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Rescatando a Eduardo Ferma

A principios de diciembre se fue Eduardo Ferma. Hace pocas semanas otro artista amigo: Adrián Di Santo; un poco más humilde en trayectoria pero igual de sabroso en conceptos. Compartieron la virtud de hablarme más de la vida como génesis del arte que del arte mismo, y atesoro esta riqueza por encima de toda admiración.

Publicada en marzo de 2018

Con Eduardo nos encontramos en largas charlas, luego del fallecimiento de su compañera Gloria, y lo que parecían simples encuentros resultaron ser intensas disquisiciones sobre la vida, el arte y los artistas. Demás está decir que resulté muy beneficiado. Imagínense… después de preguntarle sobre el uso recurrente que hacía del compás, me terminaba explicando sobre la yuxtaposición de la línea, los interplanos que los círculos generaban, y la relación de éstos con el universo.

Es cierto, en principio estos conceptos no se entienden, pero luego uno se da cuenta que no hablaba de geometría sino de una forma de vivir y captar lo que nos rodea. El flaco era inquieto, curioso, preocupado, solidario, compañero y generoso. Bueno, eso era lo que pintaba. La relación del ser humano con el cosmos, del humano con el humano, del humano con los animales y el resto de los seres vivientes. Y no era un místico, yo diría que fue esencial, capaz de encontrar la sutil expresión entre esas relaciones. De ahí los círculos, los anillos unidos y repetidos hasta el infinito. Donde cada círculo-persona se unía a otro y a otro, y así hasta conformar la idea de la parte de universo que quería representar. Claro, con esta idea el batir de alas de un pájaro formaba una serie intrincada de líneas que desafiaba cualquier diagrama de composición plástica.

Siempre su grafismo iba unido a lo humano, al individuo, en una relación que, especialmente él ,se encargó de plasmar en su pintura. Claro, cómo explicar que la creatividad se halla íntimamente ligada al sentimiento, y que nuestro derrotero afectivo en la vida es el que va definiendo cada uno de los trazos que plasmamos, los colores y el menjunje final que llamamos “obra”.

En fin, esa fue mi relación con Ferma. Una cuestión de entender cómo lograr generar arte, evadir la muerte y sobrevivir al cautiverio de la enfermedad, con la única herramienta de elevar el alma por sobre toda cosa material. Ver su cuadro “Elevación”, me exime de más palabras.

*Gustavo Gaggero es artista plástico y fue amigo de Eduardo

Ver también: Soy un agradecido de la vida
Ferma x Gaggero