Carina Jacobo se convirtió, en diciembre de 2015, en la primera empleada mujer de la CPE con conocimientos en electricidad, avalados por el Ministerio de Cultura y Educación de la provincia. Aunque parezca extraño, nunca hubo en la Cooperativa, en sus más de 80 años prestando el servicio eléctrico, una mujer con un certificado emitido oficialmente por realizar el curso de electricista. Sin embargo, es y no es algo sorprendente, ya que el mundo laboral hace pocos años empezó a abrirse a la diversidad de género. Y en algunos trabajos, esa apertura sigue demorada.
Publicada en julio de 2016
Carina cuenta que empezó el curso de electricista a principios de 2015, luego que sus compañeros de trabajo, los técnicos Martin Nuñez y Emmanuel Polisuk, la alentaran a dar ese paso hacia un ambiente dominado por hombres.
Decidió hacerlo porque trabaja en un sector que necesita ese tipo específico de capacitación. Se trata de la oficina de “Pérdidas no técnicas”, encargada de combatir el fraude y hurto de energía, no sólo por el control sino -y especialmente- mediante la concientización a los asociados sobre los inconvenientes legales, económicos, técnicos y de seguridad que puede provocar el hurto de energía.
“Desde esta oficina se generan las órdenes de trabajo para que las cuadrillas hagan las verificaciones, tanto en los medidores como en las acometidas domiciliarias. Los técnicos van al lugar verificado, llaman a la persona titular del servicio eléctrico, le muestran las pruebas, le explican la irregularidad detectada y se la convoca a regularizar la situación en la CPE. Esa persona, cuando viene a la cooperativa es atendida en esta oficina y tratamos de explicarle técnicamente la situación. Se le informa además que el dinero perdido por la cooperativa debe ser recuperado, para lo que se establece un acuerdo de pago. Es muy raro que se llegue a la judicialización, la enorme mayoría de la gente acuerda un plan y la CPE no se ve obligada a accionar judicialmente”.
Desde un escritorio donde se apoyan papeles y medidores fraguados, Carina sostiene que el objetivo principal es que “la gente se concientice. Que no vuelva a cometer fraude. Si bien hay veces que algunas personas reaccionan mal, no sucede a menudo. Entendemos que el diálogo es importante, por eso es fundamental saber detalles técnicos”.
“Además de la parte administrativa, uno debe entender la parte técnica porque es necesario explicarle bien al asociado. Todos los días hablaba con mis compañeros técnicos y me detallaban los casos, me hacían bocetos en papel; he salido a la calle con ellos para aprender todo sobre los medidores de consumo, sobre las líneas, y ello me ayudó a conocer la parte práctica. Pero me faltaba saber sobre la teoría, y gracias a la motivación que ellos me dieron, me inscribí en un curso de electricidad que se dictó durante todo 2015 en la escuela para adultos Nº 1, que funciona en el edificio de la escuela 219, de la calle Lope de Vega”.
Fueron 3 clases semanales de 3 horas cada una, durante todo el año. “Pero este no fue el único curso donde era una sola mujer entre varones. Meses antes, en la CPE se dictó durante medio año una capacitación en redes de baja, media y alta tensión. El tema es muy complejo para alguien que no es ingeniero o técnico electricista, por eso a veces me costaba retener los conocimientos aprendidos. Pero mis compañeros me explicaban, y fue por eso también que vi la necesidad de realizar el curso de electricista, que luego sería la base para comprender el sistema y ahora explicarlo con claridad al asociado que es convocado a esta oficina”.