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LA LUCHA CONTRA EL CÁNCER DE MAMA

Durante marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Un buen contexto para difundir la tarea de un grupo de mujeres que apoya a pacientes oncológicas. Representan una síntesis de voluntad, fuerza, empatía y contención. Son once mujeres, hoy amigas, que conforman el grupo “Abrazo a la Vida”, una forma de lucha contra el cáncer de mama.

Publicada en marzo de 2019

El grupo nació hace una década. Su motivo esencial es acompañar a otras mujeres a transitar la enfermedad y ayudar a generar conciencia, promoviendo la prevención, aumentar las curas y mejorar la calidad de vida. Lo integran siete pacientes y cuatro voluntarias, de las cuales dos son las enfermeras a cargo de las sesiones de quimioterapia.

“Cuando formamos el grupo, me pareció hermoso compartir la iniciativa aunque me daba un poco de miedo. Había que saber qué hacer. Pero se trataba de transmitir lo que algunas ya habíamos pasado. Entonces ¡qué mejor que decir lo que nos pasaba! Eso es lo lindo de formar parte: compartir tu experiencia, decirles cómo seguir, qué te puede pasar, qué efectos pueden causarte las quimios. Esa era la contención que teníamos para las mujeres”, describe Silvina, una de las fundadoras.

Curar y sanar

Todas aseguran haber aprendido. Superar el cáncer las llevó a reencontrarse como personas pero en otro estadio, con nuevos hábitos y costumbres, otros modos de vida. “Cuando te dicen que tenés cáncer, se te viene el mundo encima: no sabés qué hacer. Yo ya hace trece años que lo superé; siento que me enseñó, que de la enfermedad tenés que aprender que el cambio de vida es fundamental. Una anda acelerada, con estrés y eso hace al modo de vida. Cuando superamos la enfermedad nos curamos, pero no nos sanamos”, advierte Silvina.

“Seguimos acelerados, al mismo ritmo y eso nos puede volver a enfermar de cáncer de mama o de cualquier otra cosa”. Cuando resaltan lo de “sanar”, plantean la necesidad de lograr un equilibrio corporal, energético, mental y espiritual. “Son dos conceptos distintos: el curar es médico-físico y el sanar es una integración; tiene que ver con tu forma de vida”, amplía Paula.

A su lado está Norma, una de las enfermeras que interviene en las sesiones de quimioterapia. Las demás la describen como “el alma del centro de quimio y la energía extra” del grupo. Norma, que no padeció la enfermedad, asegura: “Yo también logré ponerle un freno a la vida y comenzar a disfrutar de las cosas buenas, de las amistades, de la meditación; aprendí mucho de los pacientes oncológicos. Sé cuándo poner freno porque algo me está dañando. Por eso creo que en ellas encontré la sanación, quizás, antes de enfermarme”.

También Marta se anima con su experiencia personal. “Hacía 24 años que no me realizaba un estudio, desde que había sido mamá. Un día me subí al mamógrafo móvil del Gobierno y ahí me hice todo. Al poco tiempo una asistente social golpeó mi puerta: (yo) tenía cáncer y ya tenía un turno en el hospital”, revela entre lágrimas. “Pensé que se habían equivocado de paciente. No pensé que yo era la enferma”. Se emociona, suspira y continúa: “Era un cáncer bastante maligno y luego de las quimios, la doctora me dijo que la enfermedad ya no estaba pero que podía volver… no lo dudé: pedí que me sacaran el pecho. Y acá estoy, ya hace cuatro años de esa experiencia”.

“En mi caso —relata Silvina— cuando me enteré, reuní a toda mi familia para contarles. Lo primero que pensaron era que me separaba. No se imaginaban esto y fue shockeante”. La contención es primordial y cada una busca su punto de sostén: “yo tenía mis hijos chicos y esa fue mi fuerza, quería verlos terminar de estudiar y recibirse. Eso hace que uno tome la energía para seguir. También es muy importante que cada mujer se ponga en positivo; si se deprime y se aísla es muy difícil salir adelante”.

El sostén del afecto

Este grupo no sería tan sólido sin contención familiar: madres, hijos, hijas, amistades y compañeros de vida que acompañan y colaboran. “La familia está muy presente y eso es lo que buscamos que suceda en las mujeres que inician un tratamiento oncológico. Es fundamental”, afirma Silvina. El grupo habla con la familia y amigos de las pacientes para que sepan cómo estar presentes. “Atravesar la enfermedad es un giro de 360 grados; hablamos con la familia, explicamos cómo serán las cosas en adelante, en la parte íntima, en la casa, en todos los aspectos”.

Octubre, el mes de sensibilización

Impulsado por la Organización Mundial de la Salud, cada 19 de octubre se celebra el Día Mundial del Cáncer de Mama. Durante el mes, el grupo refuerza lazos con una intensa agenda de actividades de prevención: distribución de folletería, charlas en escuelas, centros sanitarios, en la cárcel de mujeres, la iluminación de rosa de edificios provinciales y municipales, caminatas e intercambio con otros grupos de ayuda.

“Buscamos que las mujeres comprendan la clave de realizarse controles porque nadie está exento. No hay ricos ni pobres. Ni blancos ni negros. A todos nos puede pasar”.

Acuerdan en resaltar que la enfermedad se supera: “antes el cáncer era casi sinónimo de muerte, hoy en día ya no es así. Cuando nos presentamos como grupo muchas pacientes nuevas nos miran con cara de 'se puede, hay vida' y eso es importante. Yo pasé por eso y acá estoy. Al cáncer hay que respetarlo, no hay que tenerle miedo”, completa Silvina.

El grupo

Abrazo a la Vida está constituido por mujeres que sufren o han sufrido cáncer de mama y pertenece a la Fundación Ciencia y Salud (Fucisa). Silvina Reynoso, Paula Zapata, Marisa Metter, Marta Cuello, Ester Olguín Langhoft, Yolanda Rubio, Micaela Leyros, Norma Pratto, Marcela Furriol, Silvia Savoia y Susana Carrera, se acompañan a diario en la necesidad de curarse y, lo más complejo, de sanar.

Sus vías de contacto son los números 2954-575570 o 2954-590748; a través de Facebook o Instagram donde las encontrás como Abrazo a la Vida; o el correo electrónico a: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..

*Ana Romano es periodista