, Victorica y Santa Rosa.
Historia de una presencia
En varios pasajes de la charla Cristina recurre a la historia y lo hace con datos puntuales: “Cuando se hace el primer relevamiento de artesanos en La Pampa (1977-78), con la finalidad de constituir el actual Mercado Artesanal Provincial, curiosamente no había alfareros, lo que llevó a asumir que no había alfarería en nuestra provincia. Había sí expresiones en cerámica pampeana, pero no se las consideraba una artesanía tradicional. Se creía que nuestros pueblos originarios no habían conocido este arte”. Y se pregunta: “¿Era casualidad que no existiera ese registro cerámico ranquel, sabiendo que los yacimientos indican su presencia en estos territorios desde hace unos 3 mil años?”.
— Yo creo que cada día se sigue descubriendo más acerca de nuestra historia. Y que en los tiempos del relevamiento era cuando recién comenzaba a quitarse el polvillo; ha pasado mucha agua bajo el puente y hoy tenemos mucha más información que los mismos arqueólogos nos van aportando, gracias a que incluyen y participan a los descendientes de los pueblos originarios en su trabajo.
Para responder esta inquietud central, Cristina suma la voz un especialista, el arqueólogo Rafael Curtoni [1], quien, entre otros estudiosos, cuestionó ese mito y replanteó la arqueología desde una mirada muy distinta a la establecida. Curtoni reveló cómo y por qué parte de la historiografía argentina nos ha dejado la impresión de que la cultura de los pueblos originarios de esta región, en particular la ranquel, era “simple o sencilla; eran —según esta mirada— básicamente cazadores, recolectores y nómades; en consecuencia no tenían una actitud vinculada con el mundo sedentario y por eso no tenían cerámica”. Y agrega: “se trata de un mito largamente sostenido para desacreditar la ocupación milenaria de estas tierras por parte de los ranculches, entre otros”.
— Además de la generalizada creencia de que no había habido alfareros o artesanos ceramistas en la historia ranquel, tampoco se confiaba mucho en los barros pampeanos para el uso en la producción artesanal de talleres de cerámica, ni en las escuelas de arte. Lo que me planteó aún más necesario el desafío. A partir de 2003 estuve dictando los talleres de cerámica con barros pampeanos en Santa Isabel, Castex, La Humada, Victorica y Santa Rosa, además de capacitaciones en Catriló, Winifreda y varias localidades más, donde modelábamos arcillas naturales, construyendo nuestros hornos o directamente horneando a cielo abierto, difundiendo el legado de nuestros ancestros, la respetuosa actitud ante el paisaje, y activando la memoria ancestral que todos llevamos dentro.
Y agrega: “estamos aprendiendo todavía a diferenciar lo que nos ha dicho ‘la Historia’ y lo que nos dice la realidad de los pueblos originarios. Desde la mal llamada "Conquista del Desierto", los pueblos originarios fueron dispersados, confinados en distintos lugares y sometidos a una desaparición forzada de todo rastro cultural que pudiera haber. Cortaron los eslabones de una herencia cultural que incluyó sus conocimientos alfareros. La discriminación fue tan brutal que hasta el uso de su propia lengua empezó a desaparecer cuando se fueron muriendo los que hablaban ranquel, pensando en ranquel. Por suerte Nazareno Serraino, Daniel Cabral y Germán Canuhé lograron contactar e interesar a investigadores académicos de lingüística, y hasta editar algunos libros sobre el tema como forma de recuperación.
Cerámica originaria
Al decir de Cristina, la cerámica “no es un material sino un proceso” que se inicia con la selección del material que formará el barro que habrán de modelar, luego hornear y recién después transformarse en una pieza cerámica. Es requisito que los hornos puedan concentrar determinadas temperaturas —que en algunos casos deben superar los mil grados centígrados— para obtener una cerámica de calidad con las arcillas de nuestra provincia.
Su experiencia personal le indica que con esas temperaturas se puede a resolver la cuestión del salitre, el carbonato de calcio y otros elementos que atentan contra la “resistencia mecánica” de la pieza obtenida. Precisa que las arcillas pampeanas son “secundarias” y en general marrones, dando la gama de los terracotas después de la cocción y, como todas, requieren de la incorporación de antiplásticos, que también nuestro paisaje provee en nuestras arenas de médano o las arenas “voladas”, con su aporte de sílices, cuarzos y feldespatos, para lograr pastas modelables, evitando el cuarteado en la contracción al secar.
— Probablemente esta cuestión de la temperatura de cocción haya sido la causante de la fragmentación de los restos de cerámica encontrados en nuestro territorio. Al parecer la cocción no superaba los ochocientos grados, dada la dispersión de calor que provoca el cocer sobre lechos arenosos, que refractan la temperatura.
