Aunque el fútbol esté a punto de cumplir el centenario de su primer campeonato mundial, disputado en Uruguay en 1930, fue recién en 2006 que un periodista de La Pampa logró alinear algunos planetas para acreditarse ante las federaciones del deporte más popular, y transmitir sus pormenores a los habitantes de una región acostumbrada a mirar este y otros eventos con ojos porteños.
Desde aquel Mundial de Alemania, el periodista deportivo nacido en Doblas, Fabricio Coller, no faltó a ninguna cita mundialista, y luego de cuatro copas disputadas por la selección argentina —algunas con sabores amargos por malos desempeños o por buenas campañas que no terminaron bien—, recién en la quinta pudo darse el gusto profesional de comentar las instancias que atravesaron los jugadores de su país para poder levantar, al fin, el trofeo más preciado.
Fabricio fue, en este inolvidable Qatar 2022, el único periodista patagónico acreditado por la FIFA para cubrir el Mundial. Una ocasión que, confiesa, “resultó en lo personal una síntesis extraordinaria: Argentina campeón, Messi la gran figura, y un pampeano, Alexis Mac Allister, protagonista fundamental”.
Pero un campeonato mundial de fútbol es mucho más que una competencia deportiva. Es la oportunidad de conocer culturas diferentes, no solo por los lugares que son sede de los encuentros, sino también por sus visitantes y el inmenso abanico de colores, sonidos, aromas y hábitos que esta confluencia genera por unas semanas. Y mucho más cuando esa competencia se realiza en una región tan distinta a una vida pampeana.
Los menús qataríes, muy distintos a los nuestros. "Por Messi, a los argentinos a veces nos invitaban a comer".
“Me costó la adaptación”
“El cambio cultural me impactó —dice Fabricio, conocido en la provincia por ser, además, responsable del móvil de Radio Noticias, frecuencia modulada del diario La Arena, de Santa Rosa—. Aunque fui preparado, al rozarme a diario con una tradición tan diferente a la nuestra, diría que me costó la adaptación. Fue mucho más de lo que esperaba. Pero logré familiarizarme con sus costumbres, que finalmente me resultaron de mucho interés. Mi búsqueda permanente, además del fútbol, es introducirme en los aspectos generales que me permitan descubrir nuevas formas de vida. No tengo dudas que esta fue la cobertura más enriquecedora que me ha tocado realizar”.
-En tus transmisiones mencionabas ciertos aspectos organizativos que te impactaron. Algunos vinculados con el mundial y otros al lugar ¿Porqué te impactaron?
-La organización del Mundial fue impecable. No hubo fallas, ni para los simpatizantes ni para la prensa. Mucho tuvo que ver el gobierno qatarí, que dispuso de un arsenal de servicios públicos en beneficio del visitante. Los redes subterráneas y los colectivos, todos gratuitos. El traslado a los estadios, muy coordinado; pocas veces nos permitían viajar parados. Los estadios súper lujosos, sólo uno —el que estaba armado con contenedores— no contaba con aire acondicionado. Hasta pasábamos frío en la cancha de tanto que lo usaban. Toda esa infraestructura fue construida para el Mundial. En cuanto a Qatar, es un país con gran porcentaje de inmigrantes. Más de la mitad de la población proviene de Pakistán, Irán, India y otros países de Oriente Medio. En algo más de un mes, no vi un papel tirado; ni tampoco gente pidiendo o revolviendo la basura.
Mezquita "Imam Muhammad ibn Abd al-Wahhab", en Doha. Es la mezquita nacional de Qatar.
-Hubo una experiencia extraña con la “euforia y entusiasmo” en Qatar que giró alrededor de Argentina. ¿A qué se los atribuís?¿Efectivamente viste que abarcaba a otras “hinchadas” y a los mismos qataríes?
-Fue raro, pero atractivo a la vez. En general, lo percibí en anteriores certámenes; no tenemos buena aceptación como argentinos. Es la primera vez en cinco mundiales a los que concurrí, que observo hinchas “ajenos” alentando por Argentina. No sólo qataríes, también del resto de los países árabes. Mostraron adoración por nuestra selección. Fundamentalmente lo atribuyo a Messi. Creo que todos querían —queríamos— ver esa foto final con él besando la copa. Y era por él que en la ciudad, si detectaban que éramos argentinos, hasta nos invitaban a almorzar o cenar.
