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OSCAR PERNA: 31 DÍAS DE CALVARIO POR LA REPRESIÓN ILEGAL

El 19 de abril, en la revista 1º de Octubre de la CPE publicamos el artículo de Rubén Evangelista “Dos exilios que no pudieron con una amistad”, sobre los artistas Uruguayos Yamandú Palacios y Oscar Perna, coautores de una de las canciones emblemáticas del repertorio de su compatriota Alfredo Zitarrosa: “Coplas al compadre Juan Miguel”.

En esa nota se hace referencia al tiempo en que Perna, a poco de radicarse en General Pico, fue víctima directa de la maquinaria represiva puesta en marcha por la última dictadura cívico-militar[1]. En el texto que sigue, el abogado y querellante en los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos en la Subzona 14 –en la que estaba La Pampa–, Franco Catalani, relata el derrotero por el que fue llevado el guitarrista durante esos oscuros días.

Oscar Perna Almeida, de oficio pintor de letras y dibujante, fue también un entrañable músico y reconocido artista de la cultura pampeana. Nacido el 7 de agosto de 1945 en Montevideo, había emigrado con su familia a la Argentina en 1973 y en el ‘75 se estableció en La Maruja gracias al contacto de un familiar que le había ofrecido trabajo. Más tarde se mudaron a General Pico, donde sucedió uno de los episodios más traumáticos de su vida, que lo marcaría para el resto de sus días: el sábado 27 de noviembre de 1976, en su lugar de trabajo –los talleres de Ferrocarriles Argentinos–, fue secuestrado por agentes de la policía provincial en el marco de la represión ilegal instaurada por el régimen dictatorial.

Fue derivado al centro de torturas más importante de La Pampa, la Seccional Primera de Santa Rosa, donde se encontró con otro secuestrado en su misma condición, de apellido Mini. El martes siguiente lo sacaron de la celda y lo llevaron esposado y vendado al piso superior, donde estaba la sala de torturas. Allí lo golpearon en los oídos, le daban trompadas por todo el cuerpo mientras le preguntaban cosas sin sentido.

Ya en democracia, Oscar dio testimonio de su sufrimiento en sede judicial y detalló que lo apuntaban con armas y le gritaban que lo iban a matar junto a su mujer y su hijo. Pudo reconocer a Roberto Fiorucci como uno de sus torturadores, porque era de La Maruja y le preguntaba información de aquel lugar. También pudo saber que en una oportunidad el militar Oscar Cobuta, a cargo del destacamento de General Pico, fue a la Seccional a interrogarlo. En una de las sesiones de tortura escuchó los gritos de una mujer que también estaba siendo violentada. En ese momento le dijeron que se trataba de su esposa; eso fue lo último que registró su conciencia. Volvió a la luz en una cama del área de Psiquiatría del Hospital Lucio Molas y reconoció que estaba su esposa Élida al lado; finalmente había sido hallado por ella.

2021 05 03 Nota Catalani sobre Oscar Perna 1

Élida Rodríguez Jara, durante su declaración en el segundo juicio por crímenes cometidos en la Subzona 1.4.  (Foto: gentileza de Adrián Pascual, El Diario)

En diversas ocasiones su esposa relató el desesperado itinerario de su búsqueda que incluyó la Catedral de Santa Rosa, todas las dependencias policiales de la ciudad y el destacamento militar de Toay. En ninguna oficina del Estado le daban información sobre el paradero de Oscar. En el juicio Subzona 1.4. II, desarrollado en el año 2019, Élida “Mina” Rodríguez Jara se constituyó como querellante y en su declaración relató que supieron que algunos de los torturadores fueron “Fiorucci –que lo conocimos en La Maruja–, Gatica, Olivera y el médico que lo atendió fue el doctor (Máximo) Pérez Oneto”. Precisamente a este último lo buscó en su domicilio y, ante su consulta sobre el paradero de Oscar, el médico se limitó a decirle que su esposo estaba “clínicamente bien”.

Élida dio finalmente con Oscar en el hospital, donde una mujer, escondida atrás de un árbol la llamó y le reveló que a su marido lo tenían en el pabellón psiquiátrico. Allí lo encontró. En su testimonio contó: “tenía la lengua azul y el estómago todo estropeado”... “¿Qué canciones tocaba y de quién?, esas cosas le preguntaban (...) El golpe que más le dolió fue el del oído (...) Las amenazas feas las recibió de Cobuta, que decía: ‘me sacás al uruguayo y yo me encargo de él’”, fueron algunos de los detalles que Élida pudo testimoniar durante su declaración. El calvario había durado 31 días.

También recordó que, mucho tiempo después de aquél episodio, “los policías (Ricardo Jorge) Campagno y (Humberto) Della Crocce, de General Pico, una vez retirados de la fuerza, le contaron a Oscar que el que nos había denunciado era el doctor Lettieri (sic). Tuvimos mucho tiempo restricción de la libertad, teníamos que avisar en la comisaría si nos íbamos de Pico y también si venían parientes a visitarnos (...), no podíamos hacer reuniones, yo no podía integrar la comisión de madres del colegio”. Por estos hechos fueron condenados Carlos Alfredo Sabbatini, Luis Baraldini, Néstor Greppi por ser autores de delitos de lesa humanidad.

Ha sido un triunfo de nuestro pueblo sustraer estos hechos a la voracidad del olvido institucionalizado. Quienes militamos los derechos humanos plantamos estos testimonios para que germinen en conciencia colectiva. El olvido garantiza la repetición, la conciencia el cambio. Y no hay olvido ni conciencia que sean inocentes.

 

* Franco Catalani es abogado y profesor de Ciencia Política y Sociología de la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la UNLPam.
Es, además, querellante en los juicios por crímenes de lesa humanidad en la Subzona 14.

[1] El caso de Oscar Perna forma parte del tercer juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en la Subzona 1.4., que se desarrolla actualmente en el Aula Magna de la Universidad Nacional de La Pampa.