“Ganas de explorar la expresividad y la técnica fotográfica”. Ese es el único requisito que Natalia Dominici pide a quienes quieran participar del taller de fotografía que cada semana brinda en la CPE. Uno de los veintidós espacios de capacitación que la cooperativa ofrece a la gente en este ciclo que en marzo retomó la actividad habitual, luego de dos años de idas y vueltas por la pandemia.
Natalia es una fotógrafa profesional, con estudios en realización audiovisual en la Universidad Nacional de Córdoba y una licenciatura en Enseñanza en Artes Audiovisuales en la Universidad Nacional de San Martín. Desde hace 20 años trabaja en productoras de medios audiovisuales, primero en Córdoba, luego en Capital Federal y ahora en Santa Rosa. “Siempre combiné lo audiovisual con la fotografía”, dice en un diálogo con 1º de octubre.
En 2021 comenzó un taller de fotografía inicial en el ámbito de la CPE, dirigido a un público en general mayor a los 16 años, donde se abordan los principios básicos de las técnicas fotográficas —exposición, distancia focal, lentes— y otros más relacionados con lo expresivo y el lenguaje visual, como el plano, la composición y el color.
Aunque el taller está planteado para que se conozca el uso de una cámara fotográfica reflex —y todos los conceptos que giran en torno a su uso—, no es excluyente; “hay alumnos que han concretado el curso sin cámaras, usando la de compañeres y practicando en clase”, dice Natalia. Incluso varios de los trabajos prácticos se pueden realizar con cualquier dispositivo que saque fotografías, como un celular, una cámara compacta o una tablet.
En la era de las selfies y las redes sociales exhibiendo fotos a cada instante y de todo tipo, vale preguntarse qué lleva a alguien a iniciar un curso de fotografía. Natalia dice que muchos quieren aprender por cuestiones artísticas y como exploración de algunas técnicas, otros van porque tienen las cámaras y no saben cómo usarlas y otros porque quieren capacitarse para obtener imágenes más “elaboradas” y cuidadas de sus propios emprendimientos.
De lo analógico a lo digital
El taller aborda la fotografía digital y no la analógica porque son las cámaras que tienen a mano los alumnos. Si bien se hace un repaso de la historia de la fotografía, porque en ella se ven a grandes rasgos los procesos analógicos, por una cuestión práctica y disponibilidad de materiales, en el taller solo se aborda la digital.
“El sistema analógico es donde se gestó la técnica fotográfica —comenta Natalia— y contiene más impregnados los conceptos de instantaneidad, de lo artesanal y de ser partícipe de las etapas de la fotografía —toma, revelado e impresión de la foto—, pero al mismo tiempo conlleva muchos costos; hoy en día los materiales no son fáciles de conseguir, como tampoco disponer de lugares donde poder armar un laboratorio de revelado. Creo que es para nostálgicos. En cambio lo digital está más adaptado a los tiempos de hoy, las prácticas se pueden hacer a prueba y error las veces que quieran, y las tomas se pueden visualizar y eliminar al instante, además de contar con más herramientas para la edición”.
Si bien en el nacimiento de la fotografía digital la calidad del nuevo formato dejaba mucho que desear, y hacía dudar a varios profesionales de dar el paso hacia la modernidad, hoy los avances de la tecnología han dotado a los dispositivos que toman imágenes de hardware y software que garantizan una calidad mínima, más allá de la mano que haga click.
Por esto, Natalia cree que la profesión de fotógrafo se ha resignificado; antes no había tantos fotógrafos y acceder a una cámara era privilegio de pocos. “Cuando elegías esa profesión sabías que además debías tener un lugar donde revelar. El momento tenía su magia, pero también sus riesgos, porque se podían velar los rollos, vencer los químicos, pasarte de tiempo de exposición en la reveladora y, si tomabas imágenes con fines profesionales, podías perder mucho tiempo y dinero. Además, con lo digital hay formatos de fotografía que mantienen la información de la foto en crudo y mediante programas de edición se pueden realizar revelados desde cero, sin pérdida de calidad porque son formatos que no comprimen los datos de la imagen y también se pueden volver a cero los valores y poder revelar muchas fotos de una fotografía”.
Natalia recuerda que mientras estudiaba la licenciatura, se inició en la docencia dando clases de fotografía en diversos talleres y en programas sociales destinados a adolescentes. Hoy, en la sala “Antonio Skara” —ubicada en Raúl B. Díaz 214, junto a la “Placita de los Abuelos”—, cada jueves a las 7 de la tarde comparte sus conocimientos con alumnos y alumnas que buscan, con su celular o sus cámaras, mejorar sus tomas fotográficas para no quedarse en el “modo selfie” que inunda las redes, y permitirse conocer y aprovechar al máximo las poderosas herramientas que tienen hoy sus dispositivos.