Según datos del censo nacional 2010, en La Pampa hay casi 3500 habitantes que nacieron en el extranjero, lo que representa apenas el uno por ciento de su población total. Sin embargo, este porcentaje contrasta el proceso demográfico de la provincia que a lo largo de la historia se conformó casi por completo a partir de la migración interna e internacional. Son innumerables las “historias” de los migrantes que llegaron al Territorio Nacional de La Pampa buscando oportunidades de trabajo y un espacio en donde formar sus familias. Historias que hicieron a la diversidad cultural de la provincia.
Publicada en julio de 2014
La porción de extranjeros que habitan actualmente ubica a La Pampa dentro de las provincias argentinas con menor recepción migratoria, muy por debajo de la media nacional, que asciende al 4,5%. Pero el poblamiento del territorio fue muy diferente y tuvo características específicas que la destacaron del resto de las provincias.
Luego de la campaña militar de 1879-1880, mal llamada “Conquista del Desierto”, la población indígena en el territorio que actualmente conforma la provincia disminuyó de manera simultánea al arribo de los primeros inmigrantes provenientes especialmente de Buenos Aires y Santa Fe. Estos criollos se asentaron en el territorio y comenzaron la producción ganadera (ovina y bovina), en la que también participaron los pobladores indígenas.
Después de esta primera oleada migratoria, se abrió un período de transición entre 1892 y 1899, que sentaría las bases para el poblamiento de la provincia, especialmente con el tendido de las primeras líneas férreas, que reforzaría la estructura de la actividad ganadera. La composición de esta nueva ola migratoria fue mayoritariamente extranjera y particularmente transoceánica, pero por su origen se diferenció de las corrientes que arribaron al resto del país: poco más del 40% fue español, casi el 19% francés, el 13% italiano, el 12% chileno y un 6% uruguayo.
La segunda oleada se desarrolló entre 1900 y 1914, cuando el entonces Territorio Nacional de La Pampa recibió las corrientes migratorias transocéanicas masivas que caracterizaron el crecimiento poblacional de la Argentina hasta mediados del siglo XX. Como sucedía en casi todo el país, en 1914 más de la tercera parte de la población pampeana había nacido en el extranjero.
Para 1915 la población pampeana se había quintuplicado y se estabilizaría hacia 1933. Este crecimiento demográfico estuvo vinculado con la época dorada del desarrollo agrario y del surgimiento de numerosos pueblos gracias al ferrocarril, que conectaba las cosechas con los puntos de consumo o exportación.
A partir de 1930 hubo un retroceso demográfico significativo como consecuencia de la crisis económica y la larga sequía: mientras que en 1935 la población era de 175.077 habitantes, hacia 1942 había descendido a 167.352. La evolución demográfica fue, desde entonces, escasa: el número de emigrantes de la provincia superaba ampliamente al crecimiento vegetativo y al número de inmigrantes. La tendencia recesiva comenzó a revertirse recién en la década de 1980 gracias a un cambio en la organización productiva y a la acelerada urbanización de la provincia.
En esta última etapa se revirtió también el origen y la composición etárea de los inmigrantes a La Pampa. En la actualidad, casi las dos terceras partes de ese 1% de habitantes nacidos en el extranjero proviene de los países limítrofes y de Perú, mientras que apenas un 17% proviene de Europa. La mayoría de los europeos tienen más de 65 años y un 83% de ellos llegó al país antes de 1991, mientras que el grueso de la población proveniente de países limítrofes y Perú tiene entre 15 y 64 años (lo que se conoce como Población Económicamente Activa) y un 40% llegó a Argentina luego de 1991. Esta disminución en la cantidad y el cambio en el origen de los migrantes es una tendencia que se manifiesta asimismo en el resto del país.
Distintas referencias indican que la población migrante limítrofe, aunque escasa cuantitativamente, ha tenido en los últimos años un incremento asociado a oportunidades laborales en las ciudades de General Pico y Santa Rosa. Son los nuevos inmigrantes, que también llegan a nuestro territorio buscando lo mismo que aquellos de principios de siglo, oportunidades laborales y un espacio donde criar a sus hijos. Indagar sobre sus modos de inserción laboral y las condiciones específicas de su trabajo nos permitirá, no sólo conocer a estos nuevos pobladores, sus expectativas, sus sueños y sus proyectos, sino también los posibles aportes al desarrollo regional que conlleva su presencia.
*María Dolores Linares es Doctora en Geografía (EHESS) y Ciencias Sociales (UBA) Instituto de Estudios Socio-Históricos Facultad de Ciencias Humanas, UNLPam
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