Nuevo 1° de Octubre es una publicación mensual y gratuita de la CPE.
“HIJA DE LA CIUDAD”, DE WALTER CAZENAVE

Cada 1° de octubre ubica a la CPE en un simbólico cruce de caminos que vincula memoria, epopeya popular, servicios, solidaridad y política. Con más y con menos, cada contexto socio económico, potencia las imágenes de una noche que se volvió parte de nuestra historia. De las muchas cosas escritas, sin embargo, hay un relato cuya magnitud crecerá y crecerá con el correr de los años: “Hija de la ciudad”, del escritor, periodista, docente e investigador Walter Cazenave.

Hace poco se cumplió un nuevo aniversario de aquella emblemática fecha en que la luz eléctrica del poblado se apagaba en manos de una empresa extranjera (la Sudam), para encenderse en y por manos locales. Aquella acción, plena de resistencia solidaria, con aristas de epopeya, fue -luego de la firma del acta fundacional, producida cinco años antes- la piedra basal de la Cooperativa Popular de Electricidad, Obras y Servicios Públicos de Santa Rosa Ltda.

Durante 2006 “Hija de la ciudad” abrió una publicación especial, donde participó la CPE, de Ediciones Desde la Gente del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, y de la Subsecretaría de Cultura de La Pampa, titulada “Epopeyas pampeanas”. Este volumen reunió creaciones de diversos e insignes escritores (como Edgar Morisoli, Ana Lasalle, Norberto Righi y Olga Orozco, por mencionar algunos), entre ellos Cazenave con su “Hija de la ciudad”. Poco tiempo después la CPE daría a luz a Editorial Voces, el sello cooperativo creado para apoyar y poner en valor al arte pampeano en la variedad de sus expresiones.

2024 11 25 Walter Cazenave Epopeyas Pampeanas

Tapa de Epopeyas pampeanas.

Con la intención de rescatar esa gesta popular y el relato literario que la enarbola como épica, en este 89° aniversario que se cumplió el 1° de octubre reciente, conversamos con Cazenave, para conocer la historia detrás de la escena de la narración, desde su visión de entonces a la de hoy, de sus sensaciones y experiencias en torno a la reconstrucción de semejante hecho, por demás significativo para el acervo santarroseño.

Un autor hecho de paisaje y periodismo

Walter Cazenave nació en General Pico en 1942. Se recibió en 1960 de maestro de la vieja Escuela Normal, actividad que ejerció en zonas rurales mientras se iniciaba en la faz periodística. Con el correr de los años hubo otros títulos, primero de Profesor, luego de Licenciado y finalmente Doctorado en Geografía, con especialización en recursos hídricos. Junto a esta pasión, cultivó las facetas literaria y periodística, donde su sensibilidad y formación encontraron terreno donde explayarse y exponer, a través de cuentos y artículos, sobre aquellos temas que movilizan sus sentimientos profundos y su pluma desde siempre, vinculado a lo regional y a esa íntima relación con el paisaje que lo rodeó desde niño.

Reviviendo la epopeya

En el marco de ese sentir, Cazenave reveló historias y anécdotas detrás de “Hija de la ciudad”. “Mi relación con la Cooperativa de Santa Rosa es, antes que nada, afectiva. La primera noticia viene de mi juventud, cuando, yo joven y aún en Pico, y trabajando para el periódico Zona Norte, mi jefe de entonces me la nombra, y hace hincapié en la diferencia que él encontraba en cuanto a la formación de otras cooperativas de la zona, que ésta -la CPE- había nacido de un sentimiento netamente popular”.

Festejo

1936: festejo al cumplirse un año de la gesta del 1º de octubre. Al centro, están Juan Savioli, ErnEsto Peyregne, Enrique Tubán, los hermanos Figueroa, entre otros mecánicos.

Vaso de agua mediante, Cazenave bucea en su memoria: “Este comentario siempre me quedó dando vueltas. Pasaron los años, y en cierta ocasión el diario La Arena, a través de Raúl D´Atri, me convoca como a otros escritores de ese entonces, para participar con un relato en un suplemento que iba a salir con motivo del 100° aniversario de la ciudad. Mi compromiso fue inmediato, y enseguida pensé en escribir sobre esa gesta tan importante para la ciudad, como fue la creación de la CPE. De allí el título del relato”.

Inicia entonces la ardua tarea periodística de investigación, de escarbar en los libros y revistas, de recopilar datos y testimonios, para fundar su relato en el terreno firme de la certeza histórica. Acude al Archivo Histórico provincial, visita referentes de la época, recoge comentarios, y va armando de a poco el rompecabezas del hecho.

“Las principales fuentes fueron el Archivo Histórico de la provincia, sobre todo en los archivos del diario ‘La Capital’ y 'La Arena', y por otro lado también los testimonios que recogí de personas de aquella época, Raúl D´Atri e Ismael Amit, por dar un par de ejemplos. Una vez que tuve los datos, y pude entonces dimensionar el riquísimo panorama con el que me había encontrado, de toda esa enorme e intrincada historia que hubo detrás de aquel 1° de octubre de 1935, fue que decidí que lo mejor era relatarla desde una forma más dinámica, más atrayente a la lectura, por lo cual empecé a desglosarla en partes más pequeñas y puntuales”, precisó.

