En las instalaciones que la CPE posee en el parque industrial de Santa Rosa, comenzó el montaje desde hace un año un laboratorio de transformadores. Construido íntegramente por personal de la entidad, el recinto está acondicionado para analizar diversos componentes que forman el sistema de distribución eléctrica, como un “trafo” (transformador), un interruptor, un reconectador, cables, un simple casco de seguridad o los guantes dieléctricos que utiliza un operario.
Publicada en enero 2015
En realidad, no es el primer banco de pruebas con que cuenta la cooperativa, pero sí el más completo y versátil. A fines de la década del 80, se había construido un banco en la sede central. Ante el crecimiento del servicio eléctrico y la demanda de más espacio físico, además de la necesidad de generar un lugar para el nuevo sector de Telecomunicaciones, aquel laboratorio que antiguamente se ubicaba en los galpones internos junto al depósito de transformadores, fue reconstruido en el parque industrial, siguiendo las normas de seguridad que rigen este tipo de ámbito e incorporando nuevas tecnologías.
Daniel Moradas, Jefe de Mantenimiento de Subestaciones, Mediciones y Conexiones de la CPE, explica que este es un laboratorio de potencia que sirve para diversos tipos de máquinas y componentes eléctricos, como un simple motor eléctrico, ya que el equipamiento instalado cumple con diversas configuraciones para efectuar pruebas y ensayos. También sirve para realizar diagnósticos, ensayos y comparativas en medidores domiciliarios y equipos de mediciones de grandes consumidores.Con un instrumental específico se comienza a trabajar en el año 1988, pero siempre con el anhelo de contar con lo actual, un laboratorio integral en el que la CPE puede analizar todas las máquinas que instale, y no solamente medidores domiciliarios.
Es decir que este laboratorio, tal como está concebido hoy, ofrece al sistema eléctrico “calidad de servicio”. La empresa cooperativa tiene la certeza de que cuando va a instalar una máquina, está en óptimas condiciones. Y allí donde se produzca una falla, se tendrá una mejor dimensión del tipo de desperfecto para solucionarlo aquí o enviar el equipo a reparación.
Pruebas extremas
Como una parábola, y a pesar del paso de unos 25 años, en ambos procesos de construcción intervino el técnico Daniel Rekofsky, quien hoy está a cargo de ese centro de pruebas que es fundamental para la prestación de un servicio eléctrico con eficiencia.
“Aquí se someten a los transformadores a diversas pruebas antes de ser colocados y se analizan equipos en servicio en los que se detectan fallas; se les hace un diagnóstico del desperfecto, según el cual pueden surgir reparaciones menores a ser realizadas en la misma cooperativa u otras fallas de mayor importancia, por ejemplo el bobinado roto, que requiere el envío a talleres de Buenos Aires o Córdoba”, informa Rekofsky.
Una de las pruebas más importantes que se le efectúan a los transformadores es el ensayo de “relación de transformación y de fases”; mediante un instrumento se constata el valor teórico efectuando formulas, con el medido que es leído en el instrumento, obteniendo así un porcentual de error. Dicho de una forma más simple, el ensayo de “relación de transformación” es fundamental para que al asociado de la CPE le lleguen a su domicilio los 220 o 380 volts (según corresponda), y que todos los asociados tengan ese voltaje en sus viviendas en forma constante y regular.
Otra prueba, explica Rekofsky, es el “ensayo de vacío”: que determina la perdida en vatios que tiene la máquina al funcionar sin carga(pérdidas en el hierro); esto consiste en ingresar 400 volts en los bornes de baja tensión, y salen en los bornes de media tensión 13200 volts, magnitudes que pueden ser medidas con otros transformadores denominados de tensión y el instrumento denominado voltímetro. En resumen, se miden las pérdidas y como objetivo primario se determina si un transformador tiene o no salida de voltaje.
En el “ensayo de corto” (pérdidas en el cobre), se determina las pérdidas en vatios que tiene la máquina cuando está en carga; se logra la corriente nominal de la máquina sin utilizar la potencia del transformador con la tensión eléctrica nominal, es decir con una tensión relativamente baja, alrededor de los 570 volts, dependiendo de la tensión de cortocircuito de cada máquina.
También se somete a calentamiento al “trafo”, con el fin de verificar, por ejemplo, si no pierde por las juntas; dispone la CPE para efectuar ensayos de pérdidas, un instrumento bastante antiguo pero que funciona muy bien, el cual determina las pérdidas que tiene un transformador. Pero además posee un analizador de potencia de última generación.
En el laboratorio se instaló un equipo de “tensión aplicada a frecuencia industrial” que se utiliza para los denominados ensayos dieléctricos; es una prueba mucho más exigente, porque en este caso se somete a la máquina a la tensión superior a la nominal, o tensión de servicio. Si un transformador supera esa prueba, es porque está en buena condición de aislación. Se está analizando la posibilidad de colocar otro equipo para realizar la prueba de “tensión inducida”.
Las reparaciones de los transformadores demandan diferentes tiempos de labor: si es un cambio de juntas, con una jornada laboral de 3 o 4 horas, alcanza. Más tiempo demanda, por ejemplo, el tratamiento del aceite, que es un elemento fundamental en el trafo ya que lo refrigera y aísla. En la cooperativa se trabaja con una máquina de tratar aceite que purifica sacándole la humedad y las impurezas que adquiere un transformador con el régimen de trabajo, modificando su composición físico química.
Seguridad y calidad
El laboratorio tiene todas las medidas de seguridad que requiere un sistema como este, desde una puesta a tierra hasta un juego de balizas de advertencia mientras está funcionando, dentro de cerco perimetral al que se accede por una puerta que cuenta con un dispositivo automático que impide el funcionamiento de todo el laboratorio si no se cierra correctamente. Al ser un trabajo que generalmente no provoca altos niveles de ruido, este sistema es útil al activarse por una apertura accidental del acceso.
“Si no tuviéramos este laboratorio, no podríamos someter a un equipo a la máxima exigencia que nos permita proyectar su funcionamiento y vida útil, que puede variar entre 5, 10, 15 años o más”, dice Moradas. “En el sistema eléctrico hay máquinas muy nobles, algunas están en funcionamiento desde hace 40 años, pero no es lo mismo saber que funcionan que tener la certeza de que lo hacen cumpliendo con todos los requisitos técnicos que demanda el servicio. Si a las máquinas se las conoce y se las somete a mantenimientos preventivos, su vida útil se prolonga”. Al respecto, recuerda una idea que siempre tienen presentes los técnicos. “Una máquina puede tener tres estados: funcionar, no funcionar, o funcionar correctamente”.
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