"- A medida que describís tus emociones de cuando asististe al estreno de esa película portentosa, en aquel cine de tu infancia pueblerina, fui recordando que alguna vez, Julito comentó que un marinero del Potemkin vivió en La Pampa..." cap. 39, pág. 120
Publicada en febrero de 2004
Después de una primera lectura de la novela de Pumilla, se siente la necesidad de algo que ayude a vencer la dificultad planteada por el autor. Nos preguntamos: "el personaje parece real, es creíble, pudo existir o existió, pero el resto ¿es ficción? ¿y si fuera realidad? El galpón no existe, el objeto de los desvelos del personaje, el gran pájaro no existe (¿o sí?), es invento del autor... pero, ¿y si existiera?”
El escritor ha cumplido con el sentido primero de la literatura: nos hace creer, vuelve verosímil una ficción. El hombre del Potemkin es la historia de un hombre real, y a la vez es ficcionalización de una de las tantas que componen la historia mayor de La Pampa.
Conviene leerla más de una vez, tratando de poner atención a las trampas del narrador o a su voluntad de llevar a los lectores a un clima oscuro, propio de una dimensión de la que sólo él tiene el código de acceso. Sí, es una novela que obliga a seguir cada hilo suelto, como si la trama debiera ser tejida por quien lee y no por quien la escribió. En algún momento se llega a pensar: "¿habrá escrito los capítulos y luego se le desordenaron? ¿O los habrá mezclado al azar, como si fuera un mazo de naipes? ¿O les habrá dado cierto orden que hay que descubrir a través de alguna clave de acceso?"
La originalidad está justamente en eso: en el modo en que se articula, en cómo se estructuran los capítulos. Cada uno de ellos es como una partecita de un rompecabezas, en este caso, un rompecabezas desarmado; a las piezas desparramadas hay que organizarlas componiendo un sentido, y ésa será la tarea del lector. El narrador propone una interacción con quien lee; si habitualmente el lector no puede ser pasivo, en este caso se le exige participación total. Y para eso se hace necesario una llave o clave. Llave es palabra que deriva de clave (latín); entre las definiciones del diccionario se lee:
clave: explicación de algunos escritos para su inteligencia. Lo que es preciso conocer para entender algo
llave: medio para averiguar lo oculto o lo desconocido. Principio que facilita el conocimiento de las cosas, medio para vencer la dificultades
Se trata de una novela polifónica; se escuchan en simultáneo las voces de seres reales de Santa Rosa, que conviven en el presente del narrador, -el cronista-, con los de otros tiempos o que tuvieron que ver en la realización de la película -la mujer vestida de negro, el director de la película- o quien enseña cine.
El cronista, —palabra derivada de cronos = tiempo— organiza los tiempos a la manera de un panóptico; coexisten voces narrativas múltiples que desdibujan los límites entre ficción y realidad, en un encastre de relatos donde la "verdad" no cesa de sustraerse al lector. A la vez, esas voces se entrecruzan, más allá de los tiempos y lugares también múltiples. Y esa multiplicación en lugar de esclarecer genera más complejidad.
La polifonía se va dando en un entramado de temporalidades -el presente en Santa Rosa, con diferentes pasados más o menos próximos en Winifreda, Bernasconi o Rusia-, en compleja articulación que requiere de lectores entrenados, capaces de sostener las zonas de incertidumbre, de ambigüedad, para avanzar en un progresivo develamiento.
A estas voces se agrega que el marinero del Potemkin va siendo nombrado de diferentes formas, a medida que se desarrolla la trama, como si fuera un otro que se va desdoblando, lo que ayuda a la confusión. El marinero va siendo el hombre de la valija de cartón; el hombre que mintió en una oficina de Buenos Aires; el hombre que vino del frío; el hombre que es joven y se hará viejo; el hombre que viene y que habrá de morir en el lugar a donde se dirige; el viejo de la lágrima... Parece que fueran varios personajes cuando en realidad son distintos momentos en la vida del mismo marinero.
Para complejizarla aún más, la novela se encadena con capítulos-bisagra, a veces una sola pregunta, otra una afirmación o acotaciones que permiten avanzar o bien retroceder en la búsqueda.
Se puede afirmar que El marinero del Potemkin cumple con su función de revelar eso que sólo la novela puede decir: desprender lo no-dicho de la historia oficial, mostrar las zonas de la experiencia humana desatendidas por los historiadores y desestabilizar las certezas de quien las lee.
Es posible registrar los tres hilos mayores que sostienen la trama:
*En Winifreda, la vida del marinero del Potemkin que emigró a ese pueblo.
*En Bernasconi, la proyección de la película, en el cine del Bar.
*En Santa Rosa, en un bar, el cronista conversa con sus amigos que escriben.
La frase usada como epígrafe de esta nota nos revela la faz oculta, es síntesis, condensación de la historia. Es la clave.
...A medida que describís tus emociones de cuando asististe al estreno de esa película portentosa, en aquel cine de tu infancia pueblerina, fui recordando que alguna vez, Julito comentó que un marinero del Potemkin vivió en La Pampa..."
Falta que agregue: en Winifreda, y ya están los elementos que dan origen a la novela.
Claro, hay que leer hasta la página 120 y estar dispuesto a compartir la aventura que propone el autor. Como dicen los críticos en algunas reseñas cinematográficas: el desafío vale la pena.