La Fundación de Periodismo Patagónico se puso en marcha en Bariloche en 2019. Es la primera organización regional que piensa —desde el sur— el futuro de un oficio mutante. Dirigida por Santiago Rey, este año la FPP empieza a recorrer los territorios y el primer destino es La Pampa. Los días 3 y 4 de junio realizará un encuentro de Periodismo y Derechos Humanos impulsando la crónica, la investigación y la innovación periodística.
Tres años atrás, Santiago Rey tuvo una idea. O quizás una necesidad: armar un espacio para potenciar el periodismo narrativo en la Patagonia, ese periodismo que nace desde adentro, que busca profundidad, que lleva su tiempo y se piensa diverso, transformador. El primer paso fue organizar un concurso de Crónica Patagónica que hoy ya va por su cuarta edición, y que este 2022 tiene carácter binacional porque suma al sur de Chile. Luego llegó Yerta, la plataforma de formación que ofrece talleres y clases magistrales: sólo el año pasado se capacitaron más de 600 cronistas. Después vino el Festival de Periodismo Narrativo y Disidente organizado en Bariloche a fines del año pasado y el relanzamiento de EED (“En estos días”), un sitio de crónicas.
Lo que sigue para la Fundación es la salida a las provincias, el encuentro. Por eso y para responder a su objetivo de “impulsar un periodismo ético y de alta calidad, con eje en los derechos humanos y al servicio del fortalecimiento ciudadano”, se desarrollará en La Pampa una jornada de Periodismo y DDHH. Será los días 3 y 4 de junio, habrá presentaciones de libros, charlas abiertas y seminarios de formación.
Santiago Rey, Presidente de la Fundación de Periodismo Patagónico, autor de “Silenciar la muerte – crónica e investigación sobre la vida y el asesinato de Rafael Nahuel”, corresponsal de ElDiarioAr, colaborador de medios nacionales e internacionales, pone en palabras, en esta conversación, cómo se piensa el oficio y cómo se construye periodismo desde el sur o, como él mismo dice: “nuestro principio del mundo”
— ¿Existe un periodismo patagónico? ¿Hay una forma de ejercer el periodismo que nos caracteriza, en la que el territorio se cuela, limita y moldea las posibilidades del oficio?
— El periodismo patagónico está en formación. Como todo lo bueno es una construcción permanente. Hay antecedentes, hay historia, hay referentes y referencias, pero sobre todo hay presente. Hay interés en muchísima gente en escribir crónicas, en asomarse al periodismo narrativo y lo hacen desde el lugar que habitan, desde su territorio. Y entonces hay particularidades que nos diferencian y que van moldeando las formas de decir. Me parece interesante el ejercicio periodístico desde un territorio tan fuerte y tan potente como éste, donde el clima y la geografía, marcan nuestra vida cotidiana. Es ese vínculo entre el territorio y lo universal, entre lo cotidiano y lo trascendente, en esa tensión lógica, anida buena parte del mejor periodismo patagónico que se está produciendo hoy en día.
— ¿Por qué es necesaria una fundación que esté pensando el oficio?
— Hablamos de fortalecimiento ciudadano porque creemos que un mejor periodismo, ético y con capacitación, fortalece las capacidades ciudadanas, ya sean de reclamo, de construcción, de edificación de los propios destinos, de participación. No creemos que puedan lograrse esos objetivos, esa mejora en la calidad de vida, sin un periodismo ético y con voz propia. Un periodismo que se libere de dependencias a la hora de presentar una propuesta informativa, estética y narrativa.
“Lo importante es, en cualquiera de los formatos, trabajar sobre materiales sensibles. Trabajar sobre historias transformadoras, seguir incomodando.”
— Las empresas periodísticas patagónicas tradicionales, los grandes medios gráficos de las provincias, no han logrado cambiar su modelo de negocio, cada vez hay menos periodistas en las redacciones; ¿qué horizonte ves o imaginás para aquellos que deciden dedicarse al periodismo en este tiempo?
