Los primeros años de la institución policial en el Territorio Nacional de la Pampa Central según el análisis del Reglamento de Policía de 1886.Cargos y funciones de quienes prestaron servicio en la primera policía territoriana.
Publicada en febrero de 2006
La Ley 1531 de Territorios Nacionales creó la Gobernación de la Pampa Central, que se integró, a partir de la instalación de instituciones y funcionarios, al Estado Nacional. Juan Ayala fue designado como primer Gobernador ocupando ese cargo entre los años 1884 y 1890. Este funcionario debió encargarse de la tarea de organizar, aún forma precaria, las principales instituciones de la capital (por entonces en General Acha) como la gobernación y la policía entre otras.
Reglamento
El primer Departamento de Policía se organizó en 1884 y se fue consolidando en los años posteriores. Esta Jefatura estaba integrada por un Jefe de Policía, comisarios de departamentos y gendarmes bajo sus órdenes. En estos primeros años el cuerpo policial ocupaba sólo nueve departamentos ya que los demás estaban catalogados como despoblados.
A finales de 1886 se creó y difundió en las comisarías el “Reglamento de Policía Urbana y Rural” que funcionó al mismo tiempo como un instrumento legal, penal y administrativo, estableciendo funciones, cargos, distribución de gendarmes, multas, días de arresto y otras tareas que dependían de la institución policial. Este reglamento es significativo ya que fue la única herramienta legal que, sin bien fue modificada, tuvo permanencia en las instituciones provinciales hasta la promulgación del Código Rural en 1894.
Las funciones de la Policía se basaban sobre todo en el castigo a delitos con penas mayores a treinta días, arresto por embriaguez, juegos de azar, escándalo público o alteración del orden. Eran perseguidos quienes portaran armas dentro del área urbana, quienes practicaran juegos de azar y fueran encontrados ebrios en la vía pública.
Dentro de lo que se consideraba como delito se encontraba la vagancia. Eran considerados vagos quienes “no tuvieran trabajo, jornal o medios lícitos para vivir, los que teniendo algún oficio no lo ejercieran, los que con medios de subsistencia insuficientes no se dedicaran a buscar otro trabajo y frecuentaran casas de juego, los que sin impedimento para el trabajo se dedicaran a mendigar”. Así, toda aquella persona que circulaba por el territorio sin la papeleta de conchabo era encarcelada o enviada al ejército.
Proteger y vigilar
Con respecto a los sujetos que la policía debía proteger (y vigilar), el reglamento especificaba claramente los comportamientos de las personas y los espacios en donde podían circular. Si bien las actividades de los hombres son las que aparecen con mayor frecuencia, también se incluyen a las mujeres y los niños.
El artículo N°33 estipulaba que las mujeres que escapasen de la casa del patrón o que tengan un comportamiento promiscuo en la vía pública serían colocadas por la Policía en “casas de respeto”. De esta forma, lo que era penado del género femenino no se relacionaba con un delito en particular sino con el control sobre el cuerpo y la forma de comportamiento considerada decente para la época.
Los niños y la calle
En cuanto a los niños se regulaba su permanencia en la calle y el tipo de juegos que debían practicar. La situación se relacionaba con la ideología imperante que consideraba a la calle como un lugar de tentaciones y perversiones, no apto para mujeres y niños.
Lo analizado hasta el momento hace referencia a un cuerpo policial organizado, que cumplía con un importante servicio comunitario en forma de diferentes tareas, pero sobre todo que debía mantener el “orden público”.
Como el mismo reglamento lo señala, la ebriedad, los escándalos públicos y los vagos y mendigos constituían los principales elementos de desorden en los precarios asentamientos urbanos.
La policía parecía enfocada en sus tareas cotidianas no a lidiar con casos como asesinatos o estafas, sino contra los denominados “vicios sociales”.
Ahora bien, alejados de la formalidad del Reglamento y analizados los Libros de Guardia de la institución, se puede afirmar que el principal problema que debieron enfrentar los agentes del orden fue lo precario de la institución y las carencias materiales y económicas que desembocaban en una escasez de armamento, caballos y vestuario que hacían imposible la persecución de malhechores por las grandes extensiones de los departamentos y del territorio.
De esta forma, es posible afirmar que el Reglamento analizado es sólo la parte “visible” de la institución policial que en su realidad cotidiana debió de enfrentarse a diferentes dificultades administrativas, internas y sobre todo económicas para llevar adelante el mandato supremo de vigilar y servir.
BIBLIOGRAFÍA
-Oszlak (1982), La formación del estado argentino, Ed. De Belgrano, Buenos Aires
-Zeberio, Blanca (1999), “Un mundo rural en cambio” en Nueva Historia Argentina, Tomo IV, Ed. Sudamericana, Buenos Aires.
*Valeria Flores. Profesora de Historia. Facultad de Ciencias Humanas, UNLPam