Con la albiceleste a todas partes
-Hiciste una especie de "carrera" acompañando a la selección. ¿Cómo ha sido ese proceso que lleva varios años?
-Siempre tuve la idea de cubrir un Mundial de fútbol. Cuando decidí proyectarlo para Alemania 2006, el proceso de acreditación ya había concluido. Pero cuando faltaba apenas un mes para el inicio del Mundial, tuve la fortuna de que un periodista no podía viajar y me comunican desde AFA que ese nuevo lugar vacante era para mí. Imagínense la emoción. De ahí en adelante no falté nunca a los compromisos de Argentina. Son casi 20 años en los que viajé a cinco Mundiales, pero también a cinco Copas América, a partidos por Eliminatorias, amistosos. Siempre acreditado por AFA, FIFA y Conmebol. No tengo exactamente el registro, pero seguramente llevo vistos más de cien partidos de Argentina. He conocido los mejores y más emblemáticos estadios del mundo. Soy un agradecido a esta profesión que me permitió combinar fútbol y viajes.
Una lujosa garita de transporte urbano (micros) en la isla artificial "La Perla", de Doha.
-¿Este fue el mejor organizado?
-Sí, porque además no hubo distancias largas por recorrer. Al realizarse prácticamente en una misma ciudad, todo se facilitó. En mi caso estuve presente en 27 partidos y conocí las 8 sedes mundialistas. Es muchísimo. Podría compararlo con el primer Mundial que cubrí en Alemania 2006, aunque Qatar tuvo otras connotaciones que lo harán distinto para siempre.
La pasión en modo selfie
-¿Qué sensación tenés, en la actualidad, del periodismo argentino, en particular del deportivo? ¿Hay un exitismo que deja de lado la obligación esencial de informar? ¿Hay pasión o hay simple negocio?
-Creo que depende mucho de la formación como periodista que uno haya tenido, esto es clave a la hora de ejercer el oficio. Probablemente cualquiera pueda ser periodista, pero existen pautas que deberían respetarse. Y en ese sentido mucho tiene que ver cómo te inculcaron la profesión. Lamentablemente, los ejemplos no ayudan. En los medios masivos —especialmente en la televisión— abunda el exitismo. Por conveniencia o por naturalidad, y eso provoca desinformación. Ojalá que las nuevas generaciones, con todas las herramientas a disposición, puedan revertir el triste momento actual. Pero a veces la euforia es parte de la descripción. El tema es lo que sigue. Es ahí donde es una obligación desprenderse. Los llantos y filmaciones, también son parte del show. Hoy, lamentablemente, la imagen vende más que el relato. Y quienes más expuestos están, más compiten por mediatizarse. Hasta Víctor Hugo Morales se filma. Y no tiene ninguna necesidad de hacerlo, pero tampoco el mejor de todos los tiempos puede estar ausente en el mundo viral.
Fabricio junto al relator Víctor Hugo Morales.
-¿Cómo se vivió en el mundo periodístico argentino en Qatar la sorpresiva derrota de Argentina ante Arabia Saudita en el primer partido?
-En el círculo que me rodeé, no escuché críticas despiadadas. Sí, admito, que luego de esa caída inicial se llegó a afirmar que Messi no era el mejor del mundo, cuando lo que siguió fue realmente superlativo. Gracias a ese primer partido, Argentina produjo un cambio con resultados notorios. Igual, sin exagerar, considero que contra Arabia Saudita fue una de las peores derrotas en la historia de los mundiales.
-Durante el transcurso del mundial, se discutió el rol de algunos periodistas que -aparentemente- esperaban un fracaso futbolístico argentino. ¿Allá se sintió eso?
-No, para nada. En más de un mes de estadía en Qatar, sólo la última semana observé de reojo algunos programas de la televisión argentina. Lo hice de casualidad, porque en el alojamiento de esos días se recurría mucho a mirar tv argentina. Ahí sí percibí la contaminación que muchas veces produce la pantalla. En mi caso, como prensa escrita y radial, que en general nos movíamos todos juntos, se maneja un estilo diferente. La coherencia y la cautela debe ser un ejercicio permanente en nuestra profesión.
Postales de un país que construyó suntuosidad en el desierto.