Bien ranquel
Los antecedentes para establecer la presencia ranquel en nuestra cerámica regional, empezaron a sistematizarse en la década del 70 con estudios arqueológicos y antropológicos, en particular en la zona de Santa Isabel. Existen investigaciones en las que aparecen datos sobre yacimientos arqueológicos de 1.200 a 1.500 años de antigüedad, con una producción cerámica importante en asentamientos del Oeste pampeano. Estudios posteriores detectaron en el departamento Chapaleufú registros de materiales líticos, óseos, faunísticos y cerámicos, a los que se sumaron registros similares en tierras de Toay, Santa Rosa, el Parque Luro, el valle de Quehué, el de Maracó, el de Utracán y sobre el Río Colorado. Para Curtoni, sobre esta base “se puede decir que la producción cerámica fue sostenida en todo el territorio pampeano durante miles de años”.
En la zona de la laguna Ojo de Agua, en la localidad de Uriburu, existe un yacimiento arqueológico muy importante que evidencia al menos dos ocupaciones: una denominada temprana (de hace alrededor de 6 mil a 7 mil años) y una más tardía (de hace unos 3 mil años), en la que aparecen vestigios de puntas de proyectil. Allí también se encontraron fragmentos de cerámica decorada que no se había visto con anterioridad en nuestra provincia. Otro caso singular se dio en la zona de Puelches, donde se halló un yacimiento con cerámica local y otro con la que se conoce como “cerámica Valdivia”, llegada de lo que es actualmente Chile. “Denota algún tipo de articulación o intercambio de productos en una escala muy importante —afirma Curtoni—. Este dato también se confirma con estudios realizados por Mónica Berón en el sitio Tapera Moreira, al sur de Puelches”.
Antes y después
Una precisión técnica: en este tipo de investigaciones académicas suele hablarse de momentos “precerámicos” y “cerámicos”, conceptos que se usan para diferenciar la presencia humana en una zona desde hace unos 8 mil a 10 mil años hasta el presente. En el caso pampeano, son precerámicos —que no producían cerámica— grupos primarios en las zonas de Casa de Piedra o Lihuel Calel, algo totalmente distinto a las ocupaciones humanas de los últimos 3 mil años, que sí tuvieron su producción cerámica.
Para los y las curiosas, existe en el Archivo Histórico Provincial una publicación del reconocido arqueólogo argentino Carlos Gradín, en la que recoge estudios realizados a mediados de la década del 70 en diversos sitios arqueológicos de La Pampa, sobre pinturas rupestres, material lítico (piezas talladas en piedra) y cerámico, y uso de hornallas.
Epílogo
El desafío está abierto. Aparentemente está en crecimiento el interés por la cerámica ranquel. Cada paso que dan investigadores, ceramistas, artesanos, revela la presencia ranquel en el universo de la cerámica pampeana. Con sus propias lógicas y posibilidades, en condiciones materiales concretas y con fines utilitarios precisos, con una decoración muy austera, se han encontrado restos de platos, cuencos ceremoniales, vasijas, entre otros. Este hecho —que sea una cerámica para uso doméstico cotidiano— no la convierte en algo de menor valor; al contrario, justamente ese es el perfil que la hace singular. Esa presencia inobjetable hace a una identidad pampeana que muchas veces, por desconocimiento o pereza, los excluye.
La reflexión para cerrar este reportaje también le corresponde a Cristina Fiorucci: “contraponer esa tendencia con cada paso revelador es una actitud que nos fortalece con una cultura propia, de que la cerámica en La Pampa es tan antigua como su poblamiento por ranqueles; lo que es joven es su rescate del olvido”.
Trayectoria
Cristina Fiorucci es alfarera y ceramista. Ha desarrollado la actividad usando las arcillas pampeanas y técnicas de horneado desde primitivas a las más actuales, aplicando diversos aspectos del acervo cultural pampeano. Ha dictado talleres itinerantes de diferentes técnicas en cerámica, construcción de tambores tradicionales con cuerpos cerámicos inspirados en los instrumentos de los pueblos originarios, en muchos lugares de Argentina. Realizó residencias artísticas en Turquía, Corea del Sur, China, México e Italia. Transita las diferentes técnicas y materiales sin perder de vista la impronta regional en la obra. “Donde sea que vaya, mi obra expresa quién soy y de dónde soy”.
Sus piezas llevan la firma "Kütralton", traducción en la antigua lengua ranküche de la palabra "fogonera": quien enciende y alimenta el fuego.
Nota
[1] Rafael Curtoni es arqueólogo docente e investigador del Conicet, Licenciado en Ciencias Antropológicas con orientación arqueológica y doctor en Ciencias Naturales, especialista en arqueología. También es Master of Arts in Archaeology. Su campo de estudios son las ciencias sociales.
[2] Expresiones de la cosmovisión Ranquel que posiblemente representan la idea de cuaternidad y circularidad, expresadas materialmente en los distintos niveles de decoración organizados en un todo interrelacionado (cuaternidad y totalidad). Estos símbolos de la cerámica representarían la división cuatripartita del mundo y la correspondiente organización espacial en base a los puntos cardinales y el movimiento del sol. Rafael Curtoni (10-09-2020).
Fuentes
- Programa Rankülche Rüpú, producido por Nuvan Peuman, se transmite por el Canal 3 de la televisión Pública Pampeana y en el canal de YouTube. En el programa n⁰ 6 se aborda puntualmente la cerámica ranquel.
- Revista Cayo Mecenas.
- Blog Cerámica Pampeana.