La gesta

La profunda investigación del emblemático hecho, obviamente le generó fuertes impresiones: “En primera medida, y obviando la acción de esas cuatro figuras que fueron los pioneros, resaltar que tal movida tuvo la intervención de vecinos con un enorme espíritu cooperativo y colectivista; y la otra, un gobierno municipal -socialista- que suscribió acciones enseguida a la revolucionaria idea de dejar de depender de la extranjera SUDAM para generar nuestra propia electricidad”. Aunque, aclaró Cazenave, “no hay que creer que todo fue un camino de rosas”.

Desde la fundación de la cooperativa -el 6 de julio de 1930- hasta los hechos del 1° de octubre, pasaron 5 años. “En el medio también muchas cosas salieron mal, y hubo cosas que no se hicieron. Por ejemplo -ahondó el escritor- faltando aproximadamente un año para que venciera el contrato con la SUDAM, aún no estaba la plata para la compra de los motores; es entonces que se realiza una asamblea popular donde se convoca a los vecinos, apuntando sobre todo a los más pudientes, con la intención de juntar fondos para la compra de los mismos, pero al final no se junta ni la mitad de lo que se necesitaba”.

trilladora con nene

Llegada de los tractores que hacían la trilla en los campos de la zona. ComenzarÍan a gener energía en la madrugada del 30 de septiembre al 1º de Octubre de 1935, cuando vencía la concesión de la SUDAM.

“Luego sí, vendría lo que ya se sabe: las trilladoras traídas de los campos, la tarea mecánica de (Juan) Savioli, la usina en el taller, etc. Una cuestión importante y que me llamó mucho la atención – resaltó– es que en la época se evidenciaban dos posturas en relación a este hecho; de una parte, el gran movimiento colectivista en claro apoyo a la cooperativa y a la epopeya que se gestaba; por otra parte, un movimiento negacionista, de espíritu conservador que en ocasiones, según algunos testimonios recogidos, increíblemente llegaron hasta a acciones de sabotaje. A todo esto, se sumaba el trabajo de desprestigio y presión que los cooperativistas también recibían, desde la propia SUDAM como de diarios locales de corte conservador.”

Tristes coincidencias

Reviviendo estos importantes hechos a través de la certera mirada periodística y la construcción literaria, Cazenave expresó que “el espíritu cooperativista desde entonces siempre se ha evidenciado, cumpliendo con su razón de ser, a través de acciones que propenden a la mejora social, en alguno de los diversos aspectos en que puedan aplicarse. Por ejemplo -se explayó enfático– basta mencionar lo que significó la creación del servicio Funerario; antes, uno tenía que endeudarse para pagar el servicio por un fallecido. Lo mismo sucedió con la Planta Láctea, los servicios de Ortopedia o la atención en las enfermerías, y, bueno, algo que después me tocó de primera mano (*), como es la creación de la Editorial Voces. Todas acciones que, de una u otra manera, expresan y emulan el sentimiento colectivista de aquellos pioneros que pensaron en formar una cooperativa”.

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Cazenave junto a Edgar Morisoli. Fueron amigos, colegas y colaboradores en distintas publicaciones y eventos en la región.

“Obvio, como dije antes, no todas las cosas se hicieron bien. Algunos proyectos quizás no tuvieron el mismo impacto porque no fueron acertados o no estuvieron quizá bien implementados, pero -enfatizó- siempre la intención detrás de cada idea fue y es contribuir para que la sociedad viva mejor. Lo que sí me parece increíble -se lamentó el escritor- es el triste paralelismo que encontré entre el ayer y los tiempos modernos, viendo cómo persiste y se repite hoy, en 2024, esa misma problemática de 1935, de la lucha con empresas cuyo único interés es lo económico, y de gente que por otro lado quiere cosas más justas, de gente que piensa en cosas que lleven a una mejora de la sociedad, y gente con cierto espíritu conservador que reniega de eso”.

Cerró el escritor, con una sonrisa resignada que dan los años y la inteligencia, entendiendo que, quizá todo esto también es parte de nuestra comedia humana. El desafío es el que también nos hace replantear y valorar el camino.

La charla se había extendido por más de hora y media, casi sin darnos cuenta. El gesto siempre amable y respetuoso de Cazenave, su enorme conocimiento, a la altura de su humildad, propician conversaciones siempre interesantes en cada encuentro. Había terminado su vaso de agua, para recuperar el aliento, por lo cual lo acompañé afuera y lo despedí en la puerta del auto de su hijo, que ya lo esperaba para devolverlo a la intimidad de su hogar. Restan dos cosas para este cierre, aquellas que más hacen justicia a quienes emprenden tales proyectos: la memoria y el pensamiento. Recordar el trascendente acto popular de aquel 1° de octubre de 1935 corresponde a lo primero, hacerlo a través de la pluma de Cazenave, la invitación a lo segundo. 

Alberto Di Francisco
(*) En 2019 la Editorial Voces editó “Once aguas”, obra que se compone de relatos y poemas, todos atravesados por un elemento en común, tan sensible para los pampeanos: el agua.