— Veo un horizonte de creatividad, de lucha y de gozo. Comparto el análisis que hacés: no hay un cambio en el modelo de negocio de las grandes empresas periodísticas y, a la vez, el modelo de negocios está roto. Las empresas que tenían diversificados sus ingresos, hoy los tienen muy concentrados: o bien en la pauta estatal o bien en las grandes corporaciones, que muchas veces tienen intereses en común. Entonces yo veo en este presente y para el futuro, un horizonte de astucia en la creación de productos que puedan romper las barreras y los límites de lo que actualmente se conoce. Y que con esa astucia se convoque y se sumen sumen nuevas audiencias, a la lectura o al seguimiento de productos audioviosuales. Veo un horizonte de lucha inevitablemente, porque somos trabajadores y trabajadoras. Tenemos que seguir reclamando por nuestros derechos cada vez más conculcados, pisoteados. Convencidos ante cierto “emprendedurismo new age” que nos obliga a aceptar que no existan vínculos laborales donde los trabajadores seamos reconocidos. Por supuesto que no es lo mismo una gran empresa que una pequeña radio cooperativa, pero también creo que son momentos de pelear y no bajar los brazos. Y también de gozo: porque la elección del oficio debe tener que ver con el disfrute, con el placer por la lectura, la escritura y compartir y contar historias, contarlas de la mejor manera. El goce por el encuentro de quienes estamos orbitando el planeta del periodismo narrativo y de la crónica.
“… la elección del oficio debe tener que ver con el disfrute, con el placer por la lectura, la escritura y compartir y contar historias, contarlas de la mejor manera.”
— Los medios de las provincias están cada vez más condicionados por la pauta estatal; muchos son sostenidos prácticamente por los gobiernos; ¿considerás que hoy la libertad en el oficio está en experiencias pequeñas, cooperativas o comunitarias antes que en ese tipo de empresas?
— Hay muchos y muchas colegas que ejercen muy dignamente este oficio allí donde estén. En grandes medios tradicionales o en experiencias más pequeñas, cooperativas, comunitarias. Ahora, si uno traza una mirada, tomando un poco de distancia sobre el ejercicio de cada uno de los colegas y observa el comportamiento más corporativo de los medios, efectivamente creo que hay en esas pequeñas experiencias algo más de libertad. Pero no solamente se ejercen o se autoimponen presiones de los grandes grupos de poder más distinguidos (los gobiernos, las corporaciones); muchas veces hay experiencias comunicacionales que quedan presas de lo que interpreta, o efectivamente son presiones discursivas o narrativas de distintos grupos, de los cuales también debieran ser independientes por más objetivos nobles que esas organizaciones, que esos colectivos puedan tener. Yo creo, en ese sentido, en una libertad absoluta. No sólo de las presiones más reconocibles en sectores de poder sino también de las pequeñas expresiones, muchas veces muy intensas, que tienen una voz en temas específicos y puntuales. El ejercicio periodístico de la libertad debiera tomar distancia de esas expresiones.
— Los géneros sobreviven pero cambiaron los lenguajes y hay una brecha. ¿Qué pasa con las narrativas digitales, con los trabajos de largo aliento, con la búsqueda de nuevas audiencias? ¿Pensás que los trabajadores/as pueden o quieren pensar en el futuro del oficio?
— Es un momento de búsqueda. Ya hay experiencias que han incorporado lo digital, se mantienen espacios muy valorables y valorados, de periodismos de largo aliento, trabajos lentos y profundos que tienen su micromundo, o no tan micro en algunos casos, que les permiten seguir trabajando en eso que aman y que desean. También hay nuevas y muy buenas experiencias de convocatoria a audiencias que parecían alejadas de los medios más tradicionales y que hoy irrumpen a través de lo audiovisual, de lo digital, exclusivamente. Lo importante es, en cualquiera de los formatos, trabajar sobre materiales sensibles. Trabajar sobre historias transformadoras, seguir incomodando. Lo que dijo Guillermo Saccomano hace muy poco en la Feria Internacional del Libro con relación al trabajo literario, sobre lo que subvierte, lo que innova, lo que incomoda, debe ser tomado también para el trabajo periodístico. Más allá de los formatos.
por Lautaro Bentivegna. Periodista.