Nuevo 1° de Octubre es una publicación mensual y gratuita de la CPE.
OPINIÓN

Sin dudas el año que termina será recordado por varios motivos. En el país, porque es el año en que la campaña de vacunación contra Covid tuvo un despliegue fenomenal. Al filo del año, es altísimo el porcentaje de población con esquema completo de vacunación. A pesar de una impiadosa campaña mediática en contra de las vacunas, la población respondió de manera responsable.

En la CPE, porque recuperamos el ritmo institucional, a través de asambleas ordinaria y extraordinaria y pudimos avanzar con la renovación de mandatos en nuestro Consejo de Administración.  Porque pudimos poner en marcha la televisión en Catriló, en lo que fue poco menos que una carrera de obstáculos. Y porque pudimos sostener la totalidad de los servicios en pandemia sin registrar contagios intralaborales y sin perder un solo puesto de trabajo ni resignar derechos laborales. Porque renovamos el compromiso de avanzar con los servicios de telecomunicaciones hacia todas las interconectadas, empezando por Anguil.

Lo recordaremos como el año en que el capitalismo impuso su criterio a la hora de distribuir las dosis de vacunas disponibles en el mundo. Los países del “primer mundo” han acaparado vacunas en exceso, mientras una enorme mayoría de países pobres, subdesarrollados, en vías de desarrollo, o como se los quiera denominar, siguen sin poder acceder a las mismas. Si había expectativas de un capitalismo más humanizado, estas se diluyeron con el correr del tiempo. Porque el motor del capitalismo es el afán de lucro, como sea, siempre y aún en pandemia.

La decisión del gobierno nacional de compartir vacunas con países de bajos recursos o para decirlo sin eufemismos, con países pobres, nos reconforta, puesto que la solidaridad y sus efectos positivos, son una condición inherente al cooperativismo. Y porque de esta crisis se sale con toda la humanidad vacunada. O no se sale.

Pero así como hay decisiones políticas para celebrar también las hay que generan preocupación. Esta Cooperativa celebró en su momento que las Telecomunicaciones se declararan servicios públicos en competencia y lo seguimos sosteniendo por convicción. Antes de los decretos presidenciales que establecieron la imposibilidad de cortes en los servicios y el congelamiento de tarifas, la CPE ya lo había dispuesto, para todas sus prestaciones, en la comprensión cabal de la situación que estábamos enfrentando.

Las tarifas de telecomunicaciones de la CPE eran las más bajas antes de la pandemia, siempre lo fueron. La última actualización previa a la pandemia fue en diciembre 2019. Cuando desde el gobierno nacional se planteó una tarifa social que hiciera posible el acceso universal a internet, los valores de referencia eran los mismos que nuestra Cooperativa ya venía ofreciendo a sus asociadas y asociados.

Transcurrido un tiempo prudencial, con la paulatina normalización de las actividades, fue imprescindible recomponer los cuadros tarifarios de todos los servicios que presta la CPE y así ha venido ocurriendo, con sus más y con sus menos, pero siempre dentro de un marco de responsabilidad, sensibilidad social y por sobre todas las cosas, de solidaridad.

Lo que nunca imaginamos fue que el aumento de los costos de los servicios de telecomunicaciones, registrados entre el 2020 y el 2021 (atados a la variación del tipo de cambio, la inflación y las paritarias del sector), no sería tenido en cuenta por el órgano de control, el ENACOM, a la hora de autorizar las actualizaciones tarifarias.

Desde que el gobierno nacional declaró a las telecomunicaciones como servicios públicos en competencia, se han autorizado actualizaciones tarifarias de manera escalonada por un total del 30% desde enero de 2021, cuando la inflación acumulada en dos años es del 86% (datos INDEC). Por lo tanto el retraso tarifario hoy es alarmante. Al mismo tiempo las multinacionales, merced a los recursos de amparo que presentaron, siguen actualizando las tarifas a su antojo.

Y porque viene al caso, vale recordar la iniciativa que hace años fogoneamos desde la CPE, que es poder brindar telefonía móvil plena. Estamos convencidos de que una alternativa de servicio donde se potencie la experiencia solidaria del movimiento cooperativo, será un modo concreto de regular el servicio. Mejorar la calidad y bajar el costo. Pero para ello se necesita decisión política del gobierno central.

El 2021 fue otro año en que las organizaciones populares pusieron en evidencia la importancia de su trabajo y la fortaleza de sus redes de contención. El trabajo solidario en merenderos, desayunadores, bibliotecas populares, volvió a ganarse el reconocimiento de toda la comunidad.

Para ir cerrando, reconocer a nuestro personal por su responsabilidad y apego a las tareas y a las asociadas y asociados, por mantener al día los compromisos con su Cooperativa. Compartir el pesar con las familias de nuestro personal, asociadas y asociados, que han sufrido la pérdida irreparable de alguna/o de sus miembros. A las y los trabajadores de la salud, nuestro permanente agradecimiento.

Con 92 años de trayectoria y a pesar de los obstáculos esperados y los imprevistos, la CPE sigue dando lucha por brindar servicios de calidad y al mejor precio. Sosteniendo sus fuentes de trabajo digno, en un contexto de suma fragilidad.

Sigamos cuidándonos, la pandemia no terminó. Que tengamos un 2022 con salud y en paz.