Editorial Voces acompañó la edición del primer trabajo de la pianista pampeana Viviana Dal Santo. “Feliz” es la palabra que sintetiza su estado de ánimo tras dos años intensos. Pasaron horas de ensayo y grabación, masterización, diseño de portada, y la tarea de la réplica. “Quedé muy conforme, estoy muy feliz con el resultado”.
Publicada en noviembre de 2018
Todas las composiciones musicales de “Eco ...” le pertenecen. La obra más antigua “Romance de la luna en la laguna” es la que dio origen al disco y a “años hermosos” de compartir su música con otros músicos y amigos. Las más nuevas son “El despertar en el bosque de eucaliptus” y “Canta para que amanezca”. Asegura que no le resultó compleja la selección para incluir en el álbum. “Desde el principio supe que pretendía seguir el camino de la música pampeana y su ambiente. Por eso elegí obras orientadas a eso, y que tuvieran una sonoridad parecida o coherente entre sí”. Aparecen Bustriazo Ortiz y Morisoli, dos emblemas de nuestra literatura: “poemas y personas maravillosas; su forma de contar La Pampa y de cantarle me inspira un amor más profundo aún por mi lugar. Ambos me inspiran por su compromiso poético regional y por su calidad artística”.
- ¿A qué remite “Eco de mi voz”?
- Hubo una primera obra llamada “Ecos de la voz que yo tenía”, en alusión a unos versos de Juan Ramón Giménez. Eran ecos de una voz interna propia que comenzaba a explorar. Luego comencé a organizar conciertos donde tocábamos sólo obras mías, y seguí en esa búsqueda interna, por eso los titulé “Ecos de mi voz”. Más tarde surgió la idea del disco, en el cual considero que está mucho más definida esa voz que no es otra cosa que la forma de ser, de sentir, de estar en el mundo, de canalizar experiencias de vida y de crianza, etc. Por todo esto, el disco se llama “Eco de mi voz”, como si mis obras fueran una especie de rebote en el afuera de todo lo que hay dentro.
- ¿Nunca te tentó irte a otro lugar, tipo Buenos Aires, para desarrollar tu carrera?
- Soy santarroseña. No me tienta irme a Buenos Aires ni a ningún otro lugar; me gusta mucho vivir en Santa Rosa y en La Pampa. Cuando terminé la secundaria quise irme a estudiar música pero no pude por motivos económicos. Igual tomé clases en Buenos Aires, hice cursos, y una licenciatura y una tecnicatura a distancia en Santa Fe, por lo que siento que de todas maneras pude formarme en lo que quise y como quise. No me siento limitada por el lugar. Cada uno tiene que ir haciendo su camino como puede y abriéndose las puertas uno mismo.
No dejó de destacar el apoyo de su familia y de sus maestras Diana y Eva Lopzsyc. Para Viviana estudiar es un ida y vuelta “entre la obligación y el deseo”. Precisa: “hay un deseo superior a casi todo, que es estudiar, seguir mejorando, evolucionar. Ese deseo hace que estudie piano y componga (o haga tareas relacionadas a eso) todos los días. Puede haber días en los que una no tiene tantas ganas, y ahí aparece la obligación, para seguir cumpliendo aquel deseo. Por otro lado, cuando las obras y los compromisos son exigentes, ese estudio diario se vuelve indispensable”.
- ¿Cómo vas determinando con quién estudiar en cada etapa?
- Hace muchos años, tuve la necesidad de aprender una técnica pianística para cuidar la salud de las manos y los brazos y para controlar el sonido, y busqué por ese lado. En otros momentos, la necesidad estuvo en cuestiones de interpretación. En cuanto a la composición, la primera necesidad fue aprender recursos, herramientas y técnicas que me permitieran desarrollar un oficio en el que pudiera volcar mis ideas que, hasta ese momento, estaban bastante desordenadas e inciertas. Luego hubo necesidades más específicas, como aprender orquestación, ordenar más sistemáticamente lo aprendido en lo teórico y en lo práctico, y para eso me vino bien la Licenciatura en Teoría y Crítica de la Música y la Tecnicatura en Arreglos Musicales. También hubo necesidades laborales que me llevaron a realizar complementaciones curriculares.
¿Qué significado tiene el apoyo de Editorial Voces?
Editorial Voces fue decisiva y muy emocionante. Voces se encargó de toda la gráfica de los mil discos, lo cual para mí económicamente era imposible o muy lejano. Por otro lado, el alcance, la llegada, la difusión y el aval que te brinda Voces es muy importante. Yo sé que mi disco les llega a 700 personas a su casa, por un costo mínimo en la factura de electricidad, por lo que es una publicidad muy grande y extendida. También el disco deja de ser una cuestión personal para tener el aval de una institución seria, responsable y dedicada a la cultura local, que no es poco. Y el apoyo de Voces es muy emocionante porque lo tomo como un reconocimiento a lo que hago, una valoración y un empujoncito para seguir adelante. Estoy muy agradecida a Voces y, especialmente, a Alberto Acosta por su gestión.
Equipo de lujo
Viviana exalta el aporte de los músicos que intervinieron: Verónica Baraybar (piano), Enzo Ludueña (violín), Silvano Fuentes (flauta), Juan Cruz Portillo (flauta en sol) y Camilo Sánchez (clarinete). “Embellecen la obras con su forma de interpretar, y por el respeto y cariño con que se hicieron cargo del proyecto”. Sus agradecimientos incluyen a Federico Camiletti, por la tarea de grabación y edición, y a Miguel Sánchez por el diseño porque “logró que refleje la oscuridad nocturna de algunas obras y también las temáticas pampeanas”.
Su equipo tiene un protagonista singular: el tenor Martín Peluffo. “Es especial, porque es mi marido, pero no lo elijo para mis obras por esa relación (aunque gracias a ella nos entendemos muy bien en lo musical), sino porque es un gran cantante, con un hermoso fraseo y que también me pide que le componga obras. Por otro lado, al tenerlo en casa, también aprendo sobre el funcionamiento de la voz humana para componer en base a eso”.