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HISTORIAS DE LA CPE

Un par de meses atrás, silenciosa y casi inadvertidamente para el ambiente cooperativo, del que resultaba todo un símbolo, se apagó la vida de don Raúl Figueroa. Mecánico por vocación, socialista, autodidacta, don Raúl era el único sobreviviente del legendario grupo de operadores de la mítica “Usina de las Trilladoras”, que tanta trascendencia ha tenido en el ambiente cooperativo provincial y aún nacional como símbolo de lo que puede la fe cooperativista popular. Lo que sigue es la síntesis de los apuntes correspondientes a una entrevista realizada algún tiempo antes de su deceso e inédita hasta hoy, publicada como un modesto homenaje.

Publicada en abril de 2014

Artículo de Wálter Cazenave publicado en el suplemento Caldenia, en julio de 1991

-Yo por aquel entonces tenía 18 años. Me había criado en el campo, en la zona de Inés y Carlota, pero los tiempos eran duros y nos iba mal. Entonces decidí venirme a Santa Rosa, a trabajar a un taller mecánico junto con mi hermano mayor. Ya por entonces nos interesaban las ideas socialistas y leía mucho, todo lo que caía en mis manos.

-¿Prendía por entonces (1933) el cooperativismo en Santa Rosa?

-Se hablaba bastante. El problema era que no había recursos. Eran años muy duros. Y la gravedad del problema se vio cuando la SUDAM resolvió cortar el suministro de corriente eléctrica. Allí se evidenció lo poco que tenía la cooperativa.

-Es cuando la necesidad obliga a la “Usina de las trilladoras”

-Sí, aunque conviene aclarar algunas cosas. En realidad se trataba de motores a vapor, los que habitualmente servían para accionar trilladoras, que iban a remolque. En este caso, se los acopló a dínamos.

-¿Cómo se produjo el episodio?

-Yo conocía a don Juan Savioli de Toay, después de algún tiempo entramos a trabajar en su taller yo y mis dos hermanos. Cuando empieza a producirse el descalabro eléctrico, Savioli, que debía haber conversado con las autoridades de la cooperativa, le preguntó a mi hermano Juan si creía que era posible hacer accionar los dínamos con motores a vapor… Y allá salimos por la zona de chacras de Santa Rosa en busca de las máquinas para alquilar. Conseguimos tres.

201404 2 Recuerdo de uno que daba leña

-¿Cómo eran?

-Uno era un motor marca “Advance”, de alta y baja, italiano, que desarrollaba una potencia de entre 80 y 110 CV. Los otros dos eran marca “Case”, uno de alta y baja y el otro de alta solamente. Soportaban una presión máxima de 150 libras. Los trajimos andando, claro está, y en una semana estuvieron instalados en el taller de Savioli.

-Y funcionaron, dando origen a una leyenda…

-Sí, conectamos una correa de transmisión entre el volante de los motores y los dínamos y así produjimos corriente eléctrica, aunque hay que reconocer que el suministro era precario.

-Había que “darle leña”…

-Sí, claro que sí; porque ese era el método de funcionamiento, y por eso la anécdota tan difundida…

 -Fue en un teatro, no?

-En un circo. Había llegado a Santa Rosa un circo grande y fueron a pedir conexión a la cooperativa. El directorio y el gerente, concientes de la precariedad de la entrega, se negaron y explicaron la situación, destacando el temor al corte. Pero los del circo los convencieron y fueron audaces: conectaron y dieron la función. Ya bien entrada esta, en un momento dado comenzó a oscilar la luz, que se hacía cada vez más débil. Entonces el payaso, conocedor de la situación, y demostrando de paso una gran agilidad mental, pegó el grito: ¡Leña, Savioli!... Causó sensación. Al otro día, era el comentario y el chiste de todo el pueblo.

-El servicio de taller ¿fue gratuito?

-No, Savioli cobró por el trabajo y es posible que no haya quedado del todo conforme con el pago, pero lo cierto es que lo compensó con la fama del dicho. ¿Todavía se usa, no?

-Sí. ¿Cuándo fue lo que usted relata?

-Aproximadamente hacia la primavera de 1934. Las “trilladoras” continuaron instaladas durante nueve meses. Después la situación se hizo más sólida y se compraron motores apropiados. Yo continué mi trabajo como mecánico de la CPE por muchos años más. Cooperativista he sido toda mi vida.

*El periodista y escritor Wálter Cazenave publicó la entrevista a Raúl Figueroa en la década del 80, semanas después de la muerte del pionero. El texto apareció en el suplemento Caldenia, del diario La Arena. Un recorte de aquella nota luce en un cuadro colgado en la sede central de la CPE.

También allí, en el salón de atención al público, se ubica una gigantografía de la foto que encabeza la nota Algunos protagonistas de la imagen han sido identificados gracias al aporte de los asociados.

La segunda imagen no es tan conocida. En ella, la figura central vuelve a ser Juan Savioli. Y como puede advertirse, el grito “Leña Savioli” ya se enarbolaba en las pancartas para defender o vitorear a la CPE, con Juan en vida.

La frase sobrevivió a todos los protagonistas de la gesta de las trilladoras, pero siempre se creyó que su origen fue en el Teatro Español. El testimonio de Figueroa en la nota de Cazenave, es un aporte muy importante para la historia de la CPE: el dicho popular que acompañó a todas las luchas de la cooperativa en sus más de 80 años de vida, no surgió en un teatro sino en un circo. Y lo gritó... un payaso!.

Tal vez sea imposible darle un toque de mayor popularidad y alegría a una gesta que triunfó, y hoy nos contiene a todos.