La mañana del sábado 9 de octubre se presentó destemplada, triste y con apariencia de interminable. Para don Carlos Lorenzo, en cambio, resultó breve, cálida y feliz. Esta refutación al termómetro es habitual en el nonagenario: él sabe muy bien que los estados de ánimo no obedecen al clima y hace rato que ha concluido en que el tiempo no es otra cosa que un capricho del pensamiento.
Publicada en noviembre de 1999
En esta etapa de su vida el hombre, que ha visto desplegarse al siglo, tiene razones para extraer de las cosas cotidianas elementos reconfortantes y conclusiones didácticas. Los chinos lo decían: una caminata de miles de kilómetros comienza con un primer paso.
Don Carlos inició su andar cuando la centuria amanecía y dedicó su existencia a comprometerse con ella. Las crónicas lo descubren trabajando en los complejos mineros de Chile, los relatos vecinales lo cuentan entre los impulsores de múltiples iniciativas sociales. Los cooperativistas lo tienen como la referencia insoslayable para cada uno de sus actos.
El nuevo milenio lo encontrará, apasionado, estudiando los alcances de la energía solar y eólica para uso doméstico e industrial.
El sábado que nos ocupa contenía las elecciones primarias de la CPE. No era, según se mire, un comicio que despertara muchas expectativas por cuanto no habría contiendas de listas y cualquiera fuese el resultado nada iba a modificar el actual perfil de la gestión.
Sin embargo, don Carlos se levantó temprano y ante la opción de permanecer abrigado y leyendo, tal como le gusta, manifestó su voluntad de concurrir a la votación.
El gesto, natural para su ejecutante, nos incita a la conjetura. Viene bien este ejercicio de la imaginación al borde del 2000, con tantos desengaños y egoísmos a cuestas. ¿Habrá querido indicar que los compromisos que uno asume con el corazón se deben cumplir con convicción? Quizá intentó señalar, en un momento de su existencia de gran espiritualidad, que el cooperativismo, si bien se concibe como modelo de organización económica y social, no alcanza su plenitud sin una cuota de misticismo.
El anciano no dio razones de su actitud. Vino, votó y volvió a sus libros dejando una estela de afecto y respeto. Tal vez aquí está el ejemplo. Indicar cómo se configura la solidaridad: una práctica silenciosa que sólo se revela actuando.
* Juan Carlos Pumilla es escritor y militante del cooperativismo y de DDHH.
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