Durante casi un mes, la sala de la Fundación Banco de La Pampa expuso una serie de 20 pinturas, en su mayoría al óleo, del artista plástico Gustavo Gaggero. El título –Ferma x Gaggero– define muchas cosas pero dos son clave: el afecto por Eduardo Ferma y el homenaje a su trayectoria artística.
Publicada en febrero de 2016
La muestra sirvió para encontrarnos con Gaggero, un tipo joven pero con más de treinta años de trayectoria en el mundo del arte, con muchos premios y reconocimientos; un artista que además vende, algo que le permite –aunque no vivir del arte- “cubrir los costos del arte”.
¿Qué hizo Gaggero en esta oportunidad? Resignificó en clave de pintura la última muestra de Ferma (Museo de Artes, 2008) con una selección muy simple: tomó ocho cuadros de aquel catálogo y produjo 3 o 4 versiones de cada uno, amalgamando obras y estilos para generar otras nuevas. Amistad, admiración y homenaje a la trayectoria de Ferma son componentes esenciales de la muestra: "interpreto a Eduardo a la manera de los músicos, es decir, como si las obras fueran partituras que con la acción del intérprete-músico-pintor adquieren nuevos sentidos".
Esta necesidad artística fue tomando cuerpo a partir de las charlas entre ambos amigos, y en particular de los elementos plásticos que comparten como, por ejemplo, la composición centrada, el uso de los colores primarios, saturados, fuertes, y cierta reminiscencia del paisaje aunque al estilo Ferma, es decir un paisaje distinto, multiplano, multiuniverso, con la recurrencia cíclica y yuxtapuesta de las líneas. “Esto me pareció interesante de tomar y entonces me planteé por qué no irme hacia el lado del maestro y desprenderme un poco del paisaje pampeano, irme a la universalidad de la pintura que Ferma tiene, a su geometría que también hace a lo universal”, dice Gaggero mientras nos va mostrando la secuencia de los cuadros-versiones.
¿Por qué más de una versión? “No sé; a medida que fui desarrollando una obra fui encontrando otras variantes, y me pareció significativo ir armando otra (versión) al lado. En este juego se generaron estas veinte obras”. ¿Quedaste satisfecho? “Ningún autor queda satisfecho con su obra, el desafío es cómo sigue y fue el propio Ferma el que me estableció un compromiso futuro: me sugirió no abandonar este camino que he tomado”.
Gaggero conoce a Ferma desde siempre. “Siendo chico, tendría 10 años, me cautivó una obra de Eduardo: fondo negro, clavitos y con hilos de plástico de colores; eso me quedó grabado, al punto que yo hice esos trabajos, y le encontré la vuelta a la superposición de líneas aunque después lo abandoné”.
-¿En qué etapa estás o te sentís como artista?
-Desde el punto de vista del artista es la mejor etapa; me siento en un punto donde no tengo que buscar ningún reconocimiento. Tengo un stock de reconocimiento que me alcanza, no quiero ni necesito participar en concursos, hago las muestras porque necesito hacerlas, el hecho de vender con frecuencia me permite cubrir los gastos del arte, no (significa) vivir del arte, pero lo bueno es que establecido un objetivo puedo ir detrás sin sufrimiento alguno; a los 55 años puedo decir que hago lo que me gusta y quiero, y de eso se trata la vida, no?
Gaggero, que no tiene formación académica clásica, tiene un compromiso esencial con la divulgación, empeño que a su vez le viene de sus influencias de base, de aquellos plásticos que lo formaron: la pincelada que aprendió al ver a Andrés Arcuri, los colores de Nicolás Castellini, la actitud de imponerse desafíos permanentes de Velma Toscano, la paciencia, el conocimiento y dedicación de María Eugenia Lomazzi, la presencia y permanencia de Alfredo Olivo; son gente que de alguna manera dejó su impronta en Gaggero. “Divulgar es transmitir lo que ellos me dieron”.
Mucho trabajo
Pintura y escultura han sido sus esferas creativas. “Todo este trabajo de pintura de los últimos años necesito pasarlo a la escultura; en eso estoy, y pensando una muestra para 2017, vinculando ambas formas de expresión”. Gaggero tiene un método de trabajo en su atelier: durante unos ocho meses al año produce pero durante el verano “rebobino el pasado y bobino el futuro, en el otoño retomo y trabajo entre 2 y 5 horas todos los días”.
Cada uno tiene sus obsesiones y fanatismos. Gustavo admite los suyos, ama sintonizar la radio y escuchar música pero revela un secreto: lo influyen a la hora de trabajar en su atelier. “Tengo un defecto grandísimo: no leo, pero escucho, me encanta”. Escuchar música, poesía, lo que la gente dice, todo eso hace a la armonía, algo que pasa en la radio influye en su obra, en los colores, en la pincelada, todo adquiere protagonismo. Todo tiene que ver con todo. Y ejemplifica: “¿De qué color es el viento? En La Pampa es marrón porque trae tierra. En 'Confesión del viento', de Yacomuzzi, el viento pasa de una cosa tediosa a ser poesía, ese movimiento da forma, da ritmo al pincel, y te influye para 'pintar' el viento. A eso me refiero”.
Recorremos las salas y las pinturas. Colores fuertes, contrastados con negros y grises, pinceladas originales que vuelan sin perder armonía con las figuras geométricas: “Ferma x Gaggero”. Y Gustavo que cuenta detalles, expone secretos, mueve las manos, señala y se ríe mientras manifiesta su filosofía: “esto es puro trabajo pero disfrutándolo, son horas y horas buscando, probando y volviendo a hacer, pero siempre disfrutando”.
Contador público no, arte sí
Gustavo Gaggero nació en Santa Rosa. Cursó sus estudios en el Domingo Savio y cuando estaba en el cuarto año de Ciencias Económicas resolvió que lo suyo era la pintura, algo que lo venía marcando desde la adolescencia. Ha realizado innumerable cantidad de muestras individuales y colectivas. Participó de simposios de escultura en madera, hielo y cerámica y obras suyas están emplazadas en Santa Rosa y Toay. Ha cosechado reconocimientos desde 1987 cuando obtuvo el primer premio escultura del Salón Pampeano de Artes Plásticas.