El oeste profundo de La Pampa fue parte del paraíso hasta que la mano del hombre lo transformó en desierto. Esta lectura, basada en contundentes pruebas, incluye un registro detallado, profesional, indeleble, realizado en el mismo terreno, tras la ominosa campaña del Desierto del Estado Nacional que pergeñó la llamada Generación del 80.
El investigador, escritor y docente pampeano Walter Cazenave presentó, a finales de 2021, un trabajo sobre la labor realizada, entre 1882 y 1885, por un grupo de agrimensores enviados por el gobierno nacional de entonces para relevar los territorios ganados al indio.
La notable tarea de aquel equipo documentó la hidrografía de los ríos Atuel y Salado-Chadileuvú, entre el paralelo 36º sur y la última confluencia, es decir, entre el límite sur de las provincias de Mendoza y San Luis y las inmediaciones de lo que es hoy Limay Mahuida, en pleno corazón de La Pampa.
El pasado 25 de noviembre Cazenave participó del panel que presentó el Libro de Oro de la Revista, de la Fundación Chadileuvú, en el salón Los Pioneros de la CPE. Memoró y destacó la tarea de los agrimensores Benjamín Domínguez, Juan M. Cagnoni, Antonio J. Carvalho y Rómulo Otamendi, que fueron enviados al territorio pampeano durante el gobierno de Julio Argentino Roca, hace más de 130 años.
Había concluido a sangre y fuego la Campaña del Desierto y llegaba el tiempo de repartir las tierras entre los vencedores y en particular a quienes habían comprado bonos que permitieron ejecutar y financiar la feroz campaña. Pero antes había que conocer el lugar, medir distancias, lotear terrenos, establecer límites de lo que había sido un vasto territorio indígena; para eso llegaron los agrimensores y sus equipos de relevamiento.
La investigación del doctor Cazenave consistió en crear un mapa activo con proyección de los planos levantados por los agrimensores, fielmente copiados, sobre los que se van superponiendo en forma dinámica las distintas características del terreno –brazos fluviales, bañados, sierras, médanos, salitrales, rutas, tolderías…– en una visión del paisaje original y auténtica. A partir de determinaciones astronómicas se establecieron las divisiones catastrales en fracciones, secciones y lotes –en ese orden de jerarquía– que rigen hasta hoy. Paralelamente relevaban la topografía de un paisaje hasta entonces mayoritariamente desconocido.
Tarea fina
En lo que hace a los ríos que atravesaban lo que es hoy la provincia de La Pampa los mencionados agrimensores fueron testigos fidelísimos, puesto que desarrollaron su tarea en un extenso periodo, entre 1882 y 1885 de escaso aprovechamiento en las cuencas de esos cursos. En la zona confluían el río Atuel y el colector Chadileuvú. El Atuel lo hacía a través de dos brazos mayores y otros menores, que se internaban desde Mendoza por más de 150 kilómetros en el territorio pampeano. Los derrames de este río comenzaban en el sur de Mendoza y se expandían en La Pampa.
En algunos lugares la topografía determinaba lagunas, algunas de considerable extensión. Un caso notable era el hoy llamado Gran Salitral, que constituía el nivel de base del brazo más occidental del Atuel, cortado por un corrimiento de la barda que dejó como afluente al pequeño brazo conocido como arroyo Potrol.
Este registro original del área relevada arroja valores cuantitativos aproximados: por ejemplo había seis brazos del Atuel que tenían una longitud sumada de 95 km: el río colector tenía aproximadamente un km de largo, por lo que la extensión sumada de colector y afluentes llegaba a los 315 km. Los bañados ocupaban por entonces unos 21 mil km², unas quince lagunas se extendían por otros 1.650 km² y unos 20 salitrales sumaban 300 km.
La paciente y detallada tarea establece que sobrevivían un par de tolderías (citan a los caciques Baigorria y Cumilao), y llegan a estimar en unos 360 kilómetros las extensiones de los caminos y viejas rastrilladas indias.
En síntesis, los agrimensores llegaron, midieron y anotaron con pulcritud el entonces ambiente pampeano que se expresaba en médanos, ríos, bañados (algunos directamente impenetrables), sierras, bosques y rastrilladas, y confluencias múltiples. La tarea observa el destino final de algunas rastrilladas (Trenel), la confluencia en Paso de Tragaltué o Balseadero (entrada de todos los indios a las pampas), y el control del Chadileuvú por las sierras de las sierras del llamado Cinturón Mendocino-Pampeano.
La Fundación Chadileuvú, que respaldó el trabajo, lo cedió al área provincial de Educación para que copias del mismo sean distribuidas en todos los establecimientos de la provincia, especialmente por su condición de aporte a un tema esencial a la realidad de la provincia.
Para la presentación de este trabajo cienfico, forjado en materiales de cuando nuestra provincia era parte de territorios nacionales, prácticamente desconocido y que Walter Cazenave rescata, realizaron aportes la licenciada Romina Aimar, el dibujante Armando Cappello y los licenciados Abel Cuenya, Luis Fiorini y Ernesto Viglizzo.