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COMPRA Y VENTA DE USADOS

En los últimos meses los comercios de compra-venta, cambalache o prendería han proliferado en la ciudad, dando lugar así a las siempre viejas pero renovadas prácticas sociales de consumo.

Publicada en enero de 2003

Estas "vidrieras" que exhiben unidos los contradictorios aspectos de recesión y de nuevo gasto, permiten vislumbrar los profundos cambios acaecidos en el mercado.

Consumidores que en décadas anteriores hasta compraban objetos como signos de distinción, de "status", hoy se desprenden de ellos y por motivaciones totalmente opuestas y primarias.

"El negocio marcha bien", dice el titular del flamante comercio "De Todo Usado" y explica porqué eligió este ramo: "...la evaluación que hice tuvo que ver con la suba del dólar y por consiguiente la de los electrodomésticos por ejemplo, y también con la falta de crédito".

200301 1 El yunque y el televisor Pochettino

Alfredo Pochettino, dueño de "El Destino", detrás de una fragua de fines del siglo XIX.

La llegada de potenciales clientes es constante, "...¿te puedo encargar una embutidora de chorizos?", pregunta una joven mujer con su hija en brazos.  Enseguida, un niño de diez o doce años coloca sobre el escritorio una lámpara y una película de "Blanca Nieves" para dejar en consignación.

Después, el dueño agrega: "...también vendo materiales de construcción, autos usados, zapatillas nuevas y próximamente tal vez prendas de vestir".

Finalmente asume, a su vez, su rol de comprador y cuenta: "...la gente vende por necesidad, vende hasta su único televisor".

Alfredo Pochettino afirma lo mismo y su experiencia es mucho más rica; él es propietario de "El Destino" desde hace 35 años.

La necesidad a la que aluden es básica, se trata de la alimentación, "...venden para completar el mes, antes no ocurría, te daban las cosas nuevas para comprarse algo mejor?', relata Alfredo.  Inmediatamente agrega: "A comprar viene cualquiera, pero también los de clase media para arriba, el humilde ya no puede comprar ni usado y lo que más se vende son muebles electrodomésticos, artículos para la casa".

"El Destino" es visitado por mucha gente; un joven pregunta el precio de una máquina mezcladora y otro se interesa por un placard nuevo que finalmente compra.  Luego llega una pareja del interior buscando dos ventanas y una puerta usadas; y al poco rato, después de mucho mirar y comparar, Analía compra una mesa que ya tuvo dueño.

Alfredo se sienta y relata: "...nunca hubo muchos de estos comercios en Santa Rosa, yo comencé a trabajar en este ramo en la década del 50 ayudando a Don Antonio Rodríguez, propietario de uno de los primeros negocios de compra-venta ubicado frente a la plaza San Martín".  Enseguida agrega: "...hoy venden hasta lo que más necesitan, la única heladera, la cama, la máquina de coser...”

El enorme galpón alberga todo tipo de objetos, desde los más comunes hasta los más insólitos; adelante se exhiben los mejores muebles nuevos y usados e impera un cierto "orden"; hay mesas, modulares, heladeras, máquinas de coser, sillones, pero también un yunque y valijas gastadas.

En la parte trasera reina la confusión o tal vez la perfecta armonía del cambalache; apoyados en cualquier parte hay rollos de alambre, chapas, elásticos, enceradoras opacas, cortinas de plástico, garrafas, un secador de peluquería, inodoros viejos, bicicletas, una pila de almohadas harto usadas, colchones nuevos y hasta una cuna blanca y una fragua.

De alguna manera, estos objetos reunidos en un mismo sitio y en un mismo tiempo representan la heterogeneidad multitemporal de la Argentina desolada y la tristeza, desazón e impotencia de los que más sufren las consecuencias del accionar egoísta e insensible de una casta inepta y siempre "falta de mérito" y sus muchos colaboradores surgidos de diversos estratos de la sociedad misma.

200301 3 El yunque y el televisor

Algunos elementos antiguos, ofrecidos a la venta.

Cada vez son más los que conocen "cara a cara" el subconsumo, el desempleo, el hambre, la desnutrición,... son los iguales representantes de la desigualdad de derechos a las oportunidades sociales.

Por eso, la fragua de fines del Siglo XIX -instrumento de trabajo para forjar metales- "traída por uno de los primeros pobladores de Santa Rosa", de acuerdo al relato de Alfredo, aunque cubierta de herrumbre por el paso del tiempo es el símbolo de una Argentina fecunda y prometedora. A escasos metros de ella, la moderna heladera, la única que tenía tal o cual familia, simboliza en el año 2002 la más cruda decadencia y el más duro desencanto.

Por último, y en medio de esta "danza" de objetos y palabras se halla un mensaje alentador: la cuna blanca.

* Liliana G. Morales es periodista e investigadora.