“O-S para no morir” es una obra de teatro emocionalmente intensa, con una puesta tan original como jugada, donde Bibiana Grabowsky y Liliana Rojas expresan artísticamente su amor y asombro por la literatura de Juanjo Sena (1944-2016) y Olga Orozco (1920-1999). Quedan para el después de quienes acuden, el probable estímulo para ahondar en los textos de ambos escritores (si es que no lo han hecho) y los ecos de una poesía que vuela alto desde esta pampa de geografía extensa, dura, inflexible, desafiante. En el mientras tanto, la posibilidad de animar al resto a no perderse tan singular experiencia teatral.
La dramaturgia de “O-S para no morir” resultó de un entramado que llevó años de apasionada labor. Bibiana y Liliana se hundieron en cada texto de Orozco y Sena, desde una perspectiva con consciencia teatral. Tenían un objetivo claro y un antecedente: en 2006 ambas actrices protagonizaron otro texto del admirado Juanjo: “El deseo de la Petra Polanco”, obra de teatro en la que participó también Diego San Miguel, todo bajo la dirección de Silvio Lang. En aquella oportunidad, la lectura del material dejó varias ideas latentes, germen para desarrollar en el futuro. Ese futuro finalmente llegó por estos días.
Primero, la intuición
Durante octubre y noviembre del 2021 pusieron manos a la obra. Iniciaron el trabajo “intuitivo” —así lo califican ellas— de modelar un ensamble de textos de Orozco y Sena. Textos diversos, numerosos: “nos leímos todo!, nos parece que fue todo lo que escribieron”, dice Liliana. Pero llegaron a un punto donde se pusieron de acuerdo en convocar a Patricia Malone Roveda. ¿Qué hizo la docente de Letras? Se sumó para realizar “acompañamiento literario”, un aporte sustancial que dejó definidos los textos.
El desafío original no fue menor: querían encontrar el nexo entre ambos autores, puente que se fue construyendo con materiales diversos: literarios y afectivos. Bibiana tuvo una estrecha amistad con Juanjo, con quien compartió la escuela de teatro. En uno de aquellos días, charla de por medio, el autor le reveló su intensa amistad con Olga Orozco, escritora y musa que le había significado una fuerte carga de inspiración, que a su vez la derivó en creaciones propias. “Quisimos descubrir ese nexo —quizás suene muy pretencioso de nuestra parte—, pero era el intento de descubrir en la literatura de Olga qué era lo que inspiraba a Juanjo”.
Para no morir…Orozco/Sena
Sobre esta lectura profunda, con ojos de investigadoras, y el aporte de Patricia, ”O-S …”, termina conjugando una trama de relatos y poesía, donde dos mujeres —Felisa/Liliana y Carmela/Bibiana— hilan una historia que al mismo tiempo simboliza a tantas otras.
La enorme interpretación de Liliana y Bibiana no eclipsa una puesta en escena que adquiere su propio protagonismo, y armoniza en este rompecabezas no convencional: una especie de toldo circular, al aire libre, casi a la intemperie; unas lonas que sirven de techo circunstancial; un fuego central, hipnótico para las y los espectadores que se ubican sobre “troncoasientos”; dos mujeres que amasan un pan que el rescoldo cocinará, mientras se sumergen en sus propias visiones y las comparten. Las creaciones literarias de Orozco-Sena subrayan la geografía pampeana: el monte profuso, los atardeceres extendidos, los médanos, la soledad, se entrelazan para crear un escenario justo, para estos textos que van entramando una cadenciosa danza.
La definición del espacio teatral y la puesta en escena global quedaron en las buenas manos de José Jerónimo que como director propuso que sea “al aire libre”, sin parafernalias técnicas. Leandra Rodríguez se sumó a la tarea de esta singular puesta en escena.
Otro detalle que revela el plan preciso y comprometido de todo el equipo: el sencillo vestuario de ambas —vestidos, camperitas, delantales y unas humildes alpargatitas— juega con un tono rústico, amarronado como la geografía. La precariedad que las envuelve, la vulnerabilidad social que ha atravesado sus desgarradoras vivencias, como un destino fatal, se expresan con dolor pero también con belleza. En la impronta de Juanjo Sena, la poética de Orozco significa un bálsamo, para no morir.
La previa
La obra llegó a Santa Rosa el viernes 27 de octubre, al histórico predio de Radio Nacional, pero unos días antes, el 28 y el 29 de septiembre, y el 8 de octubre hubo presentaciones en Toay, en terrenos de la comunidad ranquel, donde la lonko Juana Vila Rosa las acompañó pero también fue anfitriona de la bienvenida a las y los espectadores con una charla informal; algo similar ocurrió en Nacional, sobre la avenida Palacios, donde la directora Nadia Villegas contó algunos aspectos de la señal de radio.
En equipo es mejor
Liliana Rojas y Bibiana Grabowsky son claramente las líderes de un equipo que ensambló al detalle las ideas del proyecto, la admiración por ambos autores, y su proyección sobre las tablas (aunque en esta oportunidad, el piso es arenoso y real). Toay y Santa Rosa son inicios que sueñan con otras rutas pampeanas, con otros parajes.
A la tarea de Patricia Malone se le suma la perspectiva general de José Jerónimo, puntal de una obra distinta. Después el mosaico artístico, además de la mencionada “percepción intervenida” de Leandra, incluye el rol de dos montajistas -Valentín Anguzar y Belkis Quiroga-; la escenografía que materializó Alfredo Ibañez, con la asistencia de Antonina Forlán; la edición de sonido (audios que recorren el sendero por el que fluyen público y artistas, hasta alcanzar el parco toldo) quedó en manos de Solana Lanchares Vidart y Valentín, y el vestuario lo pensó Romina Peperina. Como también hace falta, y mucho, la gestión administrativa la hizo Melisa Aimar y el diseño gráfico Sofía Winckelmann. El Instituto Nacional del Teatro (INT) colaboró para que las cosas se den como se vienen dando. Están todas y todos invitados.