Cada 29 de octubre el mundo recuerda el día mundial del accidente o ataque cerebro vascular (ACV). En ese marco el 24 y 25 de este mes tendrán lugar en Santa Rosa las Jornadas de Prevención y Tratamiento de esta patología.
Publicada en octubre de 2014
El ACV es la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad en adultos ya que puede provocar lesiones cerebrales con secuelas físicas y neurocognitivas de diferente magnitud. En Argentina cada cuatro minutos alguien padece un ataque cerebral. Sus principales causas son la hipertensión arterial, la diabetes, las hiperlipemias, el sedentarismo, la obesidad y el tabaquismo, en su mayoría prevenibles. La mejor medida para combatirlo es la prevención primaria (antes de que ocurra) y secundaria (una vez ocurrido, para evitar otros eventos).
¿Cómo se produce un ACV? Hay dos tipos: isquémico y hemorrágico. El primero es causado por la pérdida súbita de flujo sanguíneo cerebral que puede producirse por taponamiento del vaso (placa de ateroma- colesterol- trombo), o por la llegada al vaso cerebral de un coágulo (émbolo) que se desprende de otros vasos del cerebro, o que llega desde el corazón causado, por ejemplo, por una arritmia (fibrilación auricular). Si se produce un sangrado (no traumático) dentro de la cabeza se denomina ACV hemorrágico.
Las causas más frecuentes del ACV hemorrágico son hipertensión arterial (modificable) o ruptura de aneurismas o malformaciones vasculares cerebrales (no modificables), anticoagulación, y alteraciones sanguíneas.
Es importante tener en cuenta que existen factores prevenibles o modificables. Por ejemplo la hipertensión arterial es el factor de riesgo más frecuente (presente en casi el 80% de las personas que sufren un ACV en Argentina); diabetes (el 22% de los pacientes con ACV es diabético); el consumo excesivo de alcohol y el tabaquismo aumentan los riesgos exponencialmente, entre un 50% y un 70% en fumadores y con mayor impacto en mujeres.
También el colesterol elevado sube los riegos de que se tapen las arterias, incluidas las que van al cerebro: la contracara para esto es seguir una mejor dieta, hacer ejercicio físico y de ser necesario medicación. El sedentarismo, el uso de drogas como cocaína y otras, y la obesidad, son todos factores de riesgo que a su vez potencian otros factores.
Prevenciones
Algunas medidas que ayudan son preventivas como tratar el síndrome metabólico (obesidad central, hipertensión arterial, resistencia a la glucosa, hiperinsulinemia, aumento de triglicéridos) y disminución del colesterol bueno (HDL). También lo es tener un diagnóstico precoz de las obstrucciones arterioescleróticas de las arterias carótidas, que se realiza por medio de exámenes clínicos y ecodoppler; así como prevenir trombosis y embolias cerebrales mediante una visita a un cardiólogo quien indica estudios para identificar arritmias, dilatación cardiaca, etc.
Efectos en el cerebro
El flujo de sangre lleva oxígeno hacia las neuronas. En el ACV isquémico al alterarse el flujo sanguíneo las neuronas se afectan o mueren, ya que sin oxígeno no pueden funcionar. En el caso del ACV hemorrágico la sangre que se extravasó irrita y daña a las neuronas, y las neuronas que mueren ya no pueden ser reemplazadas. Cada grupo neuronal tiene diferentes funciones o controlan una determinada parte del cuerpo. Al afectarse, una parte del cuerpo pierde o se altera una función (adormecimiento o falta de movimiento de un miembro, alteración del habla, etc.).
Síntomas
Es importante reconocer sus síntomas ya que el daño puede ser menor si se consulta a tiempo. Algunos síntomas son generalmente la súbita dificultad para hablar o entender, vértigos o mareos, inestabilidad en la marcha (alteración del equilibrio) o incoordinación de movimientos, adormecimiento de brazo, pierna o cara, pérdida súbita de la visión de un ojo o visión borrosa o doble, confusión o somnolencia, dolor de cabeza de aparición brusca. Aún cuando los síntomas puedan desaparecer hay que hacer la consulta ya que se puede estar frente a un accidente cerebrovascular transitorio (AIT).
En caso que un ACV ocurra es clave saber reconocer los síntomas para reducir el daño cerebral. Los minutos y horas posteriores son cruciales para prevenir secuelas. Recordemos que “el tiempo es cerebro”, por eso es necesario llamar al sistema de emergencias, concurrir a una guardia médica o ser evaluado por profesionales médicos. Mientras se espera, no se debe administrar ningún tipo de medicación al paciente, no debe disminuirse la presión arterial, ni deben administrarse sedantes o drogas que puedan dormirlo, ni medicamentos que modifiquen la coagulación (aspirina o anticoagulantes). El diagnóstico se realiza con un examen clínico neurológico, laboratorio y el de certeza con una tomografía computada que mostrará en primer lugar si es isquémico o hemorrágico y la localización de la lesión.
Tipos de tratamientos
El primer objetivo es evitar un ACV. Como prevención primaria se deben tratar la presión arterial, el colesterol y los triglicéridos elevados, el aumento de la glucemia, mantenernos en nuestro peso ideal, hacer ejercicio regular y aeróbico, consultar al médico si sentimos el pulso irregular o palpitaciones, a fin de descartar arritmias. Si finalmente ocurre, el tratamiento depende del tipo de ataque cerebral, edad, estado de salud y el tiempo transcurrido. No todos los pacientes reciben el mismo tratamiento. Pueden tener efectos positivos si son aplicados dentro de la “ventana terapéutica”, son las tres horas posteriores al inicio de los síntomas.
Junto al tratamiento definido por los médicos, se inicia el proceso de aceptación de la enfermedad y las secuelas por parte del paciente (según su estado neurológico) y su familia, que se convierte en el sostén principal, tanto por la dependencia de las actividades de la vida diaria como anímica. Las secuelas pueden ser físicas (hemiparesia, hemiplejía, etc), trastornos deglutorios (disfagia), alteración en el manejo de la vía aérea, alteraciones en el campo visual, entre otras, o neurocognitivas: trastornos del lenguaje (afasias), trastornos en la planificación y ejecución de tareas, trastornos en la atención, memoria, cambios de humor, depresión, ansiedad, etc.
El programa de rehabilitación ayuda a mejorar las capacidades y aprender nuevas técnicas para adaptarse. La posibilidad de la recuperación estará en relación con la edad del paciente, su estado de salud previo, la extensión de la lesión, etc. Esta rehabilitación si bien es intensiva durante los primeros meses, debe sostenerse con el correr de los años con gran esfuerzo y dedicación del paciente, familiares y personal de salud.
*La Dra. Laura Vigliotta pertenece al Equipo de Rehabilitación Neurocognitiva - Hospital Lucio Molas