Cuando el general Miguel Duval llegó a La Pampa en 1939, no tardó en tomar conciencia -como muchos de sus antecesores- que el verdadero poder pasaba en esos años por las municipalidades y que las limitaciones presupuestarias y operativas dejaban al gobernador un estrecho margen de maniobra.
Publicada en noviembre de 2002
I
A través de las comunas electivas los vecinos de los municipios ejercían entonces -cuando las intervenciones y anulación de las elecciones dejaban espacio político- un poder real, cuya potestad impositiva les permitía un cierto manejo presupuestario que desafiaba el menguado poder del gobernador territoriano.
La tendencia hacia la concentración del poder que se opera en La Pampa en esos años de Duval fue el inicio de un proceso que tuvo como objetivo la consolidación de un fuerte poder central en el entonces territorio que desembocó, poco después, en una provincialización igualmente centralizada.
II
En esos años los socialistas llevaban adelante un intento reformista de la sociedad construido políticamente a partir de la democracia municipal. Este intento -a diferencia del municipalismo ligado al poder de las élites locales que caracterizó a los primeros años del territorio-, tenía un definido programa social y económico que se hace evidente en sus discursos y realizaciones de esos años.
Uno y otro eran dos esfuerzos contrapuestos. El proyecto socialista -con el que coincidían en la forma, sino en el programa, algunas asociaciones vecinales- partía desde el llano, de abajo hacia arriba solamente con el poder que le daban las elecciones y pretendía construir un fuerte municipalismo como condición previa a la constitución de la provincia.
El que encarnaba Duval, al contrario, era una decisión tomada desde el estado, de arriba hacia abajo y necesitaba subordinar el poder de los municipios a un gobierno central fuerte.
III
En realidad desde muy temprano en el territorio hay antecedentes de intentos centralizadores en los gobernadores anteriores para terminar con la “anarquía de los municipios autónomos”. Pero recién con Duval ese esfuerzo iba a fructificar.
En primer lugar porque la transición nacional de esos años daría, más aún a partir del golpe de 1943, un impulso definitivo a la organización del estado centralizado en una escala hasta entonces desconocida. La intervención de todas las comunas ese año, anticipó el fin de la autonomía.
Cuando se llame de nuevo a las urnas, el peronismo concluirá la tarea que inició Duval descabezando el intento de construcción política que, desde el municipalismo intentaba en esos años el socialismo pampeano e imponiendo una constitución donde los santarroseños perdieron no solo su derecho a elegir intendente sino también a decidir el destino del presupuesto.
IV
Para cumplir con su objetivo Duval comenzó a tejer una trama de presiones destinada a lograr de los municipios pampeanos, la adhesión al proyecto de reforma de la Ley 1532 -que regulaba la vida de los territorios y aseguraba la autonomía municipal-, para que, entre otros puntos, el intendente no fuese electo por los vecinos, sino nombrado por el gobernador.
Fue con esa intención que en diciembre de 1941, convocó al Congreso de Municipalidades, en el cual pretendió que las comunas aceptaran delegar en el gobernador la elección de sus intendentes. Pero esta pretensión fue derrotada por los representantes de toda la provincia que reafirmaron su vocación autonomista.
Para limitar el poder económico de las comunas, Duval cuestionó reiteradamente el “desorden” en las cuentas, los “abusos” que se cometían contra los ganaderos cobrando guías de campaña y otras tasas que consideraba abusivas. También presionó para que las municipalidades contribuyeran con aportes mensuales al sostenimiento de reparticiones que Duval quería crear, como la comisión de Cultura, de Turismo, etc.
Este pedido de Duval a las comunas para que “coparticipen” sus ingresos contribuyendo al sostenimiento de un aparato burocrático territorial, permite hoy -por contraste- percibir la magnitud del abismo que separa aquella Pampa territoriana de nuestra actual provincia.
Duval presentaba ese estado de cosas como un “desorden”, del que solo se salvaban las “comisiones de fomento”, localidades de menos de mil habitantes cuyos titulares eran nombrados por el gobernador y que carecían de autonomía económica porque eran los funcionarios del gobierno del territorio los que controlaban la administración de los recursos y los gastos.
Atado a este argumento se jugaba el avance más fuerte en el aspecto económico: obligar a las municipalidades a que sus cuentas sean controladas por el Tribunal de Cuentas de la gobernación. Duval planeó y logró al fin de su mandato, imponerlo en todo el territorio.
V
El discurso duvaliano no deja lugar a dudas: propugnaba el disciplinamiento social a través de la “exaltación” de un “acendrado patriotismo”. De la disciplina, decía, nacen la jerarquía y la obediencia. “La obediencia es el nervio motor de toda sociedad”.
De la misma forma denostaba al “individuo indisciplinado” a quien consideraba el puntal de las “más odiosas dictaduras de extrema izquierda”, a los “más nefastos regímenes de concepciones exóticas que repudian el verdadero espíritu nacional argentino”. (Quien así hablaba del “espíritu nacional argentino” había estado agregado dos años en el ejército alemán (1909/11) y tenía declarados vínculos con la fábrica austríaca de armas Skoda, la General Electric y la empresa marítima japonesa Osaka Syosen Kaisya).
De más está decir que, para Duval -quien antes de venir a La Pampa había sido jefe de policía de Santa Fe durante la intervención justista a esa provincia que encabezó el radical antipersonalista Iridondo- el “individuo indisciplinado” estaba encarnado por los líderes socialistas pampeanos que lo enfrentaron con firmeza.
VI
Por eso, para los socialistas, la pirámide con la figura femenina de la República que Duval demolió en esos años y que presidía la plaza central de Santa Rosa -en contra de la decisión de la municipalidad de Santa Rosa gobernada entonces por el socialismo-, fue el símbolo de ese triunfo centralista y el fracaso del proyecto político que apostaba al sostenimiento de la autonomía municipal como condición y plataforma para la construcción de una organización institucional en La Pampa.
* Leonardo Santesteban. Periodista e investigador.