La pandemia del Covid-19 nos desorganizó la vida en todos los planos, sea individual, familiar, laboral, y al mismo tiempo la estrategia del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio, obligó a la CPE a redefinir algunas prioridades para garantizar los servicios esenciales. Sin embargo, el delicado contexto no impidió avanzar en otros temas. Uno fue el "Protocolo de prevención y actuación institucional frente a situaciones de violencia de género, acoso, discriminación y violencia laboral".
Aprobado finalmente en julio por el Consejo de Administración en la Resolución 11/20, y a pocos días de que la CPE cumpliera 90 años, el Equipo de Aplicación del Protocolo se dio a la tarea de la capacitación de consejeros, consejeras, delegados, delegadas y plantel laboral. Durante esta primera etapa, la tarea quedó a cargo de la abogada Daniela Daniele, la psicóloga Eugenia González y la consejera Julieta Carrizo. Con ellas hablamos.
- ¿Qué resultados están teniendo las capacitaciones?
- Son muy buenos. Esta primera etapa, prevista para el 2020-2022, se inició con capacitaciones en violencia laboral, violencia simbólica, equidad de género y derechos humanos. Empezamos con quienes integran el Consejo de Administración y el equipo que dirige la operatividad de la CPE. Luego siguieron encuentros con las distintas áreas, poniéndonos a disposición para aclarar diversas cuestiones. A su vez, la Dirección de Políticas de Género y Diversidad de la Municipalidad de Santa Rosa, brindó la capacitación sobre perspectiva de género prevista en la Ley Micaela, a consejeros y consejeras e integrantes de las gerencias.
- La CPE también viene de una construcción patriarcal.
- Difícilmente alguna entidad social podría escapar de una concepción tan arraigada. Y la CPE se integra con mujeres y varones formados en ese contexto socio-cultural. Dar pasos como este Protocolo significa, en los hechos, reconocer su necesidad para tratar de enfocar los vínculos personales y laborales desde otra concepción; esto obviamente incluye también a las cooperativas.
- ¿Hay prácticas naturalizadas o invisibles que quedan expuestas en el nuevo contexto?
- Por supuesto. En las organizaciones donde existe estructura patriarcal las relaciones desiguales de poder dejan a la mujer en desventaja respecto del varón. El patriarcado define los roles de género y los hace aparecer como naturales y muchas veces invisibles. Lo importante es detectarlos para poder cambiarlos, por eso hablamos de “de-construcción” de los patrones socio-culturales. Y de ahí la importancia de la sensibilización y capacitación en los temas que mencionamos anteriormente.
El patriarcado define los roles de género y los hace aparecer como naturales y muchas veces invisibles.
- ¿Los avances son desde las y los individuos y llegan a la organización, o el camino es a la inversa? Nadie desconoce algunos avances, pero los hechos de violencia no parecen disminuir.
- Hemos avanzado mucho socialmente en la concientización sobre las violencias, pero aun así siguen existiendo situaciones de esta naturaleza. Somos producto de la cultura, entonces si las personas cambian van a modificar el lugar donde desarrollen sus actividades y esa organización, en este caso las cooperativas, pueden transformar o influir en la sociedad en la que están inmersas.
Las empresas organizadas bajo la forma de economía social, tienen una responsabilidad extra en esto, pues se basan en principios relacionados con la igualdad, la solidaridad, la democracia, etc., tienden a una construcción colectiva y social. El desafío es desterrar el paradigma enlazado del patriarcado, el del capitalismo y el del individualismo. Que las cooperativas u otras instituciones establezcan este tipo de herramientas es sustancial porque generan nuevos marcos, con nuevas responsabilidades. Lo que hay es una voluntad política de formular otros mecanismos que modifiquen esa realidad, al menos en el espacio institucional.
- El Protocolo de la CPE define dos tipos de violencia. ¿Cómo es eso? Establece cómo abordar las denuncias pero también prevé la consulta de situaciones de violencia, su abordaje y orientación.
- Las violencias previstas en el protocolo son la violencia género -incluyendo los tipos y modos de violencia contra la mujer establecidos en la ley nacional 26.485- y la violencia laboral -ya sea la agresión física o el acoso psicológico-, que en cualquiera de los casos tengan por objeto o por resultado excluir, restringir, degradar, ofender o anular el reconocimiento y el ejercicio de los derechos. También incluye los casos de discriminación fundada en el sexo y/o género de la persona, la orientación sexual, su identidad de género, la expresión de género, la raza o la etnia, religión, ideología, discapacidad.
Se suman una serie de ejes de actuación como la celeridad para tratar los casos, la confidencialidad, la no revictimización de la persona afectada y la perspectiva de género. Cada paso abre otros caminos donde casi nadie puede sentirse afuera de tamaña responsabilidad. La preservación o la construcción de un buen ambiente de trabajo hace a la salud e integridad física, psíquica y emocional de cada trabajadora y trabajador.