Favio Miranda es un loco de la música. Piedra angular del coro “Locos por la Música” de General Acha, este apasionado no para de agradecer a quienes hacen posible una experiencia artística y terapéutica por y con los pacientes psiquiátricos del área de Salud Mental del Hospital Padre Ángel Buodo.
Publicada en enero 2017
La historia de este hermoso coro es inescindible de la de su creador y director. Ambas se complementan y enriquecen. Contar una es referir a la otra. El original nombre nació por impulso de los propios pacientes coreutas. Bibiana Paredes, presidenta de la cooperadora, en septiembre de 2008, le propuso a Favio organizar un taller de música. “Lo pensé, y mucho”, recuerda Favio, que conocía el lugar por haber actuado antes con la Banda Ceferino Namuncurá.
Paredes con pintura descascarada, manchas de humedad, olores feos, oscuridad, azulejos rotos, tristeza, gritos, llantos, eran ecos de aquellos momentos. “Nunca tuve miedo a un paciente psiquiátrico, pero sentí temor de que no me aceptaran. La idea era enseñarles a tocar algún instrumento, a bailar folklore, a cantar; que pasaran un momento lindo”. El taller arrancó en octubre y la ansiedad se esfumó rápidamente. Lo recibió Martita a quien ya conocía. “Cuando tenía 7 años iba a la despensa y en el camino me encontré a Martita, que tendría 14 o 15, traía una bolsa en cada mano y al encontrarme dejó las bolsas y sin mediar palabra me dio tremenda cachetada, y salió caminando muy tranquila; los vecinos salieron en mi defensa: ‘esta se está volviendo loca’ dijo una mujer. Martita no se había olvidado pero esta vez me dio un fuerte abrazo”.
El ambiente era otro: ni paredes descascaradas, olores feos u oscuridad. Al taller iban pacientes en forma directa pero otros agarraban su silla, su equipo de mate y se arrimaban de a poquito, entre ellos Leo, que estaba en etapa de reinserción y salía dos veces por semana a la Biblioteca a terminar su secundario, pero el trayecto le daba pánico. “Yo dirigía el coro de jubilados Lihué y lo invité. La cosa fue que le hizo muy bien. Al ver los resultados, con Bibiana presentamos un proyecto de coro a Psiquiatría, a cargo de José Ferrari. Recibieron la idea con entusiasmo, invitamos a familiares de los pacientes, enfermeros, psicólogas y amigos del servicio, y en mayo largamos Locos por la Música”.
-¿Conocías antecedentes?
-De coros de ese tipo, no. Hay de ciegos o coros integrados, pero formado con pacientes psiquiátricos creo que es el único. Debutamos el 18 de septiembre de 2009 en Toay en el VII Coral. Unos días después cantamos en Acha. En 2010 Mario Figueroa, presidente de la Asociación Civil Coral, nos invitó a armar nuestra subsede que aún se mantiene.
-¿El proyecto es artístico y como tal terapéutico, o es directamente terapéutico, independiente de las posibilidades de canto de cada integrante?
-Nació como taller y se transformó en un grupo de canto que resultó terapéutico. Y si bien no es un coro que canta a cuatro voces, porque va con las posibilidades de los pacientes, también es artístico. Pacientes con problemas en el habla o para socializar han tenido muchos avances. Y es importante el hecho de que se sume gente ajena al servicio, que colabora.
Pura música coral
Favio aprendió música en la Ceferino Namuncurá del Colegio Salesiano La Inmaculada, donde hizo la primaria. En 1994 con la quiebra de la Cooperativa Agrícola Ganadera, tras ocho años ahí, se quedó sin trabajo. “Fueron tiempos difíciles, con una familia para mantener, sin empleo fijo y hasta padecí cáncer; pero como dijo la gran China Zorrilla: ‘el cáncer es algo que pasa y se va’. Anduve changueando, limpié terrenos y jardines, fui sereno, repartidor, vendí tortas fritas y hasta productos de catálogos como Avón, Reino de la Miel y Martina di Trento”.
Para distraer las penurias, en 1996 se metió al Coro de Cámara de Acha donde conoció a Mario, que le propuso encargarse de los ensayos del Coro Infanto Juvenil. “La música, que era un hobby, fue mi trabajo”. En 2005 quedó a cargo del Coro Lihué mientras enseñaba teoría y solfeo en la Namuncurá. Mientras se abrían puertas terminó el secundario. En 2008 empezó a dirigir el Coro Sentires de General San Martín y en 2009 ingresó a la docencia. En 2010 sumó al Coro Suyai de Ataliva Roca, y desde 2012 es docente del Infanto Juvenil de Miguel Riglos. “Recorro casi mil km semanales. Solo los martes no viajo y los dedico a los ensayos en Acha. De lunes a viernes soy docente en la Escuela 11, a la tarde atiendo los coros y el sábado me dedico a la Orquesta. Mario me alentó primero como asistente y luego a dirigir, así que gran parte se lo debo a él”.
Nuestra provincia tiene en el Coral de La Pampa, que organiza la Asociación Civil Coral, uno de los eventos más grandes de Argentina, con veintisiete subsedes y más de 60 coros. “Locos ...” es protagonista, algo que les permite hacer conocer el trabajo, pero además quitar los miedos a los pacientes con enfermedades mentales. “En cualquier presentación nadie se queda sin sonreír y a la mayoría se le escapa alguna lágrima”.
-¿Cuántos empezaron?
-Al principio -y oh casualidad- 22. Doce pacientes y el resto amigos que unían sus voces. Pasaron muchos, Silvia, Cacho, Damián, Daniel, Hugo, María Cristina, Pipi, Luis, Lucho, Nicolás, Omar, Pancho, Marta, Morochita, Norma, Federico, Arturo, Martín, Javier, Leo, Héctor, Marisa, Ricardo, Emanuel, Richard, Elba, Daniela, Raquel. “Lamentablemente hemos sufrido varias pérdidas pero, en mi memoria quedan las imágenes de rostros felices, levantando las manos saludando, recibiendo ovaciones; ahí siento que nuestro trabajo no fue en vano”.