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23 de abril, Día Internacional del Libro

María Cristina Fernández dice que leer es la artesanía que mejor le sale. Es socia de la Biblioteca Popular Cooperativa "Domingo Gentili" y lee dos libros por semana. No es un error de tipeo: lee dos libros por semana, “uno que me haga pensar, otro que me entretenga”. Tiene 65 años, se jubiló trabajando en el área contable de una repartición pública, pero ama los libros desde niña y recuerda a su mamá que siempre andaba leyendo algo. Reconoce que cuando encuentra una historia atrapante es capaz de postergar cualquier cosa.

Publicada en abril de 2018

¿Cómo se construye un lector? Quiénes son, en qué momento del día leen, qué los atrae tanto de las páginas impresas, cuál es la debilidad de oler los libros viejos y respirar ese olor a vainilla. Como el 23 de abril es el Día internacional del libro y del derecho de autor, proclamado por la UNESCO en 1995, en estas páginas el homenaje será para quienes salen al encuentro de las letras.

La gran ocasión

Leer es una buena costumbre, como lavarse los dientes antes de ir a dormir. Una experiencia que se va fortaleciendo, que se alimenta, que necesita de alguien capaz de habilitarla. A veces basta el ejemplo, el solo ver a nuestro padre absorto leyendo el diario; quizá la suerte enorme de que la vecina nos regale un libro para nuestro cumpleaños y ese libro nos marque para siempre; o tal vez coincidir en el aula con una maestra que nos enamoró al leernos un cuento, ayudándonos a dar el gran salto para ser lectores. Más allá del azar, el rol de la escuela en este camino es importantísimo.

Diana Roth recuerda que ni bien aprendió a leer fue a la biblioteca del colegio y empezó a llevarse libros a casa, con ritmo sostenido e ininterrumpido. Tiene 33 años, es de Santa Rosa, el bicho raro de la familia y la socia 4.999 de la Gentili. En los libros no solo ha encontrado pasajes que le permitieron hacer infinidad de viajes, también descubrió que detrás de la imagen de portada hay muchas respuestas. Hace unos años su papá murió de manera trágica, inesperada y dice que lo que más la ayudó fue sumergirse en la lectura de textos de medicina y de autoayuda.

“Hoy en día, más que nunca, la escuela como institución y los docentes en particular, tienen un papel fundamental para lograr que los niños, los adolescentes y los libros se encuentren. Tal como expresa la escritora argentina Graciela Montes, la escuela constituye la gran ocasión para que eso suceda, y de los que llevamos adelante esta tarea de enseñar, depende que así sea”, dice Patricia Bailoff, referente del Plan de Lectura y Escritura de La Pampa.

Fausto Kapustiansky, de 15 años, también relaciona su inicio como lector con un recuerdo escolar. La maestra de tercer grado les dio como actividad leer un libro y eso lo llevó a la Biblioteca Popular Aristóbulo del Valle de su pueblo, General San Martín. Mientras su papá charlaba con la bibliotecaria él se puso a revisar estantes y descubrió La leyenda del bicho colorado de Gustavo Roldán. Desde entonces siempre vuelve a buscar nuevas joyas y lee, lee, lee.

De tesoros y otros mundos

Fácil, el verdadero lector se reconoce fácil. “Es aquella persona que viene de forma permanente a la librería por placer. Siempre mira lo que hay y no necesariamente se lleva algo. En general, es alguien que se encuentra con el libro, como un tesoro escondido” dice Gabriel Bardini, dueño de la librería Fahrenheit de Santa Rosa.

Jésica Rekofsky tiene 31 años y desde pequeña le gustó leer gracias a la motivación de su padre, bibliotecario en la CPE. La lectura representa para ella una conexión entre su ser y otras dimensiones, le permite re-pensar lo aprendido, adquirir nuevas palabras y contenidos y tomarse un momento del día (sobre todo a la noche) para aislarse y desconectar de la realidad. Ahora como mamá, también le da la mano a su hija para ingresar al espacio de la literatura infantil.

Realicó tiene una librería desde hace dos años, se llama Mundos. El nombre es todo lo que representa leer para su dueña, Victoria Cabeza, una joven de 30 años a punto de recibirse de Licenciada en Historia, que se lanzó al mar de las letras con este emprendimiento: “cuando leés te transportás a otros mundos, conocés otros mundos, te metés en tu mundo”, dice. Si tuviera que decir cuáles son los géneros más pedidos, en el top 3 de los libros de ficción estarían las novelas históricas, las románticas y los policiales. Que tenga futuro una librería en un pueblo de 7.500 habitantes confirma su sospecha: se lee y se siguen eligiendo los libros en papel.

¿Descarriados?

En 2014 Cristina Fernández, de General Pico, recibió el premio como mejor lectora de la Argentina según la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares. Ese año los registros de la biblioteca Estrada de esa localidad indicaban que Cristina había leído 168 libros en 365 días. Hoy sigue rompiendo su récord personal. Abogada y profesora, al jubilarse tiene más margen para el vicio, como ella lo define, y se le hacen las 2 de la madrugada y está leyendo. Dice que la respuesta que suelen dar los que no leen “porque no tienen tiempo” es una mentira; la cuestión es organizarse, asegura. Recuerda que el amor por la lectura viene desde siempre; si cierra los ojos aún ve la colección Robin Hood y recuerda todas las historias de Emilio Salgari, como las aventuras de  Sandokán o Los Tigres de la Malasia.

Para Diana, Fausto, Jésica y las dos Cristinas, leer es un placer, y también a veces una zona donde se sienten incomprendidos, como si fuese más fácil entender al que mira un capítulo tras otro de una serie, pero no al que se encapsula con una novela.

La socióloga francesa Michelle Petit afirma que “subsiste hoy todavía, más a menudo de lo que suponemos, el temor de que el libro instale en nosotros algo pernicioso, algo sedicioso. O que sea recibido de manera extraviada, incontrolable, que alguien encuentre en él algo distinto de lo conveniente. Pero más aún que el contenido de los libros, lo que da miedo es el gesto mismo de la lectura, que constituye un desapego, una forma de desviarse. Los lectores y las lectoras irritan porque no se puede ejercer mucho ascendiente sobre ellos, porque se escapan. Son como traidores o desertores”.

En la misma línea, el escritor Martín Kohan cuando estuvo en Santa Rosa el año pasado en el Festival de Periodismo y Literatura PAM, entrevistado en Radio Kermés opinó que leer tiene un enorme prestigio social, que todo padre quiere un hijo lector pero que, paradójicamente, cuando hay un lector empedernido en la familia, genera preocupación.

Nosotros hoy festejamos los libros aplaudiendo a nuestras bibliotecas populares, a las librerías que promueven la lectura y a esos lectores que irritan.

 

Ángeles Alemandi es periodista