Con la inauguración del primer dique de embalse El Nihuil, en enero de 1948 en Mendoza, el último brazo del río Atuel que todavía llegaba a La Pampa dejó de correr. Los demás ya habían sido clausurados con anterioridad por distintos agentes privados mendocinos. El primero fue en 1918, con obras clandestinas en el sur de General Alvear, lo que cortó el curso conocido como Atuel Viejo. En 1937 comenzó el corte de otro brazo, el Butaló.
Aunque Mendoza contaba con antiguas instituciones encargadas de administrar y controlar el agua, eso no evitó que algunos regantes desviaran el río para hacer sus propios diques con ramas y tierra —conocidos como “tapones”— para provocar que el agua desborde en sus campos. Uno de los responsables de dichos tapones, Isaac Ugalde, fue denunciado por los vecinos de Santa Isabel y Algarrobo del Águila, del Territorio Nacional de La Pampa, en 1937, mediante una nota al gobernador territoriano Pérez Virasoro. Este elevó la denuncia a la Dirección General de Irrigación de la Nación, que envió ingenieros para investigar. Los informes técnicos confirmaron que las denuncias eran ciertas y que el agua, en efecto, había dejado de correr hacia el territorio pampeano.
Los reclamos por el río Atuel, que continúan al día de hoy, comenzaron incluso antes de la construcción del primer Dique el Nihuil. Describiremos brevemente cómo fueron esos primeros pedidos.
Un momento clave se produjo durante el primer Congreso Argentino del Agua, realizado en 1941 en Mendoza. En ese marco, el gobernador territoriano Miguel Duval envió con sus representantes —el doctor Augusto Ortiz y el profesor Julio Rubio— un documento en que se detallaban los reclamos por los cortes del río Atuel y las consecuencias de la falta de agua en el noroeste pampeano. Duval expresaba: “el agua allí, lo es todo. Cuando no hay crecientes, como ha ocurrido en los últimos años, toda esa amplia zona adquiere un aspecto desolador por el empobrecimiento de los campos”. El texto continúa describiendo cómo zonas que antes estaban cubiertas de pastos y servían para la ganadería, se transformaron, con los cortes del Atuel, en una “desoladora perspectiva”.
Miguel Duval, gobernador del Territorio (1939-1946) - Foto: Fototeca Bernardo Graff.
Después de su intervención en el Congreso del Agua, el gobernador Duval envió, en octubre de 1941, una nota al Ministerio del Interior. En ella reclamó que La Pampa pudiera participar en la planificación y elaboración de los planos de las obras hidráulicas previstas en San Rafael sobre el río Atuel, que incluía la realización de obras de riego en distintas zonas del país. Para concretar estas acciones a nivel nacional, se organizó una reunión entre el director nacional de Irrigación y funcionarios provinciales para coordinar los trabajos de obras para regadío y aprovechamiento hídrico. Sin embargo, el gobierno del Territorio Nacional de La Pampa no fue invitado, a pesar de que el río Atuel es interprovincial. La nota del gobernador Duval es importante porque evidencia que La Pampa ya exigía participación antes de la construcción e inauguración del dique de embalse El Nihuil.
La carta de Garay
En 1947, una vez iniciado el embalsamiento del río por medio del dique El Nihuil, Ángel Garay, encargado del destacamento policial y telegrafista en Paso de los Algarrobos, envió una nota al entonces presidente Juan Domingo Perón. En ella describió la difícil situación que atravesaban los pobladores de la zona:
Imagen de la carta de Angel Garay al presidente Juan Domingo Perón. La carta completa, aquí (Gentileza Fundación Chadileuvú)
“Aquí no son dos personas solamente, Señor Presidente, los que claman por que se dé largada al agua, son cientos de familias, que ya ni agua para tomar consiguen, son millones de cabezas de ganado que se pierden. Las familias enteras abandonan este lugar después de haber perdido todo su poco capital, y sinceramente Señor Presidente la situación, es de profunda tristeza, no tienen agua para tomar en algunas casas, y donde la hay sirve porque no hay otra. Todo esto tiene solución dejando correr el agua, aunque sea cuatro meses al año, por el cauce de los ríos (...)” (Fundación Chadileuvú, 2018).
A diferencia de otros reclamos hechos por pobladores del oeste pampeano, la carta de Garay, en agosto de 1947, tuvo una respuesta inmediata por parte de las autoridades nacionales. Como medida concreta, se ordenó realizar perforaciones en Paso de los Algarrobos para buscar agua salubre y se envió al ingeniero Carlos A. Gentili a inspeccionar la zona. “La situación de los pobladores es realmente angustiosa y la despoblación total es eminente”, sostuvo Gentili en su informe. Meses después, en octubre de 1948, se envió un nuevo profesional nacional, el ingeniero Félix Duhart, que arribó a las mismas conclusiones.
