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LA ENFERMERÍA EN LA PAMPA (1946-1955)

La asistencia de la salud empezó a preocupar al Estado recién a fines del s. XIX cuando comenzó a intervenir en actividades que hasta entonces estaban en manos de la iglesia y sociedades de beneficencia. Fue durante los dos primeros gobiernos peronistas cuando la salud se transformó en una cuestión relevante: en 1.947 bajo la dirección de R. Carrillo se creó la Secretaría de Salud Pública que impulsó una profunda reforma consistente en la centralización normativa y la ejecución de un plan sanitario nacional.

Publicada en setiembre de 1999

En esta época irrumpe la mujer como nuevo actor social. Pero esta “nueva mujer” además de participar en la vida política y laboral, seguía teniendo como misión fundamental la maternidad, la cual debía ser ejercitada, desde este momento, también fuera de las fronteras del hogar.

El discurso oficial

La enfermería apareció como una nueva “profesión” que hasta entonces no gozaba de rango científico ni prestigio social; fue revalorizada y propagandizada como una actividad destinada a las jóvenes que quisieran iniciarse laboralmente. El país contaba entonces con un escaso número de profesionales y la medicina “ilegal” era una práctica difundida, por ello para ejercer se impusieron exigencias: había que tener matrícula y diploma o certificado habilitante expedido por escuelas dependientes de universidades nacionales o autorizadas por Salud Pública.

Si bien la profesionalización era el principal objetivo, se insistió en igualar las “aptitudes” femeninas -paciencia, constancia, sensibilidad, sacrificio- con las necesarias para el ejercicio de la enfermería. Las mujeres aparecían como las más capacitadas para “comprender” el dolor de los enfermos y reconfortarlos espiritualmente, tal como lo hacían en el seno de sus hogares.

La incorporación femenina al mercado laboral se efectuó en tareas consideradas socialmente complementarias de las del hombre. En este caso particular se dió una relación de subordinación presentada como colaboración: la enfermera debía estar “a la vera del médico”. La profesionalización no significó independencia y se vieron expuestas a trabajar bajo la estrecha vigilancia masculina. Apareció así la idea de complementariedad natural entre los sexos, “los médicos la herida, a las enfermeras los heridos”.

En el Territorio Nacional de La Pampa

¿Qué ocurrió en nuestro territorio? ¿Cuánto de esta normativa nacional se cumplía? ¿Cómo impactó esta reforma sanitaria en la práctica? Debido al vacío documental de fuentes escritas se realizaron una serie de entrevistas a mujeres que se iniciaron en la década del cuarenta como enfermeras del Hospital de Zona.

Con respecto a la habilidad técnica respaldada por Salud Pública, recuerdan cómo aprendieron su trabajo:

-“En aquel entonces a Ud. la nombraban y lo que necesitaba era voluntad y coraje”.

-“Sobre la práctica, sobre la práctica”.

-“¡No sabía nada de nada! Pero... muchas veces vos tenés que trabajar. Nunca fui enfermera de escuela, fui una enfermera con práctica”.

-“Si te digo que veía una aguja me descomponía!, capaz que me enfermaba yo. Bueno..., pero entré a trabajar y bueno hice coraje, pese a todo”.

-“…de ver como hacían los otros y de practicar...”

199909 2 Entre el empirismo y la profesionalizacion

¿Qué sucedía con la imagen tradicional de la enfermería? Ellas reproducían el imaginario colectivo donde se mezcla la idea de la enfermera como “salvadora”, con la función que debe cumplir como profesional.

-“Una compañera, a mí, me bautizó monjita”.

-“...estar con los enfermos, hablarle, orientarlo... porque hay enfermos que se internaban, que venían de afuera, que no conocían nada y vos sabés lo que es llegar a una parte en que no conocés nada, es triste”.

-“Entonces les gustaba, porque por ahí les iba a decir algo y les salía con una parte de una canción o por ahí les salía con otra cosa o un chiste o algo, entonces al enfermo le gusta”.

¿Quiénes tenían en el hospital el saber científico, quiénes eran los encargados de enseñar a las principiantes? Había cuatro salas de internación divididas por sexos; el responsable de cada sala era un Cabo/ba. Los médicos o estos cabos/as actuaban como instructores de las ingresantes.

-“... la caba, entonces, la va poniendo a una al tanto de todo: tenés que hacer esto y este otro, ves este así”.

-“...ahí conocí al Dr. P. y él fue el que nos iniciaba, nos explicaba, nos decía cómo tenemos que hacer las cosas... y así me fui haciendo”

-“... recuerdo mucho al Dr. P., el hombre orquesta le decía yo [...] era un hombre muy nervioso, de estos que gritan y que rápido, muy severo y metódico, podría decir; que le gustaba que las cosas se hicieran y él mandar una vez y no decirle nunca más... Bueno, yo al principio... le tenía algo de terror, pero al mismo tiempo le obedecía mucho...”

El empirismo fue moneda corriente por aquellos años; la capacitación mediante estudio tardó en llegar a las salas del Hospital pues la Escuela Provincial de Enfermería se creó en 1.960. La cooperación y el compañerismo eran también base del trabajo. Cuando se incorporaron las primeras egresadas de la Escuela hubo algunas diferencias en el modo de trabajar de unas y otras.

La percepción varía según las entrevistadas: para algunas significó una invasión del campo laboral y competencia desigual, mientras que para otras fueron necesarias por los conocimientos teóricos que poseían. Con el tiempo las diferencias se fueron diluyendo entre el saber científico de unas y la experiencia práctica de otras. Sin embargo las “empíricas” continuaron realizando hasta el momento de su jubilación diversas tareas, mientras que las profesionales se abocaron exclusivamente a la atención y cuidado de los enfermos.

Cecilia Grierson: una pionera

Cecilia Grierson nació en Buenos Aires en 1.859 fue la primera mujer médica Argentina. En 1.880, azotada Buenos Aires por una epidemia de cólera, concibió la idea de educar a enfermeras y, guiada por este ideal, fundó el Círculo Médico Argentino en el año 1.885 la primera Escuela de Enfermeras de Argentina y también de América Latina.

Bibliografía

WAINERMAN, Catalina y BINSTOCK, Georgina: “El nacimiento de una ocupación femenina: la enfermería en Buenos Aires”. Desarrollo Económico, vol. 32 Nº 126 (julio-septiembre 1992). IDES

BELMARTINO, Susana: “Transformaciones internas al sector salud: la ruptura del pacto corporativo”. Desarrollo Económico, vol. 35 Nº 137 (abril-junio 1995).

SCOTT, Joan: “El problema de la invisibilidad”. Género e historia: la historiografía de la mujer. Carmen Ramos Escandón Compiladora. Méjico. Instituto José María Luis Mora 1992.

* María Esther Folco es profesora de Historia e integrante del Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La Pampa. El presente trabajo se halla en una fase de elaboración y corresponde a una beca de investigación para graduados que forma parte de un proyecto más amplio denominado “Género, Salud y Ciudadanía en los primeros gobiernos peronistas”.

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