Alumnos de la escuela nº35 de Lonquimay realizaron un trabajo de investigación sobre el origen y desarrollo de la Cooperativa Limitada de Electricidad de Loquimay fundada en 1926. El interés central fue bucear en la historia local y resaltar el trabajo solidario de un grupo de vecinos que modelaron el primer servicio de energía eléctrica para el poblado de entonces. “El Sentido del Cooperativismo” es una elaboración de Elizabeth Cepeda, Emanuel Fiorucci, Ramiro De la Iglesia, Sergio Pascual y Vanesa Rach, coordinados por Sandra Enrietti y con el apoyo técnico metodológico de Sonia Rossi y José María Insausti.
Publicado en diciembre de 2003
Orígenes de la localidad
“Lonqui” deriva de Lonco que se refiere a cabeza, jefe o cacique y “May” de Man, que significa suerte. Lonquimay significaría “La suerte del cacique”, de acuerdo con los investigadores. Ubicada en el departamento Catriló, sus primeros pobladores datan de 1905, cuando ganaderos y comerciantes se afincaron en campos de la zona.
¿Por qué y cómo surge la cooperativa de electricidad de Lonquimay?
En 1926 –según relata el vecino Osvaldo Montero– el señor Pascual Giuletti propuso instalar un servicio básico de electricidad para 45 consumidores. Fueron los inicios de la usina en años muy difíciles para la economía del país. En el intento subyacía la pelea contra los grandes monopolios internacionales de origen norteamericano que dominaban los mercados eléctricos de Chile, Brasil, Bolivia y Argentina, especialmente en Buenos Aires, Córdoba, Rosario, La Plata, La Pampa, etc.
El servicio consistía en producir energía mecánica generada por un motor Deutz de 25 HP, el cual movilizaba un dínamo que permitía generar corriente continua eléctrica. Durante décadas fueron reconocidos los tremendos sonidos que se expandían en forma de monótono ronroneo. Los motores funcionaban con combustibles que se encarecieron con la segunda guerra mundial. La escasez y su racionamiento hizo que se utilizaran las más diversas e insólitas alternativas para mantener el servicio durante 12 horas por día.
El servicio se distribuía por líneas urbanas que no superaban los cinco metros de altura, construidas en forma manual por el personal responsable. En estas tareas se desempeñaban el señor Pensotti y su hermano que, además, se encargaban de efectuar la cobranza domiciliaria. Por entonces no existían las tarifas diferenciadas. El crecimiento de la localidad motivó la instalación en 1933 de un nuevo generador eléctrico de 50 HP que logró abastecer a 75 usuarios.
En 1952 la señora Gentil C. De García adquirió la usina a Giulietti y amplió el servicio a 14 horas diarias. Lo mantuvo hasta el 14 de agosto de 1954 en que se constituyó la Cooperativa de Electricidad de Lonquimay, que se hizo cargo del servicio el 1º de enero de 1955 con el objetivo de bajar los precios tarifarios y acrecentar la calidad.
Esto fue posible debido a que la Cooperativa de Santa Rosa ya había consolidado sus funciones e iniciado las tareas de interconexión con localidades vecinas. En esos días la electricidad empezó a llegar durante las 24 horas para lo cual debió incorporarse un tercer motor. Los accionistas subieron a 329 y lentamente se inició la instalación de las primeras luminarias públicas.
Testimonio vivo
La actual delegada de la CPE, Margarita Moyano, sumó su testimonio destacando el compromiso de muchos vecinos entre los que nombró a los señores Tapia, Gómez, Montero, Moyano, entre otros, aunque la presidencia de la institución recayó en Francisca Alfageme. “La existencia de las luminarias públicas permitía a las señoritas regresar más tranquilas a sus casas desde los salones de baile” agrega como anécdota.
En 1958, el progreso incesante y el espíritu cooperativo permitieron la extensión de la línea hasta Catriló y en 1965 Lonquimay se interconectó para reemplazar definitivamente los viejos motores generadores. La visión cooperativista promovió, con el transcurso de los años, otro tipo de servicios y producción como la electrificación rural, la venta de artículos del hogar, de verduras y lácteos, la distribución de gas envasado, prestaciones funerarias, de enfermería y ortopedia, la instalación de una sala extractora de miel y, más recientemente, el servicio de internet.