La Feria Provincial del Libro, que se desarrolló en Santa Rosa hace pocos días, combinó actividades diversas como talleres, charlas, una enorme carpa de expositores con stands de editoriales y librerías. Sin embargo, la joya sigue residiendo en la novedad que trae cada presentación de un nuevo libro. ¿Qué hubo en la grilla de este año? ¿ Con qué nos pudimos encontrar? ¿Qué esconden esos títulos que figuraban en el cronograma? ¿Y las, los autores?
El sábado 7, en auditorio principal del Centro Cultural Medasur, a media tarde, la propuesta que deslizaba el título era convocante aunque misteriosa: Las redes del Tarántula Vega, de Gisela Colombo (Amerindia). Nacida en la ciudad de Buenos Aires pero ya afincada en La Pampa, es Profesora y Licenciada en Letras de la Universidad Católica Argentina, con un notorio bagaje literario. Su primera novela El juego del colgado, publicada en 2013, fue finalista en el Premio Planeta-Casa de América de novela 2008.
"Las redes del Tarántula Vega", una novela de ficción sobre la trata de personas, editado por Amerindia.
Inicios
Acordamos una entrevista para minutos después de la presentación. Afable, dispuesta, Gisela repasó etapas y anécdotas que construyeron su vocación de escritora y su pasión por la narración desde muy temprana edad. Tendría unos once años cuando la hacían realizar las clásicas composiciones escolares: “me acuerdo haber hecho una descripción muy breve sobre un delfín, y descubrí en ese momento la belleza de las palabras y cómo era una ingeniería combinar unos sonidos con otros, pero también que eso tuviera un sentido; que el lector pudiera imaginar, desplegarlo en la cabeza. Ese día sentí que eso era lo que más me gustaba hacer”.
Ese afán por la escritura la decidió a inscribirse y estudiar Letras en la Universidad Católica Argentina, donde actualmente ejerce como profesora. El impulso estaba lleno de preguntas: “La verdad —dice— es que fui a estudiar Letras para ver qué era la belleza, porque me llamaba la atención que hubiera un canon, obras clásicas que toda la gente acepta y admira; quería saber cuál era el ingrediente para que algo se volviera clásico”.
Un elemento no menor: Gisela es también crítica literaria, tarea que —asegura— la ayudó a fortalecer sus propios escritos. “Me gustó la crítica; en realidad en la carrera de Letras te forman para ser crítico literario, no para ser escritor o escritora, no hay una carrera de escritor pero son todas cosas que van armando pilares para después sostener la escritura”.
Durante la presentación de su libro, Gisela estuvo acompañada también por el dibujante Germán Vachino (izquierda), autor del arte de tapa.
Influencias y referencias
La pregunta clásica en toda entrevista a un autor o autora es ¿qué escritores han influido en su formación? Las primeras influencias de Gisela Colombo remiten a los relatos del gran Gabriel García Márquez, escritor y periodista colombiano, Premio Nobel 1982, que se caracterizó por novelas y cuentos donde fluían ficción y no-ficción, y cuyo auge cruzó el mundo. “Para mí fue muy importante, me gustaba mucho el boom literario latinoamericano, me resultaba muy atractivo cuando todavía no estudiaba en la universidad”.
Esos estudios universitarios obviamente le brindaron más conocimientos, pero también nuevas influencias. “Cuando había estudiado un poco más, me empezó a gustar mucho Jorge Luis Borges, hoy es mi preferido, sin lugar a dudas”. En relación a la poesía, sus influencias se remontan a la infancia: “Cuando era chica me gustaba Rubén Darío, que es como una síntesis de toda la historia de la poesía”. Y remarcó la importancia de los clásicos y su empleo en sus tareas de docencia: “me gusta mucho esto de lo que es transversal en la literatura, es decir lo que es universal, me interesan mucho los clásicos y, desde lo docente, mi trabajo es hacerlos conocer lo máximo que se pueda”.
La autora de El juego del colgado (2013), Que el río sangre (2016) y Desmitificar. Desnudando la verdad de los mitos (2022), entre otras obras, no juega al misterio cuando le consultamos sobre su método de creación y escritura. “Yo creo que los temas te vienen, si uno lee la vida así como lee un libro, como una línea de estímulos para que comprendas. La vida es un libro y hay que leerlo, hay que interpretarlo y hay que prepararse para desentrañar sus símbolos, es decir dejo que las ideas vengan a mí como un inspiración”. No obstante, subrayó una de las cualidades que tiene al momento de escribir: “Esto tiene mucho de inspiración pero la misma cantidad de trabajo, de formación, de sentarse con disciplina”. Y agregó: “creo mucho en esto, en tener la fuerza dosificada teniendo en cuenta que es un proceso tan largo”.
El terrible mundo de la trata
Las redes del Tarántula Vega es una novela breve de ficción del género policial. Según Gisela, la obra conlleva una impronta feminista, ya que el personaje principal es una mujer policía. Dice la autora sobre la trama: “es un cambio de vida para una chica que es policía, muy joven, que la mandan a una misión donde debe infiltrarse, como si fuera una alumna de secundaria, en una red de trata”. La personaje juega un rol central: “tiene que descubrir quiénes son los reclutadores de esta red, que se está llevando muchas víctimas; de eso se trata, de la investigación y de la implicancias que tiene sobre ella esta tarea”. Gisela desarrolla la narrativa en primera persona, para que la trama y la temática se muestren con un mayor realismo.
Victorina Samper, hija de la autora, quien le ayudó a completar el marco conceptual alrededor de la trata.
La trama de la novela marcó una diferencia en relación a sus obras anteriores, un cambio fuerte de rumbo. El impulso inicial a escribir esta historia incluyó también, casi fundamentalmente, un criterio muy particular: “A Stephen King le preguntaron en qué se inspiraba para escribir y él dijo que pensaba en un miedo (propio, personal) que tenía, qué le daba miedo, y a partir de ahí se inspiraba; así que pensé en un terror mío, a qué le tengo miedo”. Este detalle personal que influye en lo creativo fue clave para encarar el tema central de la novela que es la trata de personas.
Otro detalle que Gisela muestra orgullosa: la elección de la trama cuenta también con un carácter muy especial y sentimental por la ayuda que recibió de su hija Victorina: “Mi hija es una estudiante avanzada de Sociología y son temas que a ella le preocupan mucho. Las charlas entre madre e hija sobre temas que nos preocupan son habituales, así que dejé que me condujera ella en el aspecto teórico”. Para Gisela estos aportes enriquecieron la trama “ya que le dio una perspectiva más social que complementó el panorama literario”. En sus palabras “ella me obligó a anclar en la realidad el panorama literario de ficción”.
El título es llamativo y fuerte; su elección mereció mucha reflexión: Las redes del Tarántula Vega grafica con precisión el instinto de “depredador que tiene la araña y cómo va tejiendo una red, cómo va tomando, envolviendo a la víctima a una velocidad que le hace no poder reaccionar”. El arte de tapa quedó a cargo de el ilustrador Germán “Negro” Vachino, que pudo trazar con sus líneas una estética acorde con la tenebrosa trama. Una reflexión íntima de Gisela respecto de su nueva obra para cerrar la charla: “lo que busqué era que sea simple, que tuviera intensidad y que se visualice lo que sucede con las víctimas de estas redes”.
* por Gustavo Bazán, Licenciado en Comunicación Social.