Un reclamo particular
Ángel Garay no fue el único poblador del oeste pampeano que decidió dirigirse directamente al presidente Juan Domingo Perón. En la Secretaría de Recursos Hídricos de la Provincia de La Pampa se encontraron testimonios de Norberto Rosario José Frieboes, un abogado con domicilio en Azul (provincia de Buenos Aires), que había comprado en el Territorio un lote que también se vio afectado por el corte del agua. El 4 de noviembre de 1948 —un año después del telegrama de Garay— le escribió al presidente:
“(…) que dado al gran perjuicio que se le ha ocasionado en forma tan injustificada, que ha invertido en la adquisición de ese campo todos sus ahorros de largos años, solicita de V.E. que se compense de alguna forma este daño, ya sea construyendo un canal del dique por los campos perjudicados (…), ya sea pagando en efectivo la desvalorización, o dando otro campo fiscal del valor que tenía el perjudicado antes de la construcción del dique (…)”.
Reclamos pampeanos por el Atuel, en su cauce totalmente seco, en el Arroyo de La Barda. Foto: APN
En este caso, el reclamo de Frieboes se basó en un interés individual, no social como el de Garay. Tal vez por eso no tuvo respuesta ni generó impacto en las autoridades nacionales, a diferencia de la nota de Garay. Frieboes también escribió al gobernador del Territorio Nacional de La Pampa. En una nota del 10 de noviembre de 1948 decía: “los pobladores y propietarios de la zona de La Pampa situada entre los ríos Atuel (…) consideran que aún se está a tiempo para subsanar este error y facilitar a la agricultura el agua indispensable”. Siguió enviando reclamos entre 1948 y 1952 a distintas autoridades: al gobernador pampeano, al director general de Agua y Energía Eléctrica, al Ministerio de Industria y Comercio de la Nación y nuevamente al presidente. Frieboes justificó reiteradamente cómo la falta de agua lo perjudicaba y pidió una solución urgente. Aunque sus palabras no fueron escuchadas, en los archivos de la Secretaría de Recursos Hídricos de La Pampa aparece un documento que da cuenta del inicio de un juicio en 1950: “Frieboes Norberto contra Gobierno de la Nación sobre indemnización de daños y perjuicios y lucro cesante”.
Una Resolución nacional que no se cumple
Producto de todos estos reclamos, la Dirección de Agua y Energía Eléctrica de la Nación emitió la Resolución 50/49. Esta norma obligó a Mendoza a entregar a La Pampa el 2,5 % del derrame anual del río en tres sueltas de agua por año, cada una con una duración de siete días. El objetivo era garantizar agua para consumo humano y animal, riego de praderas naturales y abastecimiento de represas y lagunas. Con la normativa surgieron nuevos reclamos de pobladores; como ejemplo se puede citar a Aníbal Lonegro, maestro de la Escuela Nº 294 del paraje Árbol de la Esperanza, que escribió el 31 de marzo de 1949 al gobernador territoriano Eduardo Reguero. En la nota le preguntó si era posible saber cuándo se soltarían las aguas del dique El Nihuil y cuántos días duraría esa suelta. Explicó que, para que el agua llegara a su zona, debía correr durante más de 20 días seguidos. Con “las sueltas” se refería a la mencionada Resolución 50/49 de Agua y Energía Eléctrica, que establecía solo siete días de duración para las sueltas de agua.
Con la sanción de la Resolución 50/49 se cerró una primera etapa en el conflicto por el río Atuel entre La Pampa, Mendoza y el Estado nacional. La normativa fue rechazada por Mendoza, y el Estado nacional, lejos de intervenir como mediador, toleró esta decisión sin asumir un rol activo. Desde entonces, los reclamos pampeanos no cesaron. El conflicto por el río Atuel sigue siendo una herida abierta para La Pampa. A pesar de las intervenciones judiciales, con fallos favorables hacia La Pampa por parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, ninguna autoridad nacional ha hecho cumplir plenamente estas resoluciones, permitiendo que Mendoza las desobedezca sin consecuencias.
* Karen Iveth Pereyra
es Profesora y Licenciada en Historia,
Especialista en Historia Regional, Universidad Nacional de La Pampa.
Instituto de Estudios Socio Históricos - UNLPam
https://www.instagram.com/iesh_unlpam
https://www.facebook.com/sociohistoricos