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COOPERATIVAS DE TRABAJO

¿Empleo informal o registrado? ¿Ser monotributista o buscar un lugar en una empresa? ¿Arriesgar inversión en proyectos individuales o intentar una salida grupal? Cada celebración del Día Internacional de las Trabajadoras y los Trabajadores nos invita a reflexionar sobre un panorama laboral que es cada vez más complejo. En ese contexto, las cooperativas de trabajo representan una posibilidad cuya lógica es totalmente distinta, cuando no contraria, a lo que tenemos como costumbre.

Como sabemos, las cooperativas nacen para resolver una necesidad compartida y de manera colectiva. Las cooperativas “de trabajo” son una respuesta al delicado y cada vez más complejo panorama socio económico mundial. Llegaron para quedarse, pero su consolidación nos obliga a profundizar el análisis para conocer y entender de qué se trata y hacia adónde van.

Las cooperativas son entidades de la economía social y solidaria (ESS) tradicional, es decir pertenecen a una lógica en la que se valora a la persona antes que al capital; se desarrollan bajo un paradigma de bienestar humano, comprendido este de manera integral. Por eso el modelo cooperativista ofrece a las personas herramientas para desarrollar un espacio de trabajo digno. Vale repasar siempre los valores y principios cooperativos para no olvidar la esencia humanista de este modelo.

Las cooperativas de trabajo representan una especial manera de trabajar: autogestiva y colectiva, en otras palabras, autónoma —sin patrón— y junto con otros/as. Un breve recorrido por las modalidades de trabajo resulta en estas opciones: según el grado de asociatividad podemos encontrar trabajo individual o asociativo, según el grado de autonomía puede ser trabajo dependiente o autónomo. De la fusión de las últimas dos resultan las cooperativas de trabajo. Así, mientras que en una relación de dependencia los y las trabajadoras dependen técnica, jurídica y económicamente de la parte empleadora, les ampara la Ley de Contrato de Trabajo y regula el derecho público, en una cooperativa de trabajo la asociación es autónoma, voluntaria y democrática sin depender de nadie.

Por esto, asociarse a una entidad de este tipo implica mucha más responsabilidad y compromiso: “sos tu propia patronal, pero debés consensuar las decisiones con el resto de los/as compañeros/as”, en función de lo que resulte más favorable a la cooperativa. En esta última frase reconocemos otro punto clave a la hora de comprender de qué se trata; a la cantidad de personas asociadas se le suma una más de igual importancia: la cooperativa en sí misma.

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Integrantes de Terkas mostrando su certificado luego de la capacitación.

Si lo que se trata es de sostener una fuente de trabajo en formato de cooperativa, estamos frente a la gestión de nada más y nada menos que una empresa, aunque sin fines de lucro. Salvando las distancias, esto puede explicarse de una manera sencilla: como empresa, la cooperativa debe vender/ofrecer sus productos y/o servicios en un mercado, lugar donde deberá asumir las reglas de juego y/o proponer nuevas. Y, además, deberá mantenerse en ese mercado, pero con una lógica interna opuesta al funcionamiento de ese entorno, privilegiando el interés colectivo por encima del interés individual.

Quien se asocia a una cooperativa de trabajo se une voluntariamente a un grupo laboral con el que comparte necesidades y aspiraciones comunes —económicas, sociales, culturales— y en el que gozará de derechos de propiedad y control. Es fundamental entender esta última palabra, “control”,  porque si bien es un derecho, requiere de una participación activa por parte de la persona trabajadora. Deberá conocer el estatuto de su grupo, las leyes que rigen su asociatividad, los reglamentos internos, las normas de convivencia… y cumplir con todo ello, no solo para permanecer en el grupo sino también para fortalecerlo.

Ser trabajador/as asociado/a requiere una participación activa, responsable y comprometida. Quien se asocia a una cooperativa de trabajo debe entender que desde el momento en que ingresa se obliga a desempeñarse como asociado/a, trabajador/a, compañero/a, dueño/a, patrón/a, gerente/a y estudiante.

Con frecuencia vemos experiencias de entidades cooperativas que fracasan. Para evitar esto es imprescindible una actitud proactiva, convencida, colectiva, de estudio, responsable y comprometida del ser asociado/a. Porque la solución a sus problemas particulares y los de su grupo siempre será colectiva.

Intensa actividad en abril

La SEC retomó en marzo los encuentros de formación con organizaciones cooperativas. Recuperamos para este artículo algunas ideas que se trabajaron. También, durante abril, se retomó el programa de capacitación, formación e información con sectores internos de la propia CPE, compartido con el Equipo de Aplicación del Protocolo contra todo tipo de violencia en el ámbito de nuestra institución.

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Capacitación en Lonquimay, para el personal de la CPE

Para más información sobre trayectos de formación cooperativa comunícate con la Secretaría de Educación Cooperativa de la CPE. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.